DIARIO DE UN SACERDOTE EN EL RURAL

Sabado 25 de Junio

Como es habitual por aquí los sábados a la tarde, los fieles acuden a las misas en sufragio de sus difuntos el aniversario de su muerte. Concurren a la iglesia los deudos y allegados en multitud, pues en las pequeñas parroquias todo el mundo se conoce y se debe algo. Las caras que te encuentras en esta misa te las volverás a encontrar en aquella, aquí como allá, porque quienes han acompañado a otra familia esperan ser acompañados por ella llegado el momento. Hoy por ti, mañana por mí.

En la Galicia rural no hay una misa sin dos. Hay muchas misas de sufragio por los difuntos en un país que se muere lentamente y confía a la memoria los recuerdos de cuantos aquí nacieron y aquí acabarán de vivir. Tal vez emigraron y pasaron largos años lejos de esta tierra. Pero a ella suelen volver: para morir o, acaso, ya muertos.

Yo no me pierdo en distingos. Misa hay una sola porque uno es el sacerdote de la nueva y eterna alianza. Así que celebro en su nombre para los vivos que viven y para los que ya vivieron. Siempre recordaré una sentencia inmensa que escuché a cierta mujer, ya anciana, en la parroquia de Triaba:

«Eles xa pagaron, nos debemos»

Los difuntos ya pagaron su deuda con la vida. Nosotros aun la estamos pagando. Quien haya leído la sentencia de Anaximandro de Mileto podrá recordarla. Yo solo pienso que, entre el sabio milesio y la humilde anciana chairega, han pasado la friolera de dos mil setecientos años en números redondos. Para que luego digan que los difuntos están muertos…

Texto escrito por V.M.P.

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