Archivo por meses: marzo 2021

A PARROQUIA DA VILAVELLA POR D. ENRIQUE RIVERA

A parroquia da Vilavella foi unha das máis afectadas polo tema da expropiación de ENDESA, de feito que moitos dos lugares que formaban esta parroquia hoxe están desaparecidos por mor, primeiro, da mina e da escombreira e, logo, do lago.

Era das parroquias máis grandes de As Pontes en extensión e lugares.

Para min, persoalmente, é unha parroquia que me toca de cheo, pois dela é a miña dona e na súa Igrexa caseime.

Un dos achádegos máis representativos da nosa Prehistoria pontesa, o vaso campaniforme, atopouse nunha medoña desta parroquia.

O seu nome, Vilavella, danos unha orientación sobre a antigüidade da súa existencia.

Hoxe, do núcleo arredor da Igrexa e o cemiterio, só un par de casas quedan para lembrar algo do que foi.

D. Enrique, no seu artigo publicado na revista das Festas Patronais do ano 1998, fálanos dos lindes, da historia e dos avatares polos que pasou esta Parroquia.

RESEÑA HISTÓRICA DE LA PARROQUIA DE VILAVELLA

Esta parroquia, perteneciente al Miunicipio de As Pontes, hállase hoy prácticamente desaparecida , debido a las expropiaciones de las Empresas Calvo Sotelo y ENDESA. Hasta la década de los cuarenta y siguientes, en las que ocurrió la expropiación, comprendía 30 barrios con unas 150 casas rurales habitadas, en un territorio de forma irregular, estrecho y alargado, desde la Parrocha y Acibido hasta Cheiván y Rámez, de los que en la actualidad solo quedan: Bidueiro, Vila, Casilla, Alimpadoiros, Saa, Carballeira, Esfarrapa, Cheiván y Rámez.

Juntamente perecieron muchos monumentos prehistóricos: gran número de “mámoas” (medoñas) o sepulturas del hombre primitivo y el “Castro da Uz” (fortificación celta de varios siglos antes de Cristo), ejemplar destacado en la Comarca por poseer tres muros paralelos de protección.

La mayor parte de la Parroquia es valle de sedimentación, formado en la Era Terciaria (hace 20 millones de años, a juzgar por la naturaleza del carbón) y con la sucesiva acumulación de vegetales arrastrados por el Río Eume y por los aluviones o avalanchas de agua torrenciales, dando así origen al mineral de lignito, materia prima de las industrias aquí establecidas.

Los estractos de lignito alcanzan una profundidad de325 metros, según la Empresa “Adaro”, que realizó los sondeos. En el fondo aparecieron moluscos de mar petrificados (que ingresaron en un museo de Madrid), cuyo hallazgo demuestra que la Ría de Ferrol en la Era Terciaria se prolongaba por entre las montañas de Iglesiafeita hasta As Pontes, en donde desemboca el río Eume, el cual, al rellenarse el valle, tuvo que abrirse paso a Pontedeume.

Sobre los estractos de lignito había una capa de tierra de “humus” con solo un metro de espesor, procedente de la Era Cuaternaria, que sostenía el cultivo agrario. Era terreno húmedo y fértil propiciando el cultivo y la explotación agrícola y ganadera y, al ser lugares con extensión relativamente grande, sus moradores se defendían bastante bien económicamente.

La asistencia docente era satisfactoria, con tres escuelas mixtas: la de Barosa (luego Saa), la del Meidelo y en la cabeza de la Parroquia.

Limitaba con la Parroquia de As Pontes a lo largo del camino vecinal de Os Mouros a As Pontes (actual calle Pardo Bazán), de suerte que antes en los edificios adyacentes a la desembocadura de dicho camino (en Rego do Muíño, números 6 y 10) figuraban los nombres de “Riego del Molino de Puentes” en el primero y “Riego del Molino de Vilavella” en el segundo.

A principios de este siglo, durante el mandato del Obispo D. Manuel Fernández de Castro, tuvieron lugar la creación de muchas parroquias nuevas (como Somede, Ambosores, Valle de Xestoso, etc) y reformas en los límites de las ya existentes. A Vilavella le desplazaron la frontera contra As Pontes, perdiendo el espacio comprendido entre el camino vecinal de Os Mouros y el “Camiño de Iglesia” de Os Mouros a la capital de la Parroquia, que cruzaba por la Casilla para salir a donde está hoy situado el Bar Cantábrico y continuar por la Areosa, quedando así delimitada la línea divisoria.

Cuando el Obispo le comunicó al Párroco esta decisión, él le dijo: – Sr. Obispo “Consumata est iníquidas” (Se llevó a cabo la injusticia).

Desde entonces y a lo largo de muchos años hubo enemistad entre los Párrocos de Vilavella y As Pontes por haberle quitado de su territorio. Eran a la razón Párroco de Villavella D. Francisco Chao Fernández y de As Pontes, D. Antonio Ángel del Riego.

El nombre de Vilavella lógicamente indica su anterioridad sobre los pueblos vecinos. Asimismo se aprecian en el Templo Parroquial elementos de gran antigüedad, como son los ventanales de la nave, al tener forma avocinada, son típicos del arte románico. En el resto hubo reformas posteriores., como se nota en la fachada, que está compuesta por piedras nobles, pero de distinta clase y época.

El retablo es un importante ejemplar del bajo barroco del siglo XVIII.

Al igual que todas las demás iglesias antiguas no quedan escritos acerca de su fundación. Entonces estas memorias solo se escribían en los Monasterios y Cabezas de Diócesis, y las partidas sacramentales de las parroquias parten de finales del siglo XVII. La más antigua de Vilavella data del año 1686.

Curiosamente el titular de la Parroquia es “Santa María de Vilavella” (en la advocación de la Virgen de las Angustias), mientras que el Santo Patrono venerado en la Feligresía y que se vino celebrando desde tiempo inmemorial, en el último domingo de Agosto, es San Andrés de Vilavella. Asimismo la tradición popular da cuenta de que esta Parroquia en tiempos antiguos se llamaba “San Andrés del Bosque”.

En el archivo Diocesano de Mondoñedo, Secciones de “Expedientes de Patronato Parroquial” y “Expedientes de Provisión de Capellanías”, se conservan gran número de expedientes en que se asigna un presbítero para atender la Institución de San Andrés de Vilavella, datando el primer expediente del año 1632.

Todo esto parece indicar que en tiempos anteriores, quizá paleocristianos, hubo en este lugar una comunidad católica que veneraba a San Andrés y posteriormente, al constituir Parroquia y edificar nueva Iglesia sobre la Ermita de San Andrés, le dieron el título de Santa María, titular casi común en las parroquias gallegas, aunque sobrevivió a lo largo de muchos siglos el culto a San Andrés con carácter de capellanía.

Según la obra “Manual de Historia Eclesiástica” de Bernardino Llorca, las diócesis y parroquias fueron delimitadas geográficamente en el siglo IX; antes eran grupos humanos (comunidades) sin límites territoriales fijos.

Posteriormente, en el siglo XVIII, fue eregida la Capilla de San Cristóbal del Vilar por la Familia Fresco, vecina de dicho paraje. Esta Ermita pereció en la expropiación y con tal motivo fue trasladada al barrio de Esfarrapa.

En 1966, por causa de la gran distancia a la Iglesia Parroquial, los vecinos de Saa construyeron su Capilla, dedicada a la Virgen del Pino, advocación procedente del Santuario con éste titular en Canarias.

En los últimos meses fue practicada una importante restauración a la Iglesia Parroquial que tenía muy deteriorada la cubierta y los lucidos; ahora recuperó su belleza inicial.

En la restauración aparecieron bajo los cales, seis confesionarios tipo hornacina, empotrados en las paredes con el fin de ocupar menos espacio en la nave, modelo no usual en esta zona.

Inmediatamente antes de esta reconstrucción del edificio hubo un intento de traslado a las inmediaciones de Os Alimpadoiros, que pertenece a Vilavella, liberándolo así de la contaminación colindante del parque de carbones; además vino a quedar en un extremo deshabitado de la Parroquia; pero fracasó el empeño al no haber acuerdo unánime entre todos los feligreses, pues cierto número discrepó de este proyecto.

Algunos de los barrios desaparecidos perpetúan su nombre en las nuevas calles de la Villa, como la Rúa do Meidelo (junto a As Campeiras), donde se asentaron muchos vecinos de tal barrio.

Como dato curioso he de constatar que el caso de Vilavella no está previsto en el Derecho Canónico: el desaparecer el curato dejando al cura sin plaza; en tiempos pasados solo era imaginable con un cataclismo. Si hubiera abundancia de sacerdotes como antes, el de Vilavella tendría que concluir con un cese especial al tener que dejar la Parroquia no por un ascenso ni por un castigo.

En resumen, el tributo que As Pontes tuvo que pagar al progreso llevó consigo la desaparición de un valle pintoresco y el éxodo y desarraigo de muchos paisanos como los de Vilavella.

D. Enrique Rivera Rouco

Festas do Carme 1.998

Texto aportado por Xose María Ferro, Director do Museo Etnográfico Monte Caxado (As Pontes)

Fotografía do Cruceiro da Vilavella aportado por Xose María Ferrol

A parroquia do Aparral por D. Enrique Rivera

Na revista das Festas Patroais do ano 1999, D. Enrique publicaba este artigo no que nos aporta datos sobre esta parroquia relativos á poboación, datos sobre a freguesía e a capela.

La Parroquia de Aparral, situada en la parte Sur de la Villa de As Pontes es, en extensión, una de las más pequeñas del Municipio. Está compuesta por los siguientes barrios: Aparral de Arriba, Besura, Cabeza dos Fornos, Candedo, Casas Hermas, Casilla da Sta. do Carballo, A Cova, Cornocelo, Novil, Pedrafita, Pedregás, Pereiro, Porvelo, Precordeiro, Rega, Sexe y Tarrao.

Su nombre procede del gallego primitivo romance:“APO-REIRO” = “Junto al río”. Efectivamente el río Chamoselo, que nace en Roupar, pasa cerca de la Iglesia.Por el costado Norte discurre el trazado de la carretera Comarcal-641 (de Rábade a Ferrol) y comunican sus aldeas varias pistas, siendo las principales, las de A Cova a Ponte do Souto y a Mariñaleda.

Poseía, al comienzo del siglo XX, 270 habitantes; 185 en 1960 y actualmente 65 en las 22 casas que quedan habitadas por los referidos barrios; algunos de los cuales están totalmente vacío, como Besura, Cornocelo, Novil y Rega. La despoblación fue motivada principalmente por motivos laborales: gran número de habitantes se estableció en As Pontes para trabajar en la industria, otros en Ferrol, Vascongadas, Cataluña e incluso en el extranjero. Si bien algunos retornaron al ser jubilados construyendo nuevas vivienda en sus propiedades de antaño.

El suelo de esta parroquia es en general quebrado con abundancia de manantiales, formando diversos arroyos que desembocan en el Río Chamoselo. Los principales son: Lavadoiro, Paluceiro, Cocido y Sexe.Entre los lugares de Porvelo y O Pereiro s eencuentra un yacimiento de arcilla de óptima calidad para toda clase de labores de cerámica, que en años pasados fue explotado por la telleira “Cerámica del Carmen” de As Pontes.

Actualmente hállase sin aprovechamiento, pudiendo proporcionar puestos de trabajo.En el año 1900, siendo Obispo de Mondoñedo D. Manuel Fernández de Castro, se verificó una reforma en sus límites parroquiales, habiéndolo pedido los vecinos de los barrios de Cornocelo, Candedo y Novil por quedarles muy distante la Iglesia de Aparral.

Dichos lugares fueron eclesiásticamente agregados a la Parroquia de Piñeiro, aunque civilmente continúan perteneciendo a Aparral; así poseen el mismo cartero, pedáneo y capataz de caminos de esta Feligresía.

Hubo en esta parroquia, hasta hace pocas décadas en que dejó de practicarse, una Cofradía famosa: la Cofradía de Ánimas, la más antigua y de las más pujantes de la Comarca. Existió ya antes del siglo XVIII, ya que su primer libro que se conserva en el Archivo Parroquial de Roupar se titula “Nueva Fundación de la Cofradía de Ánimas”, lo que demuestra su existencia anterior y que fuera interrumpida por alguna circunstancia. Este libro de “Nueva Fundación” comienza en el año 1735, siendo Párroco de Aparral D. Diego González y Obispo de Mondoñedo Fray Sarmiento de Sotomayor.

Contiene los estatutos por los que se vino rigiendo y la relación de Cofrades afiliados, en gran número ya entonces, además de los Feligreses habían ingresado una alta cantidad de las parroquias colindantes e incluso lejanas. Poseía Mayordomo y Contable para su desenvolvimiento.Los socios estaban recompensados con indulgencias, así como con servicios y sugragios “post mortem”.

Cuando fallecía un Cofrade, el Mayordomo acudía a su funeral portando, a lomo de caballos una abundante cantidad de fachas de cera para lucir durante la función, y además se le aplicaban sufragios o cultos periódicos en al Iglesia de Aparral.En el mencionado libro y siguientes continúa descrita la narración administrativa de cuentas y vicisitudes que vivió la Cofradía hasta su decadencia y extinción desde hay al menos cuarenta años, por haberse quedado obsoleta y la Parroquia despoblada.

Esta Feligresía de Aparral tuvo Cura propio hasta mediados del siglo XIX en la “desamortización de Mendizábal”, en que dicho Ministro de Isabel II expropió los bienes eclesiásticos y despojó la Parroquia de las fincas que integraban el Iglesario e incluso de la Casa Rectoral, situadas en Aparral de Arriba, en donde se aprecia todavía la cimentación del edificio. Desde entonces fue agregada al “Curato de Roupar” con la categoría de “Anejo” o Parroquia unida, y atendida por el Cura de Roupar.

Posee Aparral una Ermita en el barrio de A Casilla, llamada “Santa do Carballo” y cuya Patrona titular es “LA VIRGEN DE LA ASCENSIÓN”, título inusual a la Sma. Virgen (hay muy pocos casos en España); naturalmente no es la “Asunción” sino que, por estar asociada con Cristo a todos los misterios de nuestra redención, se refiere al dogma de la Ascensión del Señor, y efectivamente vino celebrándose la fiesta desde siempre en Mayo, el día de esta solemnidad litúrgica.

En la memoria de los mayores pervive la leyenda, según la cual en otro tiempo se apareció allí la Virgen en la rama de un roble, de ahí el título de “Santa do Carballo”; lo cual no pasa de simple leyenda, ya que si fuera verdad tendría esta romería mucha mayor resonancia.

La fundación del Santuario es antiquísima. La primitiva Capilla estaba situada unos 1400 metros más atrás de la actual, junto al riachuelo. Era más pequeña y ostentaba en el dintel superior la inscripción de la fecha en que fuera construída, en el siglo XIII, pero lamentablemente la demolieron tras edificar la actual, que fue costeada por el Sacerdote D. Paulino Pérez Ledo, natural de A Casilla (hijo del entonces Peón Legoeiro de la Carretera C_641). Párroco de Somede, donde falleció en 1.951, poco después de inaugurar la Ermita.

Asimismo esta Parroquia dispone de dos cruceros de granito antiguos: uno en el barrio de Pedrafita distinguidamente logrado con basamento e imágenes tradicionales y capitel del Orden Corintio. El otro, ubicado en A Cova, es de fabricación más simple, sin imágenes, y con capitel de imitación Dórica.La Iglesia Parroquial es muy antigua, procedente de la Edad Media, como demuestran su estructura con dos pórticos primitivos, el retablo con la sobriedad del barroco inicial y el estar separada de la torre-espadaña, que también procede de esa época; como lo prueba su constitución con frontispicio dotado de gárgolas rudimentarias y “Ojo de Buey” sobre la campana. Hállase catalogada en el Patrimonio Cultural del Estado.Ambos monumentos recibieron en el presente año (1999) una importante restauración que les devolvió su sabor primitivo: la techumbre de la Iglesia estaba muy deteriorada y, por si fuera poco, debido a la falta de medios, en 1976 sustituyeron su mayor parte por uralita acanalada, cometiendo una aberración arquitectónica.

La torre-espadaña sufrió en los últimos años grave ruina al ceder la cimentación y principalmente con los seísmos que sacudieron Galicia en 1997.El costeo de estas restauraciones fue subvencionado por el “Programa Próder” de Euro-Eume y por la Excma. Diputación Provincial, además de la contribución de los Feligreses y donativos de entidades y vecinos de As Pontes.

Asimismo, en el pasado año, fueron restauradas las dos principales imágenes de esta Iglesia, muy antiguas, con vestido y mérito histórico: la Patrona a expensas de D. Marcelino Blanco Fernández, de As Pontes, y la Virgen del Rosario, por Dª Carmen Castro y otro Feligrés.

La Patrona es la Virgen de la Asunción que antaño se celebró el 15 de Agosto. Mas, desde hace mucho tiempo, la devoción popular se desvió hacia San Juan y viene celebrándose en el mes de Junio.

Finalmente hemos de señalar que tampoco en Aparral faltó alguna persona ilustre, por ejemplo el Excmo. Señor D. Diego Franco Couceiro (que aún vive), natural de Casas Hermas y General de Brigada de Aviación, con base en Reus (Barcelona)

Aparral, verano de 1999

Enrique Rivera Rouco.

Texto e fotografías aportados por Xose María Ferro director do Museo Etnográfico Monte Caxado

EL SANTUARIO DE SAN RAMON DEL PARAÑO POR D. ENRIQUE RIVERA ROUCO

Imaxe cedida por Xose María ferro, director no Museo Etnográfico Monte Caxado. Procesión no ano 1966

Outro dos artigos de D. Enrique na Revista das Festas Patronais, do ano 1993, fálanos da Capela de San Ramón do Paraño. Santuario para min moi especial, pois dende neno tocábame celebrar o patrón, xa que meu pai, Amador López, fíxolle a festa a San Ramón durante moitos anos, xa que se ofrecera estando na Guerra Civil, a facerlle a festa se volvía con vida. Por outra banda O Paraño e a Forxa, son as miñas raíces, xa que meu pai, Amador, era do Paraño e, miña nai, Remedios era da Forxa.

EL SANTUARIO DE SAN RAMÓN DEL PARAÑO.
Reseña histórica, por D. Enrique Rivera Rouco,
Cronista Oficial de As Pontes.

  • PROCEDE DE UNA FUNDACIÓN LAICAL QUE PERMANECIO SIN REDIMIR
  • CON MÁS DE CUATRO SIGLOS DE VIDA SIGUE SIENDO CENTRO DE GRAN DEVOCIÓN Y CONCURRENCIA.

Al objeto de información de nuestro pasado histórico consigno los siguientes datos que, sobre la vida y vicisitudes de este Santuario, pude hallar entre la abundante documentación antigua que de las propiedades del Paraño conserva el vecino Don Alfonso Castro Ramos, quien amigablemente me permitió investigar.


La fiesta de San Ramón gozó, desde antaño, de gran aceptación y concurrencia y asimismo es famosa la romería en la Ermita de su nombre, emplazada desde finales del siglo pasado en el Barrio del Paraño, al lado de la carretera general C-641, habiendo sido trasladada de su primitiva ubicación en el valle adyacente junto al arroyo “Rego da Forxa”. A esta romería acuden para cumplir sus promesas gran número de devotos, principalmente, madre que últimamente hayan alumbrado.


Características peculiares de este Santuario son: primero, el proceder de una antiquísima fundación particular en la modalidad de Capellanía laical colativa de sangre, es decir, un Patronato laical, de carácter hereditario en el que el fundador y los sucesores primogénitos, con el título de Patrones, conservaban todas las atribuciones sobre la fundación y su desenvolvimiento, así como la designación del Capellán.


En segundo lugar, el haber sido el único caso en la Comarca en que el Patrono continuó este dominico hasta nuestros días, pasando por alto la ley de “Redención de Capellanías y Fundaciones” de 1.874, de suerte que fue su último dueño D. Francisco López Prieto, de A Forxa, fallecido sin sucesión en 1.974, por lo que actualmente ostenta este dominio su sobrina Dª Felisa López.


¿Cuándo fue creada la fundación? – No se conserva el documento fundacional. Consta, no obstante, que la familia fundadora ha sido la que moraba en el lugar “Da Fraga” de la Feligresía de As Pontes y, como entonces era usual, llevaban por único apellido “Da Fraga”.

Imaxe cedida por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado. Momento da poxa onde aparece Amador López Ledo.

Ese lugar, desaparecido desde hace más de un siglo, estaba situado entre los barrios de Meda, Vacariza y Carballal, ocupando la cima y ladera sur, aún hoy denominada “Casavella da Fraga” y donde todavía se aprecia la cimentación de la vivienda (muy cerca del repetidor de la TV). Fue una casa potente en aquel entonces, como se deduce de las extensiones de tierra que poseía y de haber erigido una fundación.


La alusión más antigua a la Ermita figura en un documento de permutas sobre bienes de la misma que, en 1.772, verificaron dos familiares de la referida casa “Da Fraga”.

Texto aportado por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado.

CONSENTIR EN MORIR PARA VIVIR

Cuando uno se para a leer o a escuchar con atención el evangelio descubre enseguida su significado. Unos griegos, medio judíos en su práctica religiosa, se sienten atraídos por la figura de Jesús y tratan de entrar en relación con él a través de sus discípulos más genuinamente helenos, Andrés y Felipe, originarios de Betsaida, región helenizada. Curiosamente, la respuesta inicial de Jesús a estos dos discípulos es una plática sobre el sentido de su propia muerte, ya próxima. Después dará comienzo a una breve plegaria marcada por la angustia y coronada por su decisión de consentir el sufrimiento que le espera. Finalmente volverá sus ojos a la multitud para anunciar el fracaso de los poderes que le atacan y su propia victoria a través de todos los creyentes que se verán atraídos por Él. En resumidas cuentas: la entrada en la comunidad creyente de un grupo de fieles ajenos al pueblo de Israel viene a ser fruto de la gesta incomparable de Jesús, que ha llegado al extremo de consentir una muerte trágica antes de extender su influjo sobre el mundo entero más allá de su muerte.

A mí me parece, de todos modos, que esclarecer las intenciones del evangelista, lejos de poner punto final a nuestra reflexión, deja abiertas ante nosotros muchas preguntas. La primera de todas puede ser la siguiente: ¿por qué es necesario morir para dar fruto? La imagen, en labios de Jesús, es elocuente: «os lo aseguro: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo. Pero, si muere, da mucho fruto». Esta imagen parece el reflejo de la propia vida de Jesús. Pero, en la trama de nuestras vidas, ¿de que verdad es reflejo, a su vez?

Es, por cierto, en el propio evangelio de Juan donde creo encontrar un esbozo de respuesta a esta pregunta: es el gesto de devolver la vida a Lázaro el que mueve abiertamente a las autoridades judías a sentenciar a muerte a Jesús ¿No es paradójico? Su poder para devolver la vida le llevará a la muerte. Todo lector asiduo del evangelio joánico sabe hasta qué punto el tema de la vida, de la misteriosa «vida sin fin» en concreto, es un hilo conductor del relato evangélico ¿Por qué, entonces, elegir la vida en toda su plenitud supone la muerte?

Creo que la vida me ha dado una respuesta parcial a esta pregunta. En el fondo, yo mismo no he dejado nunca de morir. Al abandonar el vientre materno lo que hice fue poner fin a mi vida dependiente dentro de una cálida crisálida. Cuando me llegó el día de ir, por primera vez, a la escuela, tuve que despedirme de muchas horas jugando feliz y ponerme a aprender a leer y escribir. Ya adolescente, me fui a vivir a un piso compartido, renunciando así a una parte de mis lazos familiares y entregándome a la ardua tarea de adquirir una preparación. Más tarde, a los dieciocho, dejé mi pueblecito de Rouyn-Noranda para matricularme en las instituciones académicas de Montreal. Tomé la decisión de cursar primero estudios universitarios en Ottawa y, después, bíblicos en Europa y en el Oriente Próximo, ávido siempre de conocer culturas y realidades nuevas. Hasta que llegó para mí el día de tomar una decisión crucial: dejar atrás, en buena medida, todo aquello que había estado construyendo durante veinte años, así como la seguridad que me venía deparando, con el fin de empezar un nuevo proyecto de vida, lo que supondría morir a muchas cosas hermosas para poder nacer a otras ¿Qué continuidad puede haber entre todas estas muertes sino el anhelo de ser fiel a la vida, a la llamada de la vida en plenitud y verdad? ¿Qué sentido pueden tener nuestros desiertos sino el de esperar en ellos la tierra prometida?

Yo estoy personalmente convencido de que ningún ser humano puede crecer y seguir adelante, abierto sin cesar a la verdad y a la vida que le salen al encuentro en su camino, sin aceptar la necesidad de morir cada día a una parte de sí mismo, como la crisálida que viene a morir para convertirse en mariposa. No tenemos acceso al diario íntimo de Jesús pero yo imagino en Él esta misma necesidad cuando declara: «allí donde yo vaya irá también mi servidor».

He hablado, líneas atrás, de una respuesta parcial, en absoluto completa, pues queda en pie un profundo interrogante: ¿por qué hay muertes que, al menos en apariencia, lejos de ayudar a crecer, matan el alma y el corazón de la persona? He vuelto a leer recientemente el relato de los hermanos, padres y amigos de las catorce mujeres asesinadas en la masacre que tuvo lugar en la escuela politécnica de Montreal. Son personas rotas que confiesan haber perdido las ganas de vivir desde aquel seis de diciembre de 1989, si es que no han puesto ya fin a su vida ¿Cómo seguir hablando, entonces, de una muerte que ayuda a crecer? Sin haber dado con la respuesta definitiva a esta pregunta, reconozco que solo puedo hacerme eco de semejante misterio contemplando, en la fe y en el amor, la historia íntima de Jesús que dice: «Ahora mi alma está agitada y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora….»

En esta fe y en este amor me gustaría celebrar la esperanza de que estas muertes sin sentido den a luz una vida absolutamente inesperada.

Texto original de Andréé Gilbert traducido por V.M.P.

NUNCA RENUNCIES A LA FELICIDAD

¡Preciosa homilia del Papa Francisco!!!

«Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir enojado a veces, pero no olvides que tu vida es la empresa más grande del mundo. Solo tú puedes evitar que se vaya cuesta abajo. Muchos te aprecian, admiran y aman. Si pensabas que ser feliz es no tener un cielo sin tormenta, un camino sin accidentes, trabajar sin cansancio, relaciones sin desengaños, estabas equivocado.


Ser feliz no es solo disfrutar de la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza.
No solo es celebrar los éxitos, sino aprender lecciones de los fracasos.


No es solo sentirse feliz con los aplausos, sino ser feliz en el anonimato.


La vida vale la pena vivirla, a pesar de todos los desafíos, malentendidos, periodos de crisis. Ser feliz no es un destino del destino, sino un logro para quien logra viajar dentro de sí mismo. Ser feliz es dejar de sentirse víctima de los problemas y convertirse en el autor de la propia historia, atraviesas desiertos fuera de ti, pero logras encontrar un oasis en el fondo de vuestra alma.


Ser feliz es dar gracias a Dios por cada mañana, por el milagro de la vida. Ser feliz es no tener miedo de tus propios sentimientos. Es saber hablar de ti. Es tener el coraje de escuchar un «no». Es sentirse seguro al recibir una crítica, aunque sea injusta. Es besar a los niños, mimar a los padres, vivir momentos poéticos con los amigos, incluso cuando nos lastiman.


Ser feliz es dejar vivir a la criatura que vive en cada uno de nosotros, libre, feliz y sencilla. Es tener la madurez para poder decir: «Me equivoqué». Es tener el valor de decir: «perdón». Significa tener la sensibilidad para decir: «Te necesito». Significa tener la capacidad de decir «te amo».


Que tu vida se convierta en un jardín de oportunidades para ser feliz …
Que tu primavera sea amante de la alegría. Que seas un amante de la sabiduría en tus inviernos.
Y cuando te equivoques, empieza de nuevo desde el principio. Solo entonces te apasionará la vida. Descubrirás que ser feliz no es tener una vida perfecta.
Pero el uso de las lágrimas es para regar la tolerancia. Utiliza las pérdidas para entrenar la paciencia. Usa errores para esculpir la serenidad. Usa el dolor para pulir el placer. Usa obstáculos para abrir ventanas de inteligencia.
Nunca te rindas … Nunca te rindas con las personas que te aman. Nunca renuncies a la felicidad, porque la vida es un espectáculo increíble ”.

(Papa Francisco).

ACOLLELO CAMBIO

A coresma é o tempo do cambio. Conversión quere dicir isto: cambio. Hai duas maneiras, porén, de entendelo cambio: cambiar eu certas cousas na vida –na miña ou na dos outros- ou ben acollelo cambio. O primeiro e máis doado ca o segundo. Cambiar cousas, mesmo importantes na vida, e máis doado que acollelo cambio. A vida pódenos cambiar nun intre. O que non pode a vida é facer o que só nosoutros podemos: acollelo cambio. A conversion da que nos fala Xesús non é troco dunhas cousas por outras: do que está mal polo que está ben. Non nos convida a trocar cousas na vida. Isto xa sabemos facelo se queremos. Convídanos a acollelo cambio, a vida que nos cambia nun intre ás veces. Isto é a conversion que agarda de nós.

A vida é certo que pode nos cambiar nun intre. Para ben ou para mal. A vida vén como vén. As cousas pasan, ás veces, sen que poidamos facer nada por evitalas. Sen que poidamos nin sequera entendelas. Ós malos tócalles a lotaría. Alomenos parécenos que nunca lles pasa nada. Todo me pasa a mín «Por qué a mín?», pregúntase calquera, «se eu sempre me portéi ben e fun una boa persoa…». No entanto, para ós que lles vai ben ou non lles pasa nada, non é certo que foron ditas aquelas palabras: «vindo a luz ó mundo os homes escolleron a tebra en vez da luz?»

O difícil non é trocar unhas cousas por outras, as malas polas boas. Se che toca a lotaría podes facelo axiña. E se non che toca pero es unha boa persoa sempre poderás mellorar. O difícil é acollela luz que vén cara a nós cando a vida nos cambia. O difícil é crer na luz no medio da tebra deste mundo onde ós malos nunca lles pasa nada é, por riba de todo, lles vai moi ben.

Texto escrito por V.M.P.

MAIS DATOS SOBRE A CAPELA DE SAN VICENTE DE PONTOIBO


No ano 1992 D. Enrique publicou un artigo na revista das Festas Patronais, ofrecendo
datos que no artigo anterior non aparecen e outros que sí se repiten. Recollo este artigo
por consideralo máis completo co anterior e polo seu interese.


O SANTUARIO E A ROMARÍA DE SAN VICENTE DE PONTOIBO
Por D. Enrique Rivera Rouco
Cronista Oficial de As Pontes


Malia o ritmo de vida moderna que envolve ó Pobo de As Pontes e o notable número de persoas que acoden de fóra do Barrio, segue mantendo o testemuño de piedade e degoro relixioso e tamén de reunión e convivencia social, baixo a súa expresión festiva e de comunicativa ledicia, entre a xente que a celebra.

Para moitos deles aínda pode ser válida a frase do escritor JOVELLANOS que, no século XVIII, indicaba ó Rei Carlos III no “Informe sobre la ley Agraria”: “…no conocen nuestros
labradores otro placer, otra diversión que sus fiestas y romerías…”

Entre as facetas de relixiosidade tradicional que conserva a participación na Misa da Festa, na procesión, na “imposición do Santo” e na entrega de ofrendas, destacan as esmolas en especie, motivo da subasta ou “poxa” ó remate da procesión, en cumprimento de promesas antes feitas pedíndolle a San Vicente a saúde do gando ou tamén dalgunha persoa enferma, e que consisten en anacos de carne de porco e outros produtos agrarios.


O Santuario de San Vicente é de orixe inmemorial, aínda que a Ermida actual ten estilo neoclásico tanto no retablo como no edificio, que foi reconstruído e ampliado no ano 1847. No entanto a imaxe do Patrón procede de data moi anterior: é unha talla ben lograda, da que non hai constancia da súa adquisición ou doazón. O estilo iconográfico que presenta -ensinando na man o instrumento do martirio (unha cadea)-
sitúa este exemplar dentro da corrente escultórica da Baixa Idade Media (a partir do
século XIII), por iso a imaxe pode ter cincocentos anos.


Esta capela curiosamente está erixida nunha zona onde aparecen restos primitivos doutra civilización; antes de que achaiasen o adro observábanse nel vestixios de enterramentos antigos, os remates de laxas de pedra que configuraban nichos rudimentarios. Nun desmonte feito en anos pasados apareceu o sarcófago que alí se conserva: unha peza perfectamente lograda representando a figura humana no seu interior.


Acerca deste sarcófago había unha crenza de que a auga que sempre ten (procedente da chuvia) permanece alí milagrosamente e é curativa, por iso lavaban nela os ollos ós enfermos da vista.


A situación da ermida nun entorno de enterramentos primitivos revela a súa procedencia paleocristiá, cando as primeiras comunidades cristiás seguían o método de cristianizar os lugares do culto pagán e as súas deidades, situándose no mesmo sitio deles. Así aparecen ao lado dun “castro” e con enterramentos deste tipo moitas igrexas,
como as de Ribadeume, Bermui, Espiñaredo, etc.


As fincas inmediatas á capela de San Vicente, polo sur, teñen desde antigo o nome de “Porto da Vila”, mostra de que noutros tempos houbo por alí un poboado ou “vila”.

Nesa vertente do sur da capela hai un manancial que se chama a “Fonte do Santo”, con auga fresca e sabedora que usan no seu consumo moitos veciños de As Pontes.

Sobre o desenrolo da vida deste Santuario só dispoño dos datos que conserva o Arquivo Parroquial, e que parten do ano 1745. Segundo as partidas dese libro, tiña este Santuario unha vida florecente: era propietario dun grande número de cabezas de gando que tiña “postas” ou alugadas ós veciños (vacas, bois, cabalos, cabras, colmeas, etc.). Os seus produtos, xuntamente co petitorio da Capela, formaban o “cargo” (ou haber) do Santo, que nese ano (1745) deixou un excedente de 977 reais e 12 marabedís.

Corrían cas contas un Mordomo e dous Contadores (baixo a supervisión do Cura) e eran nesa data -respectivamente- Xacinto do Castro, Remigio do Chao e Pedro da Bouza. Tiñan por “descargo” (gastos) os estipendios das funcións patronais, a adquisición de cabezas de gando para alugar e a conservación da Capela.

Continuou con este sistema administrativo ata entrado o noso século, en que desapareceu o aluguer do gando por parte do Santuario; máis, en troques, comezou a potenciarse a concorrencia de ofrendas -ou esmolas- en especie que, ata fai trinta anos, sobraban para costear a festa e conservar a Capela.

Ao incrementarse a cantidade de esmolas destacouse a subasta ou “poxa” que se fixo célebre e singular en toda esta Comarca. Tivo o seu apoxeo polos anos 1940-1960, aproximándose algúns anos aos mil quilos o volume de carne poxada.

Nas últimas décadas foron baixando estas cantidades paralelamente á decadencia do entorno rural, que de cote vai despoboándose. Dirixe a “poxa” D. Salustiano Ameneiro Vázquez con grande humor e divertimento do público. Nos últimos anos puxou uns 250 quilos de carne de porco a 400 pts. o quilo; 8 coellos a 800 pts.; 5 ducias de chourizos a 30 pts. unidade; 5 pares de queixo do pais a 800 pts. a peza; 6 ferrados de trigo a 70 pts. o quilo; 2 ferrados de maínzo a 1.300 pts.; 300 quilos de patacas a 30 pts. quilo; e varias aves, cotizadas segundo especie.

Resulta claro que nos tempos actuais a esmola representa só unha pequena axuda para o custo da festa, cando en datas recentes pasaba de costeala quedando sempre un remanente. Así o constata o derradeiro libro de administración deste Santuario, no que sobresae o incidente do ano 1946: o día 3 de febreiro dese ano, fíxose unha xuntanza xeral do Barrio na casa de D. Andrés Corral Cazás, presidida polo Párroco D. José Río Seijo, con motivo de “normalizar a administración” pois viñan acontecendo abusos, e ditáronse alí as regras para a recadación, inversión, organización da festa, conservación do edificio, etc.

E decidiuse abrir unha cartilla na Caixa de Aforros de As Pontes para depositar os fondos sobrantes. As melloras feitas no Santuario nas últimas décadas foron: o cielorraso, pavimentación, caleados, adquisición de lámpadas, construción dun palco e unha cabana. Recentemente, sen medios, pero co entusiasmo dos veciños, achaiouse o chan, e cubriuse mediante uralita un tramo do adro (136 metros cadrados) onde se oficia a misa o día da festa e ten lugar comodamente a verbena, aparte de servir para as reunións do vecindario. Mesmo así construíuse un muro circundante que protexe e adorna o espazo exterior. En resumo, a romaría de San Vicente de Pontoibo segue sendo unha celebración típica e ó mesmo tempo moderna e alegre, dentro dun barrio entusiasta e acolledor como é Pontoibo

Foto da páxina Daquela As Pontes.

Texto aportado por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado

¿CUAL ES NUESTRA PRÓXIMA ETAPA?



Ésta es la historia de Babai Sathe.


Sucedió en Jawalke, una minúscula población del estado de Maharashtra, en el centro de la India. Se la veía siempre con el manguito neumático de la tensión, el estetoscopio y una báscula para pesar a los bebés ¿Quién era ella? No era médico ni enfermera. Era una mujer analfabeta de la casta de los intocables, nacida en la miseria más absoluta. Sólo comía cuando las castas superiores le tiraban comida y ésta caía al borde de su sari. Caminaba descalza por el pueblo porque las mujeres intocables no tienen derecho a usar calzado. Hasta que se habilitó para trabajar como sanitaria en el pueblo, asistir partos, curar enfermedades y  salvar vidas ¿Qué había pasado, pues?


Sathe se acordaba de cuando debía permanecer durante horas cerca del pozo local, que no tenía derecho a tocar, esperando a que alguna mujer de otra casta superior se compadeciera, al fin, de ella y llenara su cubo de agua. Era tan pobre que lavaba su cabello con barro y no tenía más que un sari: cuando lo lavaba se quedaba esperando en la orilla del río hasta que estuviera seco. Casada a los diez años, nunca pudo ir a la escuela.


Por aquellos días cierto médico, graduado en una de las facultades más prestigiosas de la India, tomó la decisión de consagrarse, junto con su esposa, a los más pobres de los pobres. Para promover la medicina preventiva puso en marcha un programa en el que los propios habitantes del lugar debían implicarse, sobre todo las mujeres de las castas inferiores, tras recibir una formación específica. Así fue como Sathe empezó a formarse. Y lo primero iba a ser la transformación de sí misma. Hasta entonces, cuando alguien le preguntaba su nombre, ella respondía con el nombre de su pueblo natal y de su casta, pues no creía tener identidad propia como ser humano. Fue mirándose en un espejo cómo se acostumbró a decir su propio nombre. Poco a poco fue aprendiendo a habitar su propia persona y a apropiarse de su identidad. Tras varias semanas y meses de formación en cuidados de la salud, llegó a ser una autoridad en el lugar: asistía los partos, prodigaba consejos a las madres más jóvenes, desmitificaba la salud y desmontaba sus mitos. «Yo era como una piedra sin alma -solía recordar-; cuando vine aquí recibí un ser, la vida. Aprendí a ser valiente y audaz. Me convertí en un ser humano». Sathe acababa de nacer.


La historia de Sathe nos puede ayudar a comprender el evangelio. Jesús, en cierta ocasión, se refirió a una curiosa iniciativa de Moisés, al fabricar y levantar éste en el desierto una serpiente de cobre y bronce para contener la plaga de serpientes venenosas que venía diezmando a su pueblo ¿Por qué fabricar una serpiente? La serpiente es un símbolo de vida, de renovación y eterna juventud al mudar su piel una y otra vez. A Esculapio, dios griego de la salud, se le representaba en forma de serpiente. No en vano, hoy en día, la serpiente enroscada en torno a una vara es el símbolo del árbol de la vida y el emblema de las sociedades médicas. Pues bien, Jesús hará suyo este símbolo para anunciar su propio destino. No olvidemos aquellas palabras que el propio Jesús le dirige a Nicodemo: «sin nacer de nuevo nadie podrá ver el Reino de Dios». Si estamos hablando nada menos que de un nuevo nacimiento, ¿qué significa, entonces, nacer de nuevo?


No es fácil explicar lo que significa nacer de nuevo. Cuando habla con Nicodemo, Jesús evoca la imagen del viento: uno sabe que hay viento cuando lo oye sonar pero lo que no sabe es en qué dirección va a soplar un momento más tarde. Uno puede trazar un plan pero no puede trazar de antemano la ruta que lo hará prosperar. Prosperar conlleva actuar siempre con transparencia, buscar la luz y secundar una inspiración interior que viene de Dios: «El que realiza la verdad busca la luz para dejar de manifiesto que sus acciones son acordes con la inspiración de Dios». Tendrá, además, el valor de abandonar su vieja piel, como la serpiente. Eso fue lo que hizo Sathe. Ya no dirá en lo sucesivo «he llegado a la meta» sino «¿cuál es la próxima etapa?»


Pero aun nos queda un paso más. El evangelio enseña que Jesús es la serpiente de vida, la luz que abre el camino hacia una vida sin fin. La serpiente levantada en el desierto es claramente una alusión a la cruz: siguiendo el camino del amor fue en ella donde Jesús abandonó su propia piel, con la que tanto bien hizo, para nacer a la vida universal que hoy en día nos sigue transformando más allá del tiempo, por medio de seres humanos como aquel médico que hizo nacer una persona nueva en Sathe.

En el año 2005 Babai Sathe, la intocable, fue elegida Sarpanch, esto es, líder en la población de Jawalke ¡Qué triunfo de la vida! Nosotros sabemos que esta victoria no ha sido fruto del azar pues tiene rostro: el que Dios ha querido revelarnos por medio de Jesús ¿Estamos dispuestos a que esta misma fuerza de renovación nos siga transformando y conduciendo hacia una vida sin fin?

Texto de André Gilbert y traducido por V.M.P

LA VIOLENCIA DE LA VIDA

El once de septiembre del año 2001 quedará grabado para siempre en nuestra memoria colectiva como el día de la violencia religiosa. Aquellas bombas humanas ¿no buscaron su justificación en una santa cruzada contra el imperio del mal, la civilización occidental, que ataca abiertamente los preceptos milenarios de la ley islámica? Es en esta clave como propongo volver a leer el relato evangélico en que vemos a Jesús expulsando a los mercaderes del templo.


Es curioso que un mismo relato aparezca recogido en los cuatro evangelios.  Excepción hecha naturalmente de los relatos que nos cuentan la muerte y la Resurrección de Jesús. Llama poderosamente la atención que los primeros cristianos hayan querido que llegara hasta nosotros el recuerdo de un hombre Jesús que parece «fundir los plomos». Juan, por cierto, describe el gesto de Jesús con más crudeza que los demás evangelistas. Nos cuenta, por ejemplo, que «hizo un látigo de cuerdas», «tiró al suelo las monedas de los cambistas y volcó sus mesas».  Y, sin embargo, el evangelista no dice en ningún momento de ellos que fueran unos ladrones o embaucadores.  Se limita a recordar que eran unos simples mercaderes y cambistas ¿Cuál es, pues, el problema?


Conviene recordar el papel tan importante que juegan en el templo estos mercaderes. Cuando Lucas, el evangelista, nos cuenta que María y José ofrecieron en sacrificio por la circuncisión de Jesús lo estipulado según la ley, un par de tórtolas, ¿dónde pudieron adquirir esas aves sino en el puesto de uno de estos mercaderes? Al hacer frente a los vendedores de bueyes, de ovejas y de tórtolas, lo que hace Jesús es poner en cuestión todo el sistema de las ofrendas sacrificiales, es decir, el mismísimo culto del templo. Es un gesto radical, no exento, sin duda, de cierta violencia.


¿Qué puede mover a Juan, el evangelista, a presentarnos una escena en la que Jesús parece hacer blanco en el corazón mismo de la religión judía, tal como podría hacerlo un integrista islámico que rechaza la sociedad occidental? Tenemos un esbozo de respuesta a nuestra pregunta en otra escena anterior, de profundo simbolismo, “las bodas de Cana”: el agua se convierte en vino, el agua de las abluciones rituales en la religión de Israel queda reemplazada por algo mejor, el vino de la fiesta y de la alegría en comunidad que trae Jesús. En la escena de los vendedores expulsados a latigazos se proclama, a su vez, que el templo y todo el ritual de los sacrificios han dejado de servir para vivir en relación con Dios y han sido superados por el nuevo templo que es la persona misma de Jesús, vivo para siempre después de una vida entregada hasta la muerte.


Y, no obstante, ¿por qué toda esta violencia? Es la violencia propia de la vida. Como el que va a nacer oprime desde dentro el vientre de su madre para salir de él y sale, al fin, gritando a la luz, así Jesús quiere tirar abajo todos esos muros que impiden una relación amorosa con aquel a quien Él mismo llama «Padre». Los discípulos encuentran la clave de la actitud de Jesús en el salmo 69: «el celo de tu casa me devora». Este versículo lo podemos traducir, por cierto, como sigue: «el amor que se entrega me llena del todo» y también «el amor que se entrega acabará por causarme la muerte». El culto del templo no solo no permite alcanzar una comunión vital con Dios, antes bien, la obstaculiza. Tú y yo, ¿no reaccionaríamos, tal vez, como Jesús en nuestro anhelo de vida auténtica ante todo lo que pudiera representar un obstáculo para el amor verdadero? La intensidad de la violencia es del mismo orden que la intensidad del amor.


¿Qué diferencia hay, pues, entre la actitud de Jesús  y la de los integristas de toda laya, musulmanes o cristianos? El integrismo es una postura de rechazo ante cualquier novedad que pueda brindar el presente, con sus experiencias y conocimientos nuevos. Es el acantonamiento en el statu quo y en la creencia de que la salvación consiste en volver al pasado y a las soluciones de otros tiempos. Hay, en el integrismo, una falta radical de fe y una oposición al dinamismo de la vida. La actitud integrista es una fuente de amargura y de odio ante la situación actual, que se convierten en ideología y en violencia destructora. En el polo opuesto, la necesidad de contraer una relación amorosa con un Dios que es Padre y el ansia de vida que despierta esta misma necesidad moverá a Jesús a tirar por tierra los ritos fosilizados del templo y a presentarse a sí mismo, en la ofrenda de su propio cuerpo, como nuevo ámbito para la relación con Dios. La única violencia que aquí tiene lugar es la del amor que construye, manifestado en la Pascua.

Ojala pudiéramos encontrar la misma violencia amorosa y constructiva entre los cristianos de nuestros días, tal vez demasiado entregados a sus actos rituales. 

André Gilbert