Siempre ha despertado en mi ánimo serias dudas quien propone cumplir la voluntad de Dios como fin y logro de la entera existencia. La propia atribución a Dios de una voluntad como la humana me suena a desmesura. Si los humanos tenemos voluntad, esto es, capacidad de querer esto o aquello -de querer y no querer, por tanto- ¿cómo atribuir a la divinidad una mera capacidad, esto es, un hueco que el deseo o el temor pueden llenar de tantas maneras?
Dios no tiene voluntad porque es amor. No hay hueco o vacío alguno en Él porque el amor le llena del todo. El que tiene algo es distinto de aquello que tiene: uno puede tener grandes capacidades pero sin descubrir siquiera. El que es algo es, en cambio, aquello mismo que es. «Yo soy el que soy» -dice de sí el unico Dios en la teofanía del Sinaí- es lo mismo que decir, con San Juan: «Dios es amor».
Somos los seres humanos quienes tenemos capacidades, entre las que importa, como ninguna otra, la capacidad de querer y no querer, la voluntad. Somos los seres humanos quienes sentimos, dentro de nosotros, un vacío por llenar. Más que un vacío, un abismo. Por algo somos capaces de lo mejor y lo peor: de querer algo pero quererlo poco; de no quererlo pero no impedirlo tampoco. La voluntad humana es hueca. Se llena enseguida así de grano como de paja.
En la Navidad la Iglesia escucha los relatos de las Anunciaciones. Hay tres, como sabemos: la Anunciación del Ángel a María, a José y a los pastores. La tercera es la que ahora nos atrae por su fuerza reveladora. En las otras, el anuncio llegaba a una sola persona, a una persona en su soledad. En ésta, sin embargo, el Ángel irrumpe en el silencio de la noche para anunciar la Buena Nueva a unos pastores. Mientras en las anunciaciones a María y a José vemos a estos seres humanos en diálogo íntimo con el mensajero celestial, en el anuncio a los pastores vemos a unos hombres hablando espontaneamente entre sí.
Cuando hay un hueco que llenar, una decisión que tomar o una orden que acatar, no hay tiempo que perder. Pero en las Anunciaciones no hay nada de esto. No se trata aquí de un Dios cuya voluntad espera ser cumplida lo antes y mejor posible. Si Dios tuviera voluntad tendría que hacerla cumplir. Si no la hiciera cumplir, ¿de qué le serviría? La voluntad sirve a los humanos para llenar su propio vacío, para desarrollar sus capacidades, para alcanzar su plenitud. Pero la divinidad no necesita alcanzarla. Dios es amor por entero.
El amor es paciente, sentencia San Pablo. Por eso espera. Las Anunciaciones empiezan por la palabra. No son visiones. No son manifestaciones visibles de la Voluntad divina. Son, más bien, palabras que se comunican. En las palabras hay mucho más amor que en los hechos. Los hechos hablan en silencio. No se ven: se escuchan porque hablan sin palabras, hablan como quien busca las palabras oportunas y no las encuentra. Los pastores, nos cuenta San Lucas…
«se volvieron alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto…»
Algunos traductores anteponen el ver al oír y leen: «lo que habían visto y oído». Pierden el matiz, el sabor de la vida misma. Porque todo lo bueno que nos pasa en la vida necesitamos contarlo y escucharlo. Necesitamos palabras para expresar lo que sentimos. Para responder al Dios que nos habla también a nosotros como habló a los profetas de Israel, como habló a María, a José y a los pastores de Belén. Porque Dios no tiene voluntad. No tiene huecos por dentro. Dios es el que es. Dios es amor.
Ao artigo de hoxe fáltanlle uns parágrafos que eliminei intencionadamente por considerar que a súa lectura pode conducir a unha interpretación falsa do noso pasado, pois está demostrado que o Mosteiro de San Martín do que nos fala D. Enrique, nunca estivo situado no noso pobo, en As Pontes. Como o resto ofrece datos de interese, vai íntegro.
En concreto, neste artigo, D. Enrique nos fala dos restos que se atoparon e se atopan na zona do Chamoselo.
Foi publicado na Revista das Festas de 1996.
ANO 1996
LAS INCÓGNITAS E INMEMORIABLES PERO CORROBORADAS COLONIAS DEL CHAMOSELO.
En la zona del “Chamoselo de Abajo”, desde el Puente Romano a la Presa de Alende, vinieron apareciendo restos de edificaciones primitivas, como tejas, ladrillos y otras piezas, al practicar labores agrícolas, abrir las zanjas para las cimentaciones de las casas del entorno y la construcción de las nuevas Rúas de A Balsa y la travesía colindante al Tanatorio, que delatan la existencia de alguna extraña población en otros tiempos allí perviviente. En concreto, al construir la “Granja Rivera” en 1945, tras la casa señorial núms. 34-36 de la Avda. de Lugo, fue hallada en el subsuelo una estatua de piedra, con 1,50 mts. de altura aproximadamente, que representaba un guerreo tipo “viriato” en su atuendo: casco en la cabeza y espada ceñida al cuerpo.
Lamentablemente no se conservó, ya que el dueño del edificio, D. Eulogio Rivera López, temiendo que la Dirección de Bellas Artes le parase la obra, ordenó a los canteros la ocultasen en la pared y así quedó emparedada en la zona sur de la granja.
Posteriormente, al preparar la cimentación de la casa nº 40 de la Avda. de Lugo salió a relucir un lujoso pavimento de mosaicos de estilo romano, que desde entonces permanece allí oculto bajo el suelo.
Asimismo, cuando hicieron el encaje de la Rúa da Balsa (al final de la década de los 70) se encontraron piedras trabajadas de granito, entre ellas un molino romano, actualmente colocado ante el edificio del Ayuntamiento.
Finalmente, en la travesía entre la Avda. de Lugo y la Calle Presa de Alende, al iniciar los trabajos fueron apareciendo vestigios de dos edificaciones superpuestas una romana y la otra medieval, que, después de ser investigados, quedaron subterráneos al asfalto de dicha travesía (al lado del Tanatorio).
Dada la naturaleza de elementos romanos de muchos de los restos y la proximidad del Puente Romano, sobre el Río Chamoselo, lógicamente es lo más probable la existencia de una villa Romana en este paraje.
El puente es romano y no medieval como algunos lo han definido. La tradición popular y os viejos documentos de las fincas colindantes así lo denominaron siempre. Además posee las características fundamentales de las construcciones romanas: arco de medio punto, con perfil elegante de lajas de pizarra colocadas en vertical (que sufrieron deterioros y arreglos a lo largo de los años), bóveda de sillares “en seco”, rampas de acceso con rasante hasta la parte alta del puente, cepas fuertes, en la base siguiendo forma ligeramente trapezoidal, etc.
Mientras que los puentes medievales y algo posteriores no suelen llevar arco de “medio punto” sino “de carpanel” (más horizontal y exhiben menos esmero en la ejecución de las plantas y rasantes: sillería no uniforme y mampostería de grandes dimensiones, presentando un aspecto menos atrayente y más desproporcionado.
El estudio realizado en 1992 por personas versadas en la materia: los Arqueólogos D. Alberto González y Dª Susana Ricart, en el levantamiento y obra de la Travesía del Tanatorio, aparecieron un nivel de pavimentación conseguido con cantos rodados, al que tipificaron como una pavimentación de calle hecha por mano humana; un muro con correcta factura, de 18 cm. en anchura, origen de una obra importante; otros dos pavimentos subterráneos de diversa época sobre plano de arcilla originariamente romano, una canalización rectangular de desagüe en teja romana; alguna cerámica romana y un cuenco característico del siglo IV.
Aunque el tramo explorado ha sido muy pequeño en extensión por hallarse la zona poblada de casas, quedó clara la existencia de dos asentamientos sobrepuestos: romano y medieval limitando en su parte Oeste 8al lado de la finca núm.19 de la Avda. de Lugo) con rasante interior de calle y paralelamente a ellas, siguiendo los núms. 25 y siguientes, hacia el Bar Calvo, el extremo de una mansión romana en que se apreciaban el borde terminal del “vestíbulum” y “alas fauces” a los que naturalmente tenían que seguir los locales destacados del “impluvium” y “peristilium” y a la altura del Bar Calvo, aproximadamente (bajo la carretera), la terma de los baños públicos.
(………….) (Parágrafos suprimidos, por erro do artigo que fala do Mosteiro de San Martiño de As Pontes, que se sabe que nunca existiu)
En suma, dentro de este sector del Chamoselo, el erigir las nuevas casas en ambos lados de la Avda. de Lugo, perecieron muchos importantes hallazgos antiguos al no darles importancia y sepultada bajo la nueva población la reminiscencia venerable de un egregio pasado.
Enrique Rivera Rouco Cronista Oficial de As Pontes Abril de 1996
Texto e imaxes aportados por Xose María López Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes
¿Por qué Jesús no nació de un padre y una madre como todos los niños del mundo? ¿Qué significa aquello de que su madre, Maria, concibió por obra y gracia del Espíritu Santo? Si Dios vino a este mundo en la persona de su Hijo como un ser humano cualquiera, «en todo semejante a nosotros menos en el pecado» -según San Pablo-, ¿a qué viene atribuirle un origen sobrehumano? ¿No le vuelve este origen menos humano? A todas estas preguntas creo que cabe responder con otra, mucho más compleja: ¿qué es lo que nos hace humanos?
Y la respuesta a esta otra pregunta me parece que podemos encontrarla en las dos anunciaciones: la del Ángel en vigilia a María y en sueños a José. Por allí anda, tal vez, la respuesta a nuestras preguntas comunes, a todas esas preguntas que empiezan con la fórmula «¿por qué no…?»:
¿por qué los curas no pueden casarse? ¿por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes?…o, de nuevo, ¿por qué Jesús no nació como todos los niños?
Vivimos en un mundo que acaba reduciendo todas las preguntas a una sola: «¿por qué no…?». Reduciendolas simplificamos su contenido. Acabamos con su sentido. Ya no son verdaderas preguntas. Son afirmaciones tacitas:
¡claro que Jesús nació de un padre y una madre! ¡claro que los curas pueden casarse o las mujeres ordenarse! etc
En realidad, la pregunta simple y natural «¿por qué no…?» no es tan natural como parece. Lo natural no es preguntarse «¿por qué no?». Lo natural es preguntarse «¿por qué?»,o bien, «¿cómo?» Es lo que le pregunta María al Ángel:
«¿cómo va a ser esto posible si yo no conozco varón?»
La pregunta que adivinamos, a su vez, en la mente de José -porque él, de tan prudente que es, nada dice- tras el anuncio del Ángel podría formularse en éstos o parecidos términos:
«¿por qué me ha pasado esto a mí…?» o, tal vez, «¿por qué me ha hecho esto María, mi mujer?».
La pregunta por el sentido de las cosas que nos importan en la vida es la pregunta asombrada de la filosofía o la pregunta inquisitiva de la ciencia. Es la pregunta de la razón. Pero es también la pregunta del corazón. Lo que nos hace humanos no es únicamente la razón. También el corazón nos humaniza.
La razón alcanza un vuelo que el corazón no puede. El corazón vive apegado a la tierra. Sus alas son muy cortas: apenas sobrevuela. Por eso le afecta casi todo, sufre fácilmente. El que se pregunta «¿por qué?» puede acabar preguntandose «¿por qué no?». Es el vuelo fascinante desde la ciencia a la técnica. Empezamos preguntándonos, por ejemplo, por qué vemos la luna tal como la vemos desde la Tierra. Hoy ya nos preguntamos por qué no viajamos todos a la luna. La técnica ha convertido y seguirá convirtiendo nuestras visiones en realidad. Pero ¿qué pasa con los los ángeles y los sueños de los que nos habla la Biblia? No esperan de nosotros que los convirtamos en realidad. Son la realidad. Y, porque son la realidad, tienen el poder de cambiar la nuestra. Cambian nuestro corazón, esto es, nuestra realidad más humana.
Y llega el momento, al fin, de preguntarse: si el niño Dios hubiera nacido como los demás niños, ¿habría cambiado la vida de su Madre? ¿O acaso no cambia la vida de sus padres cada nuevo nacimiento? ¿Qué es más prodigioso?: ¿el nacimiento de Jesús o el tuyo y el mío? ¿Es que no es también un milagro cada nuevo nacimiento? La cuestión de fondo es si lo que nos hace humanos es el reconocimiento de nuestros derechos a ser iguales o el reconocimiento de lo que nos hace diferentes y fruto de un milagro que la ciencia se esfuerza en explicar.
Los derechos reducen todas nuestras preguntas a la de siempre: «¿por qué no…?». El milagro que es la vida, desde su inicio hasta su término, mantiene viva y abierta la pregunta por el sentido de las cosas que nos importan, incluso el de aquellas que nos parecen en conflicto con nuestros derechos o necesidades como el sacerdocio de los varones o el celibato de los clerigos…
Y el milagro de la vida se celebra en Navidad porque la vida, escribe Juan: «era la luz de los hombres»
O pasado venres 17 de decembro tíñamos a Cruz de Lampedusa en As Pontes.
A Cruz de Lampedusa é unha peza de 2,80 metros de altura, 1,50 metros de ancho e 60 quilos, feita coa madeira dunha patera, unha barcaza de inmigrantes que naufragou en outubro de 2013, que deixou 366 mortos fronte á illa italiana.
O artífice deste cruceiro é o carpinteiro Francesco Tuccio, quen quixo lembrar o drama e honrar aos mortos recollendo táboas do naufraxio para crear esta cruz. En abril de 2014, a fundación italiana Casa do Espírito Santo e as Artes de Milán entregoulle ao Papa a cruz feita a partir das táboas de barcos náufragos. Bendiciuno e díxolles aos representantes da fundación que o levasen polo mundo.
Esta iniciativa busca transmitir unha mensaxe de “solidariedade e paz entre cidades, comunidades, parroquias e culturas”. Os organizadores queren que a cruz sexa unha especie de «correos espirituales» para que poida pasar de comunidade en comunidade, parando nas parroquias que o queiran acoller, para quedar permanentemente acollida tras o seu longo percorrido na Igrexa de San Esteban en Milán.. Esta cruz estivo exposta na Capela da Virxen do Carmen de As Pontes e o sabado por a tarde xa esta exposta en Vilalba.
A continuación reportaje de Mundito Carballo (Facebook) a quien le agradecemos su trabajo desinteresado y altruista.
A continuación reportaje fotográfico realizado por Sandra de Vega y Javier Acosta
Hoxe as 20h nas instalacións do Museo Etnográfico Monte Caxado das Pontes tivo lugar a presentación dunha ruta cultural vencellada o Camiño Francés que se corresponde co antigo camiño real que discurría dende Mondoñedo ata Neda pasando por As Pontes, así como polos concellos de Abadín, Muras, Xermade e San Sadurniño.
Neste artigo, publicado na Revista das Festas do ano 1995, D. Enrique fai un repaso de dos bens da Igrexa que foron incautados na Desamortización de Mendizábal no ano 1835.
LOS BIENES ECLESIÁSTICOS USURPADOS A LAS PARROQUIAS DE AS PONTES EN LA “DESAMORTIZACIÓN” DE MENDIZÁBAL
Por D. Enrique Rivera Rouco
Cronista Oficial de As Pontes
A todos nos suena el nombre de este fenómeno ocurrido en el siglo pasado: “La desamortización de Mendizábal”. Mendizábal era sobrenombre el primer Ministro de Isabel II, Juan Álvarez Méndez, quien ejerció ese cargo, como Presidente del Gobierno, durante los años 1835 y 1836.
Con fecha 11 de octubre de 1835 dictó el decreto de expropiación de los bienes raíces, mayoría de edificios, censos y rentas de los Conventos y de los bienes religioso de las Parroquias, considerándolos “propiedades muertas”, de ahí que denominase “desamortización” a esta hazaña, que el historiador Menéndez Pidal calificó de “inmenso latrocinio”.
¿Y, en nuestras fechas, qué calificación podríamos dar a estos hechos? Y diría que todos los extremos son malos.
Ciertamente que entonces los Monasterios eran económicamente potentados, debido a las donaciones señoriales que recibieran con múltiples territorios que les rendían tributos, así los Conventos de Celanova, Oseira, Sobrado, etc., y, cerca de nuestra zona, los de Caaveiro, Monfero y otros.
Pero el otro extremo ha sido el expropiarles la totalidad de sus bienes reduciéndoles a la miseria, de suerte que los monjes tuvieron que abandonar los monasterios y malvivir dedicándose a regir parroquias y a la enseñanza en las aldeas.
Entonces los edificios de aquellas Comunidades pasaron a servir para alojar cuarteles de la Milicia Nacional, casinos, logias masónicas o bien de alquileres para tiendas y almacenes.
La gente robaba los materiales de esos edificios, y sus riquezas eran vendidas o trasladadas a Madrid, pereciendo un número incalculable de obras de arte, bibliotecas y archivos; solamente en parte fueron recogidos en las Bibliotecas provinciales y Archivos del Estado.
Los mencionados bienes inmuebles fueron subastados en precios baratos, por lo que el Estado en nada se enriqueció, más bien resultaron beneficiados los compradores, quienes luego los revendieron con fuerte ganancia, formándose así muchas fortunas que ocasionaron el desarrollo de la usura, y al colono mayor opresión de la que ejercían los monjes.
En las Parroquias, Mendizábal expropió los “Iglesarios” o sea las fincas de que estaban dotadas para el sustento del Cura y para apastar el caballo (único medio de locomoción de entonces), dejándoles solamente unas áreas de terreno para huerto al lado de la Casa Rectoral.
Algunas, muy pocas, Parroquias esquivaron el desastre presentando una escritura de venta, con fecha anticipada, a un feligrés, el cual, pasada aquella época aciaga, devolvió los bienes a la Iglesia. Esto ocurrió, por ejemplo, en la Parroquia de San Bartolomé de Corbelle (Villalba) que aún posee uno de los mayores “Iglesarios” de la Diócesis: 1200 áreas de territorio.
También en otras Parroquias terminó en fracaso esta maniobra, ya que el feligrés presuntamente beneficiado, no restituyó luego el caudal. Sucedió este caso en la Parroquia de Lousada (Xermade), donde el vecino del Barrio de Abelleira, al que fuera confiada la operación, se aferró a la supuesta venta del “Iglesario” (que comprendía toda la vertiente desde el cementerio y el Barrio de Choutar hasta la casas del Mesón y Portoferreiro), adjudicándose la propiedad, y, con tal motivo, el Párroco terminó sus días enfermo mental.
No aconteció así en As Pontes en que la Feligresía fue despojada de su patrimonio parroquial: la superficie del terreno de unas 10 hectáreas, comprendida entre la Avda. de Ortigueira y el Rego do Campo -ó Canal 4-, y desde el número 45 de la Avda. de Ferrol hasta los Colegios de A Magdalena y Monte Caxado.
El comprador de esta propiedad fue D. Ramón Mesía, por lo que todo el entorno del taller “Seat” era denominado con el nombre de “Prado de Mesía”.
La Casa Rectoral se hallaba situada detrás de los actuales edificios números 75 y 81 de la Avda. de Ferrol hasta hace unos años en que fue demolida.
Sólo le queda una dependencia, cuya parte inferior corresponde a la primitiva Capilla de Sta. María Magdalena (antecesora de la Capilla del Carmen). Poseía un corral y 10 áreas de huerta.
Todo ello fue vendido en 1950 por el Párroco D. José Río Seijo para edificar con su importe la actual Casa Rectoral en la Calle de la Iglesia, número 5.
En el Archivo Parroquial se conserva el expediente de un pleito ente el Cura de As Pontes y el terrateniente Manuel Cora, que comprueba la ubicación del “Iglesario” concordando con la tradición popular.
Conforme este legajo, de finales del siglo XVIII, el arroyo “Rego do Campo” marcaba el límite ente la propiedad de la Iglesia y la del terrateniente. Ambas poseían el derecho de regar las fincas, y el Sr. Cora se extralimitaba rapiñando más agua de la que le correspondía.
El litigio terminó con veredicto favorable al Cura, teniendo que ponerse en regla el contrincante.
Aquella célebre incautación de Mendizábal realizó también el despojo de dos importantes fincas pertenecientes a la Cofradía de Ánimas de As Pontes, situadas una en la orilla del río Eume junto al lugar de A Ribeira Nova, dedicada a pastizal, y la otra de tierra de labranza, en el barrio de Illade.
Asimismo fue confiscada una vivienda y un lugar rústico en As Barosas, bienes fundacionales del Santuario de San Martín de Gondré, para el sostenimiento de su Capellán; patronato constituido por el Conde de Ortigueira, D. Diego Pérez Sarmiento, favorecido con dicho título nobiliario por el Rey Juan II en Marzo de 1442, habiendo alcanzado su dominios hasta Gondré y que fueron redimidos en 1927 por su sucesora Dª Blanca de Mera, tras haber pasado por la pertenencia de la prestigios Familia Pita Romero.
Hay en el Archivo Parroquial un informe sobre la cobranza de las rentas de estos bienes por parte del Cura de As Pontes, que entonces (en 1830) reemplazaba las funciones del Capellán.
Fue también expropiada la finca denominada “Obra Pía”, que tenía su asentamiento en el paraje de “Tras da Ponte”, entre el puente Romano y la nave de Severiano y fuera adquirida por los monjes de la Orden de los Hospitalarios, sucesores de la Orden de “Malta” en el siglo XII.
Con esta propiedad; es decir, con sus productos, era financiado el Hospital que fundaran en As Pontes, y en la Plaza que lleva su nombre “Del Hospital”, cuyo edificio se hallaba en las fincas número 5 y 7 de la misma; de su existencia informa el Censo del “Marqués de la Ensenada”, redactado en As Pontes en 1755, en que lo define como “Hospital para pobres, peregrinos y viandantes”.
De la fecha de esta fundación no hay constancia. Sin duda proceda de la Edad Media. La documentación de aforamiento y redención de la finca (que conservan los actuales propietarios) la nombra con el título de “Obra Pía”.
Praza co Hospital
Al ser privado el Hospital de su medio de financiación dejó de actuar teniendo que retirarse el Médico que lo asistía y las personas que presentaban servicio.
Pasó a ser Escuela Nacional hasta el año 1915 en que fue demolido por orden del Alcalde D. Alfonso Yllade.
Las personas mayores de la Parroquia recuerdan ese benemérito edificio, e incluso se conservan fotografías del mismo.
Aquella depredación de los bienes eclesiásticos desposeyó la Parroquia de O Freixo de un gran monte, llamado “Serrón do Santo”, que se halla entre el Caxado y la Iglesia, al lado de la pista de acceso, en su margen izquierda hacia el Barrio de Covas.
Asimismo, en la Parroquia de Vilavella, fueron usurpados dos amplios prados frente a la Iglesia y a la Rectoral, en los que se efectuaba la fiesta de San Andrés y que pertenecían a la Parroquia.
En Aparral ha sido requisada la propiedad parroquial que comprendía una finca de grandes dimensiones con la Casa Rectoral en el Barrio de Ares (o Aparral de Arriba).
Según los libros del Archivo de esta Parroquia, en esas fechas dejó de tener Cura propio, siendo agregada a Roupar con la categoría de “Feligresía Aneja”, vulgarmente “Anexo”.
Actualmente sólo se aprecia la cimentación de la casa. Toda la finca es propiedad privada.
Es curioso que los “ejecutores” de Mendizábal se les pasó expropiar la finca de “Ánimas”, de 50 áreas, que todavía posee la Parroquia en la vertiente del Barrio de La Visura y que sigue siendo respetada como propiedad de Las Ánimas.
De igual manera perdieron sus bienes las restantes Feligresías de este Municipio (excepto Somede, porque aún no estaba constituida como Parroquia). No poseo los datos concretos para definir los bienes enajenados en las Parroquias últimamente agregadas a As Pontes, aunque es tradicionalmente cierto que sufrieron tal desvalijamiento.
Ante estas injustas expoliaciones de los bienes eclesiásticos el Papa Gregorio XVI protestó al Gobieno Español, pero no tuvo efecto su requerimiento y continuó hasta su consumación la referida estafa.
Entonces el Papa penalizó con excomunión a quienes comprasen los bienes de la Iglesia.
A este respecto hay en el Archivo Parroquial de As Pontes un reescrito del Prelado de la Diócesis de Mondoñedo, D. Ponciano de Arziniega, en que dispensa de la excomunión al vecino de Illade (antepasado de la Familia Picos) por haber adquirido, en la subasata, la finca de Las Ánimas ubicada en dicho Barrio, y a cambio de practicar algunas “obras de penitencia y caridad”. En resumen, de todos estos pillajes y otros de los que ya no tienen memoria nuestros mayores, cabe decir que hirieron de muerte los Conventos y demolieron el gran patrimonio cultural de los archivos bibliotecas, obras de arte y objetos de mérito, principalmente de los Monasterios, pero también de las Parroquias, en las que requisaron libros y mobiliario valioso que fue deportado a Madrid, como relicarios, cálices, crismeras, cruces, lámparas, etc. de oro y plata.
A la Reina, Isabel II, aunque vinculada al Partido Liberal, su conciencia de mujer católica no le transigía presidir el desastre de la “Desamortización”.
Con el fin de reparar estos desmanes llegó a lograr un convenio con el Papa Pío IX, en el año 1868, pero cuando iba a promulgarlo fue destronada y exiliada en Francia. Como que el convenio estaba hecho y aprobado lo promulgó en el año 1874 el Jefe del Gobierno, General Serrano.
En virtud de este acuerdo se comprometió el Estado Español a prestar, pro tiempo ilimitado una ayuda económica al sostenimiento de la Iglesia, conocida por “dotación del Culto y Clero”.
Esta subvención, aunque en pequeña cuantía fue dispensada a la Iglesia a lo largo de las siguientes Monarquías, suprimida en la Segunda República y finalmente restaurada por el Gobierno de Franco.
Actualmente versa en plan de extinción con el deseado proyecto de que la Iglesia se autofinancie por si misma, lo cual es fácil por el momento, ya que el pueblo no está concienciado en ello.
Es fácil decir que Dios está siempre a nuestro lado. No lo es, en cambio, estar junto al necesitado cuando nos necesita. No siempre sino a tiempo: ni antes ni después. Porque nosotros no podemos ser como Dios, que está siempre a nuestro lado. Pero de lo que sí somos capaces es de estar cuando alguien nos necesita. De Dios, solo de Él, es la eternidad. Nuestro, en cambio, es el tiempo.
Nuestro es el tiempo. Lo saben los que se encuentran. En la Biblia nos encontramos con muchos encuentros. Ninguno, acaso, tan conmovedor como el de María, la Madre de Dios, con su prima Isabel. Este encuentro es el pórtico de la Navidad. Con él se cierra el tiempo del Adviento y se abre un tiempo nuevo. Es lo que pasa en todo encuentro. Cada vez que dos personas se encuentran sienten que estaban esperando su encuentro. Estaban en Adviento, que es el tiempo de la espera, y empiezan el tiempo de la hermosa esperanza. Nada será igual después de su encuentro.
Pero lo más extraño de los encuentros que llenan la vida de esperanza porque son inesperados es que recordamos de ellos casi todo. Los detalles más nimios del encuentro se tornan absolutamente relevantes. Lo que parecía inesperado no lo era. Había una espera de fondo, tenue como una brisa de verano y callada como una plegaria sin palabras. Cuando no hay palabras hay detalles, signos que hablan en silencio.
Es lo que vemos cuando nos fijamos en el camino de María al encuentro de Isabel. Se nos dice de la Virgen que se levantó y se puso en camino aprisa ¡Qué cosa más obvia observar que se levantó, por ejemplo! O también, ¿por qué notar que caminaba aprisa y no al paso de cualquiera? O bien, ¿para qué necesitamos saber que entró en la casa de Zacarías antes de saludar por fin a Isabel? Detalles, solo son detalles que se han tornado, de pronto, dignos de particular mención.
Nos pasa lo mismo a nosotros. Nuestra memoria es un poema. Olvidamos los grandes momentos de la vida y recordamos los pequeños detalles que precedieron o sucedieron a esos grandes momentos. Recordamos lo pequeño, las cosas próximas de las que hablaba Nietzsche. Olvidamos, en cambio, las cosas importantes. Y es que lo pequeño habla por sí mismo, sin necesidad de palabras. Lo importante, sin embargo, pide la palabra. Por sí mismo está mudo.
Y este brinco de lo mudo hasta el umbral de las palabras tiene lugar también en cada encuentro. El encuentro es verdadero -y no aparente, como sucede tantas veces por desgracia- cuando los que se encuentran encuentran las palabras necesarias para decir lo que piensan y sienten. Las encuentran porque el otro se las da. Le da la palabra, la oportunidad de hablar libremente. Dar la palabra es dar libertad al que tiene algo importante que decir. Lo importante hay que decirlo con palabras. No habla por sí mismo, como lo pequeño, como los detalles que recordaremos siempre.
Y así sucede también en el encuentro entre María e Isabel. Después de los detalles vienen las palabras necesarias. Ambas mujeres tienen grandes cosas que decirse. En el evangelio de Lucas leemos las cosas tan importantes que Isabel dice de María y ésta, a su vez, de la grandeza del Señor. Pero no perdamos de vista que estas cosas y las palabras necesarias para expresarlas vienen después. Lo primero son los detalles, las cosas pequeñas que hablan por sí mismas, sin necesidad de palabras. Como el niño que salta de alegría en el vientre de Isabel. No habla todavía pero ya se hace notar.
En la vida, si no sabemos hablar sin palabras, con los detalles y las cosas pequeñas, no sabremos hablar con palabras de las cosas importantes. Sin amor la fe es vacía. Sin Adviento no hay verdadera Navidad. Porque la Navidad no es más que un encuentro inesperado. Un poema. Una ocasión para los pequeños detalles que nos hacen tan grandes.
Debido al traslado del sacerdote Víctor Márquez desde la Unidad Pastoral de As Pontes a Castro de Rei, para sustituir a Javier Rodríguez Couce, quién falleció hace unas semanas, motivo por el cual hubo que adaptar los horarios de misa a las nuevas circunstancias y son los siguientes:
AS PONTES – IGLESIA PARROQUIAL – DOMINGO: 12:00H CAPILLA DEL CARMEN – TODOS LOS DÍAS: 19:00H
AS SOMOZAS – IGLESIA PARROQUIAL – 2º Y 4º DOMMINGO: 10.30H CAPILLA DE SAN ROQUE – VIERNES: 17:00H
SEIXAS – 1º Y 3º DOMINGO: 10.30H
ROUPAR – DOMINGO: 10:30H
RECEMEL – 1º Y 3º SÁBADO: 12:00H
APARRAL – 2º Y 4º SÁBADO: 12:00H
PIÑEIRO – 1º DOMINGO: 18:00H
MIRAZ – 3º DOMINGO: 17:30H
O FREIXO, SOMEDE, O DEVESO, SAN XOÁN DO SEIXO, ESPIÑAREDO, VILAVELLA – Se celebrará la Eucaristía en momentos determinados y por petición de los fieles.
Como os artigos dos anos 1992 e 1993 xa se publicaron nesta páxina, pasamos hoxe ao do ano 1994 (artigos das Revistas das Festas Patronais), onde D. Enrique nos fala dos cemiterios ponteses, aportando datos sobre os mesmos.
LOS CEMENTERIOS DE AS PONTES Por D. Enrique Rivera Rouco Cronista Oficial de As Pontes
El primer cementerio, situado detrás de la Iglesia Parroquial, fue erigido en el año 1857 al prohibir el Ministerio de Sanidad los enterramientos dentro del Templo y atrio, con motivo de la epidemia del “Cólera Morbo” que, en estas fechas asoló la Nación.
Imaxe actual do cemiterio vello
Antes se enterraban los cadáveres dentro del Edificio de la Iglesia, colocando los ataúdes de forma vertical para que ocupasen menos espacio y además remozaban el ataúd con cal viva a fin de que se consumiera pronto el cadáver y dejara el lugar para otro.
Las chapas de pizarra que componen el suelo de las iglesias antiguas son tapas de enterramientos. Suelen llevar un agujero en el centro para facilitar su levantamiento y colocar un cadáver. Al ocurrir dicha epidemia comenzaron a crearse los cementerios.
En As Pontes, el señor José Prieto (antepasado de los Prieto Mosteiro) donó la finca en que está ubicado, y, según el libro de fundaciones del Archivo Parroquial así como la tradición de los mayores, fue el primer enterrado D. Ramón Cabarcos, de la Villa, el 30 de Enero de 1858.
Estuvo en uso hasta el año 1926 en que fue construido el actual de las Campeiras, por haberse saturado su espacio. Sobre la puerta de entrada tiene una calavera y un epitafio que dice: “Cual te ves me vi, cual me ves ter verás, trae esto en la memoria y no te condenarás”, y también una pequeña chabola al lado izquierdo que sirvió de sala de autopsias.
Del subsuelo sale un manantial de agua que desemboca en el río por su lado Este, en que hubo un lavadero que usaron las vecinas del entorno. Más no solían beber de tal agua, por provenir de entre los muertos. Gran número de vecinos solían utilizar la sabrosa agua de a “Fonte do Obispo”, situada junto a la Presa de Alende.
Existió una leyenda relativa a este Cementerio, según la cual había en él un “cuerpo santo”, en estado incorrupto; incluso algunas personas afirmaban haber visto sobre su sepultura luz por la noche.
En la pared posterior, colindante al edificio de Fenosa y, en simple hornacina oculta bajo las yedras, se descubrió una imagen de la Virgen del Carmen, tallada en granito, en sus líneas y formato ostenta mayor antigüedad que el Cementerio.
Probablemente fue trasladada procedente de la Capilla del Carmen. Hoy se halla ante dicha Capilla sobre una elegante columna por iniciativa del actual Sr. Alcalde. En este Cementerio primitivo sólo se conservaban dos nichos de tres urnas y dos de una, y varias lápidas con cruces de mármol y otras de hierro ya carcomido por el óxido.
Placa
Fue saturándose y, ya entrado nuestro siglo, la Parroquia aspiraba a la construcción de otro nuevo. Los emigrado de As Pontes en Cuba (que en el Centro Gallego construyeron la Sociedad “Hijos de Puentes de García Rodríguez” en el año 1912) decidieron costear la edificación de un nuevo Cementerio con Capilla, sala de autopsias, osarios comunes en las esquinas del fondo y un local para las herramientas del enterrador con un pozo de agua unido.
Doña Rita Rivera Chao, vecina de As Pontes en la Avda. de Calicia, nº 11, donó el solar en el año 1924. Las obras de cierre del solar, las primeras hileras de nichos y demás equipamientos fueron lentas, pues la inauguración tuvo lugar el primero de Diciembre de 1926.
El primer enterramiento se verificó (conforme constata el libro de defunciones del Archivo Parroquial) el 4 de Diciembre de 1926, en que fue inhumado el cadáver de D. Antonio López Ferro, antepasado de la Familia “Alexos da Vila”.
Y por ser el primer enterramiento le fue cedida la fosa gratuitamente. Cabe señalar que el suelo era tan fangoso y con manantiales y por ello ocurrió que al depositar este difunto en la fosa, con bastante agua en el interior, el ataúd dio un vuelco en la misma. Este hecho desagradó al pueblo, y por eso posteriormente fue elevado el suelo con macizos de tierra, para lo que colaboró toda la Parroquia.
Otra anécdota digna de mención ha sido la discrepancia entre los promotores de la obra y el cura Párroco que entonces era el Licenciado D. José Rivas y Rivas, que deseaba que el cementerio tuviera el carácter eclesiástico, mientras que la Comisión Organizadora exigió fuera Municipal, y al prosperar la iniciativa de estos, el Párroco tomó la iniciativa de marcharse de As Pontes. Tenía de Coadjutor a D.
Fernando Prieto Rouco, natural de As Pontes (Hermano de “Antoña de Carmen”) el cual continuó desempeñando este cargo hasta su fallecimiento en 1946.
La última partida que firmó el Licenciado Rivas en los libros Parroquiales fue el 30 de Agosto de 1925.
En esta fecha fue nombrado Vicario Regente de esta Parroquia D. Celso Castro López, que la atendió hasta el año 1931 en que se hizo cargo de la misma el último Párroco D. José Río Seijo.
Los últimos enterramientos en el Cementerio viejo han sido: Vicente González Franco, do Rego do Muíño, el 19 de Noviembre de 1926; Nieves Ferreiro Fraga (de 6 años) de As Barosas, el 23 de Noviembre de 1926 y el párvulo José Amandino Domínguez Solloso, el 27 de Noveimbre de 1926.
La bendición e inauguración del nuevo Cementerio correspondía al Arcipreste de Zona, que en este caso fue el Párroco de Piñeiro D. José Sequeiro, nombrado Arcipreste al cesar el Licenciado Rivas. Además de las tres hileras de nichos, fabricados inicialmente, se fueron prodigando vistosos panteones con material noble e imágenes de mérito así como costosas fachadas de mármol.
A pesar de que fue ampliado hace pocos años, volvió a completarse debido al engrandecimiento del pueblo.
Por lo que en el año 1982 el Alcalde y Corporación decidieron construir otro en la zona de Alimpadoiros (al Norte de la Villa), y el 18 de Enero de 1993 fueron puestos en venta sus nichos, fosas y parcelas. Es un Cementerio amplio, con elegante trazado.
En su mensura de 40.000 m2 comprende mil nichos, trescientas veintidós fosas individuales, ciento treinta y dos parcelas para cuatro enterramientos y ochenta y ocho para ocho enterramientos.
Las ventas se realizan en riguroso orden de petición y de forma lineal y continua. Con este tercer Camposanto la Parroquia queda servida para muchos años. Está en obras, tardará tiempo en ser inaugurado.
Enrique Rivera Rouco
Texto e imaxes aportadas por Xose María López Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes