
Primeiramente facer unha aclaración sobre o último artigo de D. Enrique publicado, do ano 1977 sobre o MOSTEIRO DE SAN MARTIÑO. Segundo me comenta D. Xabier Martínez Prieto, párroco de Ortigueira e que exerceu tamén aquí nas Pontes, o mosteiro que D. Enrique cita, correspóndese con Pontedeume e débese a que nos documentos fálase de Ponte do Eume (que sería Pontedeume) e non Pontes do Eume (que sería As Pontes).
A D. Xabier Martínez, As Pontes débelle moito, pois mentres estivo exercendo neste concello, pescudou infinidade de datos sobre a Igrexa Parroquial, sobre as outras igrexas e capelas espalladas polo municipio; ademais de crear a Asociación de Estudos Históricos “Hume” (feito que algúns teñen esquecido) e de ser unha persoa defensora do nos Patrimonio. Moitas grazas Xabier!
O artigo de hoxe vai sobre “EL CAMBIO SOCIOLÓGICO EXPERIMENTADO EN AS PONTES EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS”, publicado tamén na Revista das Festas, no ano 1980.
Nel D. Enrique fálanos dos trocos experimentados por mor da industrialización coa chegada de ENDESA ANO 1980 CAMBIO SOCIOLÓGICO EXPERIMENTADO EN AS PONTES EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS.
Por D. Enrique Rivera Rouco.
Como en pasados años, a instancias de la Comisión Organizadora de los festejos patronales, vengo obligado a dedicar unas líneas acerca de nuestro Pueblo para insertar en la revista informativa de la fiesta. En esta ocasión intento describir -a mi manera, sin otras directrices- el cambio sociológico experimentado en esta Villa y Comarca en los últimos tiempos, con base en la observación y reflexión sobre las características que le configuran en la fecha actual y comparativamente sobre las que presentaba en la época de mi infancia.
Era entonces un Municipio de unos cinco mil habitantes, en que la Villa tomaba creciente auge con motivo de la factoría “Calvo Sotelo” pero donde sin embargo predominaban las formas de vida tradicionales:
– La Parroquia de As Pontes poseía el sentido de comunidad y de unión para los intereses comunes, todos nos conocíamos. Hoy en cambio, el sistema de vida es individual y, en porcentaje considerable, no nos conocemos unos a otros.
– Casi toda la población era entonces nativa, mientras que la inmigración de los últimos lustros la convirtió en una sociedad nueva o, mejor, en un conglomerado nuevo que se integra en comunidad.
– El ambiente general ofrecía un tono agrícola y, aunque había un pequeño número de “señoritos” y otros profesionales que no trabajaban en el campo, de hecho todo el Pueblo estaba mentalmente vinculado a la agricultura, en contraposición al aire ciudadano que hoy se respira.
– La manera de vivir era todo el año uniforme, sin vacaciones, sin fines de semana, con acusado sentido del ahorro, pues no se disponía de Seguridad Social y era preciso prever cualquier eventualidad. Los niños trabajábamos en medio de los mayores, lejos de divertirnos, compartiendo con ellos aquella vida esclava.Hoy la mayoría disfruta de vacaciones y fines de semana; no sienten necesidad de ahorrar, y los pequeños poseen todos los mimos.
– Las actuales diversiones (si es que así pueden llamarse) han emprendido el extraño derrotero de las discotecas y de la huida sistemática a lugares lejanos, mientras que los esparcimientos de antaño -más vividos, más satisfactorios y saludables- consistían en las fiestas y bailes del Pueblo y del alrededor, los animados paseos del domingo, los carnavales, celebraciones familiares, etc.-
Entre la juventud de antes no había, por falta de medios, tantos estudiantes como en la actualidad en que casi todos acometen los estudios de enseñanza media y muchos los superiores.
En la gran mayoría, al terminar la edad escolar, no había otra aspiración que la de seguir el sistema de los padres o la de emigrar al extranjero: primero a Venezuela, después a Europa. En cambio hoy frecuentemente piensan en emplearse en las industrias locales y en las vecina, aún a costa de truncar los estudios.
En los hogares va desapareciendo aquel tipo de organización en que el padre respondía de la educación y hasta de la profesión del hijo; es decir, ahora el padre ya no decide por y sobre el hijo, sino que éste se reivindica el derecho de decidir.
Aunque este hecho tenga su factor positivo, es de lamentar el elemento negativo que conlleva el nuevo tipo de relaciones entre padres e hijos: al no hacer caso a los mayores queda automáticamente truncada aquella trasmisión cultural de una generación a otra, con toda la riqueza de experiencia y de valores humanos y espirituales que llevaba consigo.
El extremo opuesto que hoy tiende a imponerse, de la falta de contacto y de convivencia de los muchachos con su familia, supone, sin lugar a dudas, un contravalor y puede ser incluso una de las causas de la delincuencia juvenil.
En suma, hemos de admitir que el Pueblo de As Pontes se encuentra hoy subiendo los últimos peldaños en el tránsito de sociedad tradicional agraria a sociedad moderna industrial.
Comprende actualmente el Municipio unas tres mil familias, de las que solo el 10% residen en los barrios de aldea. Ya no hay, afortunadamente, aquella clase marginal de antaño de gentes muy pobres, sino que, partiendo del nivel económico y de las formas de vida de los vecinos (más que de los principios de la Sociología), podemos catalogar en tres las actuales clases sociales de As Pontes: Un número no elevado de clase alta (ingenieros, técnicos de la industria y algunos industriales autónomos).
Un número mayoritario de clase media -entendida ésta en su sentido amplio de cuantos viven holgadamente-: comerciantes, pequeños industriales, administrativos, profesores, funcionarios, etc. y también los productores de la gran industria, ya que versan en situación ventajosa entre los restantes vecinos de la Comarca.
Y queda un buen número comprendido en la clase baja, por cuanto sus condiciones de vida son más precarias : los agricultores, los obreros eventuales, empleadas del hogar y cuantos no consiguieron colocación. Los ingresos consisten respectivamente a base de honorarios, salarios y (en la clase baja) en unos pequeños productos acompañados de alguna pensión de vejez o de desempleo, por lo que la renta de estos últimos ha de ser conceptuada como de “simple subsistencia”.
La conciencia de clase es “difusa” en la inmensa mayoría; quizás sólo sea “clara” -en línea conservadora- en la clase alta y parte de la clase media, y -en línea reformadora- en los grupos jóvenes.
El ánimo y sentimiento popular aparece como de satisfacción en las clases alta y media, y de frustración en la mayoría de los agricultores y de los que no consiguen empleo en la industria. Cuanto a la formación intelectual hemos de reconocer que sólo una minoría posee estudios universitarios, un número notable (cada vez mayor) el bachillerato y el resto la educación primaria.
Tras esta exposición de las facetas ambientales de nuestro Pueblo, podemos preguntarnos: ¿A dónde vamos los ciudadanos ponteses? Yo diría hacia mayores conocimientos científicos, hacia mejores condiciones de vida, pero quizá en disminución de valores éticos, morales y de convivencia; es decir, el progreso es parcial, no perfecto.
PY, a propósito, quedaría manco este trabajo (siendo quien lo realiza un sacerdote) de no tocar el problema religioso que el antedicho cambio social lleva consigo. ¿Qué pensar del panorama religioso actual de nuestro Pueblo? No se puede ocultar un hecho patente: en gran descenso de las prácticas religiosas.
Quizás las formas de vida religiosa propias del ambiente rural no sean válidas para la sociedad moderna industrial. La vida religiosa urbana, igual que todas las actividades urbanas, presupone un nivel cultural que no se da en las masas trabajadoras inmigradas del campo: es decir, la religión no es una herencia sino que requiere un fondo de convicciones sentidas y vividas.
Los hechos quieren insinuarnos que la religión deja de ser el elemento determinante en la organización de la vida social. No obstante, no quiero concluir con aire pesimista; no preveo la desaparición total de lso sentimientos religiosos de mi Pueblo, sino una crisis característica de nuestra época y que define el siguiente párrafo del Concilio Vaticano II: “El género humano se halla hoy en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Se puede hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también sobre la vida religiosa”.
Texto e imaxe aportada por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes.