Archivo de la etiqueta: enrique rivera

AS PONTES EN LA ÉPOCA BARROCA

Entrada da Igrexa do Freixo

Ola de novo! Despois dun longo parón por mor doutros traballos, prosigo cos artigos de D. Enrique e nesta ocasión é o publicado na Revista das Festas Patronais no ano 1989 e que leva por título “AS PONTES EN LA ÉPOCA BARROCA”. Nel fálanos entre outras cousas das fundacións que xurdiron nesa época e do hospital que acollía aos pobres, aos peregrinos e aos viandantes que pasaban polo noso pobo.


ANO 1989
AS PONTES EN LA ÉPOCA BARROCA

– Surgieron varias fundaciones.
– Estuvo en servicio un hospital popular.

Al tratar la época barroca de As Pontes naturalmente no me refiero a la floreciente actualidad de nuestro Pueblo, sino a su etapa histórica propiamente tal.


Este período de la Villa y Comarca de As Pontes (del siglo XVI al XIX) en anteriores publicaciones lo había señalado solamente con breves “pinceladas”. En la presente intento abundar sobre este tema, aunque con extensión resumida.

Nuestra Comarca inició dicha era gozando de cierta prosperidad al estar situada en el cruce de tutas comerciales (Lugo-Ferrol y zonas de La Coruña-Ortigueira) y por haber en As Pontes y su entorno abundancia de maderas, carnes y sus derivados y artesanos (1). Parece ser que nuestros antepasados, a lo largo del siglo XVI, disfrutaron de una vida desahogada y de precios accesibles, prolongación del bienestar de los siglos anteriores.


La situación empeoró desde principios del siglo XVII debido a la excesiva explotación señorial que llegaba hasta el despojo de los colonos negándoles la prórroga en el dominio útil o “aforamiento” de los bienes, abuso que perduró a lo largo de este siglo y del siguiente, a finales del cual el Reino acordó la perpetuidad de los “foros”, proclamada en 1760 por el Diputado “el Marqués de Bosqueflorido” (2).

Las escrituras de aforamiento de los principales dueños (sucesores de la Casa de Lemos) en As Pontes datan de finales del siglo XVIII las otorgadas por Don Antonio Cora y de principios del XIX las de Don Joaquín de Castro (3).

La explotación feudal se vio acrecentada durante este siglo al ausentarse el Señor de sus dominios por muy largas temporadas, dejando las tierras en manos del Mayordomo. En As Pontes durante la dominación del tercer García Rodríguez -el nieto- (finalizando el siglo XVI) desempeñó este cargo su jefe de servicio Don Pedro Folla, del que procede el nombre de Perfolla (fincas de Pedro Folla) (4).

Los siglos XVII y XVIII se distinguieron en nuestra Comarca por el gran número de fundaciones entonces erigidas:

En el año de 1665 los Condes de Montenegro (Dª Estua de Florencia y Miranda y su esposo D. Fernando Sanjurjo Montenegro), residentes en el palacio de Pude (San Simón de la Cuesta) y dueños de gran pare de la parroquia de O Freixo (As Pontes ) fundaron la ermita y capellanía de Nuestra Señora de Pena de Francia en el barrio de Solloso (Freixo), por iniciativa de la Condesa.

Era entonces párroco de O Freixo D. Antonio Sanjurjo Montenegro, hermano de los Condes, quién construyó en 1672 la nave norte del templo parroquial y erigió, para desarrollarse en la misma, la capellanía de Nuestra Señora de al Concepción (5). En esas fechas ha sido ampliada la Iglesia de O Freixo, con la fábrica que presenta en la actualidad y ornamentaron la puerta de entrada de la nave principal con columnillas adosadas y con dibujos en bajo relieve delas efigies de la Condesa y de los monarcas entonces reinantes Carlos II y Mariana de Austria.

Asimismo en dichos siglos, el Señor Pita de Mera, titular del Condado de Ortigueira (de origen en la merced de Felipe II a un joven militar de Madrid) ha fundado tres ermitas, una de ellas con capellanía: las de la Inmaculada Concepción de Merlán, la de Santo Tomás de Santomé (Freixo) y de San Martiño en Gondré (As Pontes), esta última, situada en el paraje de “A Cuvela” y actualmente en el barrio de Os Vidás, con fincas otorgadas y capellán residente en As Barosas (6).

En la Iglesia Parroquial de As Pontes la feligresía costeó en 1759 la obra del campanario y de la nave lateral sur, que dedicaron a la Virgen de los Dolores, San Felipe y Santiago, cuya capellanía estaba ya en funciones en 1674. Seguidamente, el Señor Antonio Cora, dueño de parte de la Villa y su entorno, construyó en 1767 la nave del norte, siendo ésta dedicada a la capellanía del Santo Cristo también existente en 1703 (hoy capilla del Sgdo. Corazón) (7).

Además, conforme a la tradición oral y a los datos que se conservan en el Archivo Diocesano de Mondoñedo, surgieron en esta época las siguientes fundaciones de la Comarca:

– De patronato laical:

En As Pontes: Divino Salvador de Illade, Virgen del Rosario del Caneiro, Virgen de los Remedios de Marraxón y S. Ramón del Paraño. En Vilavella, S. Cristóbal del Vilar. En O Freixo, S. Miguel de Sangoñedo. En Somede: S. Miguel da Valiña y la Virgen das Neves en Cervicol. En O Deveso, S. Antonio da Carballeira. En Bermuy, S. Antonio. En Eume: S. Roque de Rego dos Bácaros y Virgen de Guadalupe de Fragachá. En Seoane, S. Roque do Val. En Aparral, Sta. do Carballo (Virgen de la Ascensión). En Recemel: S. Antonio da Toca y S. Roque da Torre, S. Miguel de Buscalte y San Esteban da Tallería. En O Burgo: S. José de Carelle y Ntra. Señora de Seilán. En Muras: Sto. Domingo en Campo da Feira. En Cabreiros, La Sgda. Familia do Reguengo. En Xermade, Sta. Eufemia de Castiñeiras y la Virgen do Camiño. En Xestoso: S. Cosme y S. Miguel. Y en Candamil, Sta. Genoveva da Pena.

– Son de origen antiquísimo, probablemente paleocristianas, las ermitas de S. Vicente de Pontoibo (As Pontes) y de Sta. Eulalia de Espiñaredo (antes existente en la cuenca minera).

– De patronato eclesiástico:

En la Iglesia de Vilavella, S. Andrés,. En la Iglesia do Freixo, S. Roque y S. Antonio. En Somede, la antigua capilla en Hermida. En Aparral, S. Juan Evangelista. En la Iglesia de Recemel, Cátedra de S. Pedro. En Somozas: Virgen das Neves, Virgen de Gradoy, S. Miguel, S. Pedro y Santiago. En Roupar, la Capilla del Campo (de Ntra. Sra. del Carmen y S. Cayetano). En la Iglesia de O Burgo, S. Bartolomé. En la Iglesia de Muras, el Nombre de Jesús. En A Xestosa (Muras), la ermita de S. Antonio. En Lousada, la capilla del Sto. Cristo de O Fondal. En Viveiró, capilla de S. Blas y S. Ignacio. En la Iglesia de Piñeiro, Santos José, Bernardo y Antonio. Y en Xestoso, S. Idelfonso (8).

Entre las fundaciones de índole religiosa cabe señalar la ermita y capellanía “de colación laical” en S. Ramón do Paraño, erigida por el vecino del llugar de A Fraga (Paraje de As Pontes, hoy conocido por Casavella da Fraga), cuya familia se unificó después con la casa López de A Forxa (As Pontes), constituyendo un “vínculo” de propiedad. El dato más antiguo que de dicha fusión se conserva se halla en una escritura “de relicta fincabilidad”, de fecha 23 de mayo de 1832, entre Lorenzo da Fraga y su primo Ignacio López de A Forxa, que delata las propiedades de ambos como bienes sujetos a la misma familia y figura la Capilla con sus propiedades en el lugar de Campo da Cova, de la que Lorenzo era “patrono” por “sucesión de sangre”. Poseía cabezas de ganado y Capellán residente en el barrio de A Forxa (9).

De estos edificios fundacionales y sus bienes muchos fueron redimidos por el Obispado en la segunda mitad del siglo XIX (en convenio entre la Iglesia y los Patronos) y otros incautados en cumplimiento de la orden de “desamortización” dictada en 1835 por el Primer Ministro de Isabel II, Juan Álvarez Méndez (alias Mendizábal) (10). Quedan hoy día las ermitas y la devoción popular que todavía mantiene importantes romerías, como en Pontoibo, Pena de Francia, O Paraño, etc.

Entre todas dichas devociones es obvio distinguir el fervor singular de este Pueblo y Comarca a la Virgen del Carmen de As Pontes. En 1738 fue construido el Santuario en el lugar actual, trasladando la primitiva capilla de Sta. María Magdalena de su emplazamiento (a pocos metros, ceñida a la antigua Casa Rectoral).

En 1741 es creada la Cofradía, y desde entonces la fe hacia esta advocación conserva firme raigambre, que se acrecentó desde la segunda guerra civil (11).

Finalmente, en el capítulo de Fundaciones de As Pontes, resulta imprescindible destacar el Hospital, antaño existente en la plaza de su nombre que ocupaba las fincas núms. 5, 7 y 9, cuyo edificio fue lamentablemente derruido en los años 1915-1920. Dejara de utilizarse como hospital en la segunda mitad del siglo XIX, al perder en la desamortización las fincas rústicas que con sus rentas lo sostenían, llamadas “Obra Pía” y que comprendían la llanura de Tas da Pontes, también conocida por “canta-la-rana” (12). Desde entonces el edificio sirvió hasta su eliminación de sede de la Escuela Nacional de la Villa, como aún recuerdan los más mayores de la Parroquia, y se conserva alguna fotografía.

El importante Censo del municipio de As Pontes, elaborado en 1752 por mandato del Ministro de Fernando VI, el Marqués de la Ensenada, en contestación ala cuestión nº 30 del interrogatorio dice que “la Villa tiene en ejercicio un Hospital para recoger, dar posada y asistir a pobres, peregrinos y viandantes…” (13).

Este hospital no aparece entre la documentación que de tales entidades posee el Archivo Diocesano desde el siglo XVII y a nivel de obispado, lo cual muestra su origen popular y no eclesiástico. Una reforma de la Plaza hizo desaparecer el edificio en la segunda década de nuestro siglo (XX) (14); en la misma fecha fue trasladado al lugar de As Campeiras el tradicional cruceiro da Vila, que había en la mencionada plaza (actualmente, ante la Iglesia del Poblado). En este punto, de establecimiento sanitario, As Pontes sufrio un retroceso que no pudo superar, pese a la urgente necesidad del mismo en nuestros días.

El estilo artístico barroco de los siglos XVII-XVIII arraigó en nuestra Comarca, cual demuestran numerosas obras aún existentes: los retablos de los templos parroquiales de As Pontes, Aparral, Roupar, Eume, ,Vilavella, capillas de Illade y Caneiro, y de las naves de la Iglesia de O Freixo. En todos sellos se aprecian trabajos de calidad, de madera tallada (dorada en oro en As Pontes, Villavella y O Freixo) con los elementos característicos de este arte: columnas salomónicas, decoración de follajes, cabezas de ángel, frontones con espirales, jarrones de flores, etc. Merecen especial mención el de Aparral por su sobriedad y formato que lo sitúan en el barroco inicial, y el retablo mayor de As Pontes por la perfección de su conjunto, donde aparece mezcla de churrigueresco.

Al barroco sucedió el neoclásico, con líneas escuetas aunque con algunas reminiscencias del anterior; tales son los retablos de las naves dela Iglesia de As Pontes, de la Iglesia de Goente, de casi todas las ermitas y, en edificación civil, pertenece a este estilo el pazo del Sr. Amarante de Roupar.

La economía de As Pontes en al etapa del barroquismo, aunque precaria, no ha sido tan decadente como en la mayoría de los pueblos gallegos, debido al movimiento comercial y al gran número de artesanos.

Las ferias eran de primera categoría por su gran concurrencia y variedad de ventas, resultando instrumento de relaciones económicas de un área geográfica muy grande. su procedencia puede ser medieval, habida cuenta del contenido de un legajo del Archivo Municipal del siglo XVIII, que indica las diligencias realizadas con motivo de la interrupción de las ferias den el año 1775 por orden del Intendente Mayor de la Provincia de Betanzos ante la denuncia del Sr. Administrador de Rentas Provinciales en el sentido de que las ferias de Puentes no tenían satisfecho el pago de los impuestos correspondientes. No se reanudaron hasta el año 1788, en que, interpuesta apelación en al “Sala de Justicia del Consejo de Hacienda” por el Alcalde Mayor y Mayordomos de las parroquias, pudieron ser continuadas hasta la actualidad. Dichos documentos hacen constar que en aquel intervalo sin ferias “Puentes sufrió un fallo económico de gran magnitud” y se afirman que “venían celebrándose desde tiempo inmemorial”(15).

Dicho sea de paso, que también pertenece a esta era el misionero franciscano pontés D. Antonio José Prieto (de la familia “Prieto da Vila”), evangelizador de las tribus “jíbaras” del Perú (16), en el siglo XVIII.

La opresión del dominio feudal perduró en As Pontes. Una prueba de ello está reflejada en un documento del Archivo Parroquial de fecha 29 de Noviembre de 1756, que contiene duplicado del acta notarial de la protesta y oposición común contra la dueña Dª Rosa de Castro, Concesa de Lemos , por su exigencia en el tributo de “alcabalas” y arbitraria administración de las fincas. La firman el Cura Propio, los Mayordomos y otros representantes de la Parroquia. Dª Rosa fue la última Condesa de Lemos y sucedió en el dominio de As Pontes de Don Ginés de Castro, al que precedieron Don Pedro Antonio y Don Francisco de Castro(17). No dejó sucesores legítimos y las posesiones de As Pontes pasaron a sus parientes Don Antonio de Cora (descendiente dela ilustre Familia Cora de Xerdíz-Viveiro) y Don Joaquín de Castro y Lamas, morador del pazo de Castro de Rey (Lugo), que se constituyeron en amos titulares de los dos principales “vínculos” de nuestro valle y otorgaron las escrituras de aforamiento a final del siglo XVIII y primera mitad del XIX(18). En el decurso de los años entre los colonos algunos llegaron a comprar la propiedad y la mayoría continuó satisfaciendo el “canon foral” hasta la “redención de los foros” dictada en 1927 por el primer ministro D. Miguel Primo de Rivera(18).

El Archivo Histórico del Reino de Galicia de La Coruña posee en su acervo documental un amplio y muy detallado informe acerca de la Villa y Feligresía de As Pontes en el censo o catastro que, con fecha 1752, fu escrito por mandato del Ministro de Fernando VI, “el Marqués de la Ensenada”, y que constituye una información exhaustiva y detallada del elemento humano, aristocracia, propiedades, cultivos industrias, tiendas, condiciones personales, oficios y retribuciones, etc. Según el mencionado censo el casco urbano de As Pontes estaba compuesto por 47 casas habitadas y 2 arruinadas, y el resto de la feligresía por 178 casas habitadas y 4 en ruínas. Tenía entonces de primera autoridada el Alcalde Mayor D. Uuan Clemente Meira y Ron. Según se pretende del contenido de dicho trabajo, As Pontes, aunque zona primordialmente agrícola, el número de dedicados a oficios era considerable y también había muchos artesanos, lo cual demuestra que la agricultura no era lo suficientemente pujante para absorber la actividad de la población, así como a destreza de los moradores para fabricar esos productos y la demanda de los mismos en las ferias y desde el exterior. Abundaban los arrieros, borreros (tapizadores), fabricantes de cerámicas del hogar en Rego do Muíño y Avda. de la Habana, fundidores, herreros y herradores, torneros de escudillas de palao, zapateros y curtidores, carpinteros, muchos carboneros, gran número de tejedores, un platero en Avda. Galicia 14, etc. (13).

Como epílogo de esta sencilla reseña he de agregar que las partidas de los Archivos Parroquiales (o asientos de nacimiento, matrimonios, defunciones, administración y demás diligencias) comienzan en 1674 en As Pontes, a principios del siglo XVII en las feligresías de Xermade y, oscilando desde 1680, en las demás parroquias del alrededor. No hay otros datos de las personas hasta la creación de la “audiencias de un solo juez” o juzgados en las comarcas, a mediados del siglo XIX por real decreto de Isabel II. En las reformas administrativas de este reinado fue suprimida la provincia de Betanzos, siendo As Pontes anexionado a La Coruña.

NOTAS:
(1).- Vicente Risco, Historia de Galicia, Cap.XII.
– Obra “España Sagrada” de Enrique Fernando Flórez, tomo 10 y sigs.
– Catastro del Marqués de la Ensenada. Censo detallado de As Pontes en 1752. Archivo Histórico del Reino de Galicia en La Coruña, serie 3ª- Hacienda.
(2).- Reales Provisiones a la Audiencia de Galicia. Cf.: López Ferreiro “Galicia Histórica”.
(3).- Escrituras conservadas por diversas familias en As Pontes.
(4).- Obra: “Linajes y Blasones de Galicia” del Padre Crespo Pozo.
– Tradición oral de As Pontes.
(5).- Manuscrito del Cronista Mindoniense, D. Eduardo Lence-Santar y Guillán.
– Obra “Estudios Mindonienses”, vol. I. cp. II.
– Datos del Archivo Parroquial de O Freixo.
(6).- “Estudios Mindonienses, vol. I”; manuscrito de Lence-Santar.
– Datos de los Archivos Parroquiales de O Freixo y As Pontes, en que hay constancia de las rentas de los bienes de las capellanías.
(7).- Libro de “Fábrica” de la Parroquia de As Pontes.
– Inscripciones gravadas en las paredes del templo.
– Relación y datos de las capellanías en el Archivo Diocesano.
– Tradición oral de As Pontes.
(8).- Archivo Diocesano y la tradición de las Parroquias.
(9).- Documentación original de la fundación, que posee un vecino de As Pontes.
(10).- Historia general de Galicia.
– Diccionario enciclopédico Hispano Americano de Montaner y Simón, editado en Barcelona en 1898. Vocablo “fundación”.
(11).- Libro 1º de la Cofradía del Carmen.
– Archivo Diocesano de Mondoñedo.
(12).- Escrituras que se conservan de las sucesiones precedentes en el dominio de propiedad de la finca.
(13).- Archivo Histórico del Reino de Galicia (La Coruña), Serie 3ª (Catastro del Marqués de la Ensenada).
(14).- En la memoria de los ancianos de As Pontes.
(15).- Esta efemérides fue publicada por D. Ramón Tobar (Administrador de la Empresa Calvo Sotelo) en la revista de las Fiesta Patronal de As Pontes de 1953, bajo el título “Un fallo decisivo para la Villa”.
(16).- Obra “Los Gallegos y el nuevo mundo en la época virreinal”, cap. 6º Evangelización. Ediciones “Nono Art”.
(17).- Documentos que se conservan en algunas casas y la obra “Antropología Cultural de Galicia” de Carmelo Lisón Tolosana.
(18).- Escrituras conservadas en varios domicilios.



As Pontes, fiesta patronal de º1989
Enrique Rivera Rouco
Cronista Oficial de As Pontes

Texto e fotografía aportadas por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes.

CONTEXTO SOCIO-ECONÓMICO DE AS PONTES EN EL DOMINIO DE LOS GARCÍA RODRÍGUEZ

Imaxe da Rúa San Xoan – zona da Vila

ANO 1988

Neste artigo da Revista das Festas Patronais, D. Enrique fai unha análise socio-económica de As Pontes na época dos García Rodríguez, explicando como pasou a eles o dominio territorial de As Pontes; fala tamén dos oficios que se practicaban nesa época, da agricultura, da poboación…

CONTEXTO SOCIO-ECONÓMICO DE AS PONTES EN EL DOMINIO DE LOS GARCÍA RODRÍGUEZ

Por Enrique Rivera Rouco,

Cronista Oficial de As Pontes.

El ilustre historiador gallego, D. José Santiago Crespo Pozo, constata en su obra “Blasones y Linajes de Galicia” que el régimen feudal en la Comarca de As Pontes fue ejercido por Don García Rodríguez y dos legítimos descendientes suyos, también llamados “García Rodríguez de Valcárcel”, desde finales del siglo XIV y a lo largo del XV, pasando posteriormente a depender de la Casa de Lemos.

El primero recibió este feudo por gracia del Rey Enrique II (“de las Mercedes”), que obligó al anterior dueño, su sobrino el Conde Pedro de Trastamara, a entregarlo al García Rodríguez y compensándolo con el señorío de Cedeira (1). Dice el documento de la cesión (conservado en el Archivo de Liria de Madrid) que le dona “la Villa de las Pontes con todo su término et alfos et jurisdicción et señorío et con todos sus derechos et pertenenzas…”

El nombre de “alfos” era entonces aplicado a distritos con varios pueblos sujetos a la misma jurisdicción, por lo que el feudo del “Señorío de las Pontes” (como era entonces nombrado) (2) debía ser extenso en tierras; limitaba con las posesiones del Monasterio de Caaveiro y no llegaban aún a estas cercanías las posteriores propiedades de la Casa “Pita” de Mera (que luego otorgó Felipe II por méritos de guerra, a un militar de dicha Casa, naciendo así el “Condado de Ortigueira”) y que llegó a poseer varios Lugares en El Freijo, en Gondré y el Lugar de A Carballeira de As Pontes.

Esta Casa de Mera fundó los Santuarios de Merlán, de Santomé (en El Freijo) y el de San Martín de Gondré en As Pontes, Recogiendo notas principalmente de la obra “Historia de España” de Luís Suárez Fernández (Manual para universitarios, de reciente publicación) en su volumen 7º, dedicado a los “Trastamara” (dinastía imperante en esa época sobre nuestro feudo y otros), así como de algunas otras fuentes, podemos formar una semblanza acerca de las condiciones de vida y vicisitudes en que se desenvolvieron nuestros antepasados de aquel entonces.

Fue Enrique II pródigo en “mercedes” o concesiones, engrandeciendo a muchos señores y permitiendo de esta forma una amplia subrogación de la autoridad real en los señoríos, que de este modo se convertían en jurisdiccionales, y también la constitución de mayorazgos (3).

Un beneficiado suyo ha sido nuestro feudal Don García Rodríguez, quien de escudero pasó a ser noble y su familia al alto linaje (4).

Construyó el todavía existente “puente de los hierros o puente viejo” según el historiador ferrolano, Benito Vicetto (5), y una fortaleza, de la que da cuenta Couceiro Freijomil en su relación de castillos de Galicia del año 1.603, donde añade que “estaba deshabitado y entrando en ruinas” (6).

El escudo de armas de este Noble presenta sobre campo de plata nueve cañones de oro en franjas de a tres, y continuaron con igual blasón sus descendientes, cual consta en el Instituto de Investigaciones Heráldicas de Madrid (7).

La población del Norte de Galicia (y por tanto nuestro feudo) era en esos tiempos compuesta por campesinos (“cultivadores o labradores” -no dueños-), caseros o arrendatarios, aparceros, asalariados, criados, practicadores de algunos oficios y muy pocos propietarios (subalternos hasta cierto límite del noble) (8).

La etapa de los Trastamara fue distinguida por el resurgir del comercio entre pueblos y también con el exterior, siendo privilegiadas nuestra Villa y Comarca en esas actividades al hallarse en la encrucijada de dos importantes rutas: de Lugo a Ferrol y del Barqueiro-Ortigueira a Betanzos-Coruña; de ahí la existencia de gran número de oficios y de artesanos, y la promoción de productos para atender no sólo la demanda de la zona sino para la venta en mercados y a compradores forasteros.

Predominaban los cereales y los ganados, también las maderas de castaño, roble, abedul, boj, etc.

Era abundante la venta de: cueros, cordobanes (o pieles curtidas), lana y prendas de lana y lino, carnes, grasad animales, miel, animales enteros secados , madera, etc.

Había grande número de artesanos y profesionales de oficios: ferreiros, fundidores, carboneros, tejedores, calcetadoras y “teladoras” (trabajadoras de telas, confeccionando prendas de lino y lana para cama y vestido), fabricantes de “vaixelas e enfeites do lar” (cerámica de vasijas y adornos), albardeiros, picadores e taleidores de pedra” (picapedreros y talladores en piedra)., “forxas de trabellos” (fabricadores de aperos), algunos transportistas, etc.”

Aunque fundamentalmente nuestra Comarca era agricultura y colonia de la nobleza, siguió contando con artesanos y empleados de oficios en los siglos siguientes, como refiere el Censo del Municipio de Puentes, elaborado en 1.752 por mandato del Marqués de la Ensenada.

La población venía gravada con tributos al Rey y rentas al Conde, así como con contribución “al común” o municipal y los diezmos e “impuesto de cruzada” a la Iglesia.

Solo a partir de finales del siglo XV le concedieron el derecho al reconocimiento de herederos (10).

A pesar de todo ello, es preciso reconocer que esta época delos Trastamara fue próspera debido principalmente al comercio, aunque ese incremento de la actividad mercantil no modificó en absoluto el predominio de la agricultura y ganadería sobre los demás sectores económicos, antes bien favoreció la explotación ganadera, principalmente en Galicia por ser ganados de carácter estable y no trashumante.

También favoreció la especialización de los cultivos, de los que el más importante era el cereal.

Asimismo, las grasas animales desempeñaban papel más importante que las vegetales en la alimentación humana (11). Vicente Risco, en su “Historia de Galicia” ratifica la misma teoría: “…con el comercio exterior, en los siglos XIV y XV, hubo en Galicia un notable enriquecimiento, que palió los trastornos de las luchas intestinas provocadas por los burgueses…”(12).

El motivo de que los nobles se esmerasen en fomentar el comercio radicaba en asociar las rentas al comercio en sus intereses (13).

En consecuencia, la agricultura se hallaba inserta en las corrientes de comercialización, atrayendo dinero y conduciendo a un proceso de paulatina concentración de propiedades, llegando a causar problemas la falta de graneros para almacenar el cereal (14).

También interesaba a los señores proteger la ganadería, primer elemento para el comercio exterior, porque las cabezas de ganado pagaban con regularidad el impuesto del “servicio y montazgo” (15).

Todas estas circunstancias trajeron beneficios a la población: fueron construidos muchos puentes y caminos y, al fino del año 1.400, se fundan numerosas ferias, entre las que destacaron las de Medina del Campo.

En Galicia ya existían algunas, por ejemplo las de Mondoñedo, mas fue en esa fecha cuando se prodigaron (16).

Es muy probable que daten de esas fechas las ferias de As Pontes, antiguamente muy importantes por su gran concurrencia y variedad de ventas, resultando instrumento de relaciones económicas de un área geográfica muy grande.

Fundamentamos este aserto en el contenido de un legajo del Archivo Municipal del siglo XVIII, que indica las diligencias realizadas con motivo de la interrupción de las ferias en el año 1.775 por orden del intendente Mayor de la Provincia de Betanzos antes la denuncia del Sr. Administrador de Rentas Provinciales en el sentido de que las ferias de Puentes no tenían satisfecho el pago de los impuestos correspondientes.

No se reanudaron hasta el año 1.788, en que, interpuesta apelación de la “Sala de Justicia del Consejo de Hacienda” por el Alcalde Mayor y Mayordomo de las Parroquias, pudieron se continuadas hasta la actualidad.

Dichos documentos hacen constar que en aquel intervalo sin ferias “Puentes sufrió un fallo económico de gran magnitud” y afirman que “venían celebrándose desde tiempo inmemorial” (17).

Nuestra Población de aquellos siglos (XIV y XV) junto con la prosperidad de la época también sufrió reveses; consignamos los cuatro principales:

a) -El episodio conocido en la historia como “La invasión de Galicia” por el Duque de Lancaster, que inicialmente puso en peligro la dinastía de Trastamara: el ejército británico desembarcó en La Coruña, casi por sorpresa un día significativo, el 25 de Julio -fiest de Santiago- de 1.386.

El Rey, Enrique II, con toda prisa hubo de rehacer sus tropas y establecer guarniciones fuertes a fin de que el enemigo no se acercara a la Corte, para ello movilizó los gallegos principalmente los residentes en los feudos de su familia o por él fundados, cual era el de As Pontes. La guerra fuera breve, pues los ingleses aceptando un armisticio, no pasaron de Orense (18).

b) -La peste “bubónica” (o Peste negra de 1.346), con gran influencia en el Nordeste de la Península, se desarrolló como una serie de ondas epidémicas que se repitieron en forma irregular en la segunda mitad del s. XIV y durante el XV.

Aunque tuvo menor intensidad en el Norte de Galicia causó descenso de habitantes y cierta desorganización en la vida de los campos (19).

c) -La guerra “hermandina” (o de los “Irmandiños”), desatada a mediados del siglo XV; con precedente en las anteriores “Hermandades” o alianzas para común defensa, tomó en dicha época caracteres de la guerra social de los colonos contra los señores atacando en avalancha las fortalezas.

De este conflicto recoge abundantes datos el historiador; José Couselo Bouzas. Relata como Don García Rodríguez de Valcárcel se vio obligado a refugiarse lejos de sus territorios durante un año, en que le sitiaron las fortalezas.

En la región del Eume fuera agredido el castillo de “la Villa de las Pontes” por muchedumbres turbulentas entre las que destacó como cabecilla el Cura de O Freixo.

Terminada la contienda los mismos atacantes hubieron de restaurar los desperfectos causados (20).

d) -Las acometidas que el vecino Andrade perpetraba en las posesiones del García Rodríguez, cometiendo robos y vejaciones.El abuso llegó al extremo de que nuestro Conde recurriese al Rey.

Benito Vicetto transcribe el “real privilegio” dispuesto con tal motivo: “…obimos querella de García Rodríguez de Valcárcel, nuestro vasallo, alegando que Fernando Pérez de Andrade e sus escuderos… que le entran a los cotos por nos otorgados en el valle del Eume a los prender por las monedas y alcabalas… no les guardando las dichas franquezas e mercedes e libertades en que están con lexítimo derecho al Don García Rodríguez….” (21).

Llegados al poder los Reyes Católicos no tuvieron que enfrentarse con las ciudades ni con las Cortes.

La única oposición potencial se encontraba en la nobleza, quien se resistía a entender la voluntad de los Soberanos: de que cada noble se sintiera no dueño sino administrador de un señorío, cuya propiedad debe pertenecer al linaje.

Par lo cual confirmaron los ya existentes mayorazgos (22).

Igualmente, antes el temor de que una escisión en el orden religioso conllevara la división política en sus Reinos, solicitaron al papa, Sixto IV, es establecimiento de la “Inquisición” contra los herejes.

El Papa lo otorgó en la bula del 1 de Noviembre de 1.478, autorizando a los Reyes escoger por sí mismos los inquisidores (23).En nuestra Villa la “Inquisición” tuvo como sede el edificio correspondiente a las fincas 20-22 de la Calle de San Juan, según la tradición popular y un plano del siglo XVIII que se conserva en la Biblioteca Nacional; presenta dibujados el suelo de las Parroquias de esta Comarca con las Iglesias, ríos, puentes, montes y la pequeña Villa de as Pontes ante su Templo.

Destacan dos edificios fortificados, uno en las mentadas fincas 20-22 y el otro (Llamado “Pazos de Rexiduría e da Cadea”) en la núm. 1 de la Plaza de la Iglesia, donde residían el Ayuntamiento y la Cárcel (24).

El Archivo Histórico del Reino de Galicia de La Coruña posee en su acervo documental un amplio y muy detallado informe acerca de la Villa y Feligresía de As Pontes -en todos sus aspectos- tres siglos después en el Censo que, con fecha 1.752, fue escrito por orden del Ministro de Fernando VI, “El Marqués de la Ensenada” (25).

La Villa estaba compuesta por 47 casas habitadas y 2 arruinadas, y el resto de la Feligresía por 178 casas habitadas y 4 en ruinas.Era Alcalde Mayor D. Juan Clemente Meira y Ron, y Dueña Feudal la Condesa de Lemos Dª Rosa de Castro con rentas y derecho de “alcabalas”.

Aunque la zona primordialmente agrícola, el número de dedicados a oficios sigue siendo considerable y también había varios artesanos, lo cual demuestra que la agricultura no era lo suficientemente pujante para absorber la actividad de la población, así como la destreza de los moradores para fabricar esos productos y la demanda de los mismos en las ferias y desde el exterior, dada la gran desproporción entre la producción de tantos operarios y el posible consumo local.

Abundaban los arrieros, los borreros (tapizadores de sillas de montar en caballo), muchos herreros y herradores, torneros de escudillas de palo, zapateros y curtidores, carpinteros, gran cantidad de carboneros, también muchas tejedoras (casi todas solteras), cunqueiros, etc.

Los ingresos anuales sumaban: 150 reales en los borreros, 100 los herreros, 180 los carpinteros, 300 los zapateros, 280 los sastres, 150 los torneros, 60 los carboneros, 120 las tejedoras, etc.

A pesar de la emigración de los años siguientes no desaparecieron los artesanos; continuó habiendo destacados fundidores, como José Castro (das Cortes), Ramón Pajón, José Vilaboy,; carpinteros, fabricantes de cerámicas del hogar en el llamado “torno das cuncas”, cuyo edificio duró hasta hace pocos lustros en la finca nº 24 de la Avenida de La Habana (siendo derribado para el ancho de la misma), un platero (en el núm. 14 de la actual Avda. de Galicia) etc.

Con la vida industrial y moderna de hoy día quedan muy pocas personas con esta vocación: en maderas la “Artesanía Severiano” y la de David Seco y su hijo Miguel, en metales los Hermanos Rodríguez Pajón; en fabricación de gaitas Manuel Cuba y una (ya casi extinta) cerería de Serafín Pérez.

El Pueblo de As Pontes pasó bruscamente de agricultor, artesano y de emigrantes, a industrial, con desorbitada inmigración, y la consiguiente metamorfosis social que va eclipsando su imagen de antaño.

As Pontes,

Fiesta Patronal de 1.988

NOTAS

1. Archivo del Palacio de Liria de Madrid. Pergamino: Año 1.372. C.189-A

2. Idem.

3. Luís Suárez Fernández. “Historia de España; vol. VII. Cap. II; Editorial de Gredos, 1985.

4. Idem (1) = El documento de la cesión.

5. Benito Vicetto. “Historia de Galicia”; vol. V, Cap. XV. – Ferrol, 1.865-72.

6. Coceiro Freijomil. “Historia de Puentedeume y Comarca”; Págs. 209-210. Santiago de Compostela, 1.944.

7.Instituto de Investigaciones Heráldicas de Madrid (C/ Vallehermoso 59), información al efecto recibida: Expediente nº 1 D 6588738.

8. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. VI.

9. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. XV.

10. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. XV.

11. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. VI.

12. Vicente Risco. “Manual de Historia de Galicia”; págs.. 175-176. Galaxia, 1.971.

13. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. III.

14. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. XV.

15. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. XV.

16. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. III.

17. Esta efemérides fue publicada por D. Ramón Tobar (Administrador de la Empresa Calvo Sotelo) en la revista de la Fiesta Patronal de As Pontes de 1.953, bajo el título: “Un fallo decisivo para la Villa”.

18. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. II.

19. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. VI.

20. José Couselo Bouzas. “La guerra hirmandiña”. Santiago, 1.926.

21. Benito Vicetto. “Historia de Galicia”; vol. V, cap. XV. Ferrol, 1.865-72.

22. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. XV.

23. Ibidem, Luís Suárez Fernández, Cap. XVI.

24. Biblioteca Nacional. Sección M.S. nº 7297.

25. Archivo Histórico del Reino de Galicia (La coruña). Serie 3ª -Hacienda- Catastro del Marqués de la Ensenada.

Texto e imaxe aportados por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado das Pontes.

MEMORIA DE LAS FIESTAS DEL CARMEN Y DEL CORPUS EN AS PONTES

Imaxe da procesión na Festa do Carmen

ANO DE 1978

Neste ano D. Enrique fai memoria de como eran as nosas festas patronais e tamén a do Corpus, destacando que eran datas onde os vínculos familiares e de amizade se estreitaban e tamén onde gozo e ledicia eran o factor principal delas. Fai tamén fincapé na súa necesidade e explica as razóns.

Por mor da pandemia, levamos dous anos onde non podemos desfrutar delas e parece que algo cambiou, agardemos que nos vindeiros anos vai cambiando a situación, que mellore, e que podamos desfrutar delas durante moitos anos.

MEMORIA DE LAS FIESTAS DEL CARMEN Y DEL CORPUS EN AS PONTES.

Por D. Enrique Rivera Rouco

Cronista Oficial de As Pontes.

La Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, en su parte religioso-litúrgica, viene celebrándose solemnemente en As Pontes desde el año 1741, fecha en que fue constituida la Cofradía del Carmen y aprobados sus estatutos, a los que se obedeció hasta la fecha actual cuanto a la organización de todos los actos culturales.

De la fiesta profana -o popular-, continuación de la religiosa, dan cuenta los libros de la Cofradía a partir del año 1800 al consignar la retribución a los “músicos” que actuaran (10 reales en 18000 y siguientes; 20 reales en 1859… 50 en 1870 más 25 reales en fuegos, etc.).

El costeo de este gasto por parte de la Cofradía, cesó por el año 1880, coincidiendo con la versión de los ancianos de As Pontes según la que, desde esas fechas, tomó la fiesta auge mayor al ser organizada expresamente por una comisión de vecinos, pasando a ser festejos lucidos, con cuartetos de gaitas y bandas de música.

Contribuyera a ello la extinción de la fiesta patronal del 15 de Agosto y la ampliación y perfeccionamiento de la Capilla del Carmen, logradas entonces.

El plan de aquellas primitivas y pequeñas fiestas, que se prolongaría hasta muy entrado nuestro siglo en las demás celebraciones y Capillas de la Parroquia, consistía en la Misa y procesión, unas “piezas” musicales después de la subasta o almoneda, merienda en el entorno de la Iglesia o Ermita, donde seguía un baile que terminaba antes del anochecer.

A veces continuaban el baile por las primeras horas de la noche con luz de quinqués y candiles en un local de alguna casa cercana.

Nuestra fiesta patronal (el domingo y lunes del Carmen) fue, en cambio, desde el pasado siglo grande y destacada en la Comarca: con el Novenario, las procesiones muy vistosas y concurridas, solemne Celebración Eucarística en la explanada de la Ermita, dianas y pasacalles, conciertos después de la misa, baile campestre en el Campo de la Feria (hoy parque), pausa para cenar y verbena desde las 9 de la tarde hasta la media noche, que solía verificarse en la Plazas de América y del Hospital, un día en cada una, para contentar a ambos sectores de la Villa. (Me refiero naturalmente a los tiempos de hasta la década de los 50; a partir de entonces la verbena se realiza en horas más tardías).

En los comienzos de nuestro siglo, por iniciativa del entonces Juez de Paz, D. Manuel Fernández Vidal (D. Manolo de Carmen), es prolongada la celebración “del Carmen” en un día más de fiesta (el 25 de Julio) iniciando la Jira a la “Isla da Ramalleira” (hoy sumergida en el embalse de la térmica vieja), amenizada con música de gaitas durante la tarde y con verbena en la Plaza del Hospital. Esta Jira continuó hasta nuestros días; actualmente se celebra, con gran concurrencia de público, en el Parque de La Fraga.

No faltaban juegos y entretenimientos en esos señalados días: “Bolos” en Tras da Ponte en el pasado siglo; después las “Cucañas” en la Presa de Alende; carreras de sacos; posteriormente: natación, pesca, fútbol, jimkanas; etc., así como los artísticos fuegos de artificio en el campo de la fiesta, aparte de la novedad típica de esa fecha con tenderetes de baratijas, golosinas, bebidas, juegos, etc.

La Villa se engalanaba mediante originales arcos en las entradas, saludando con bienvenida a los forasteros, con banderas en los balcones y con sinnúmero de banderillas de colores. Mandaban las Ordenanzas Municipales (entre otras cosas) que “se adecentara todo el Pueblo y se adornase con banderolas y gallardetes…”, Asimismo, la procesión del sábado (desde el Santuario hasta la Iglesia) que, antes tenía lugar a primera hora de la noche, era profusamente adornada por las bengalas que ardían en los balcones y las velas encendidas que portaban los devotos.Por tanto, la solemnidad del Carmen, desde hace muchos años, vino celebrándose y viviéndose intensamente en el aspecto religioso y en el de fiesta popular.

De la festividad del Corpus Christi tienen en As Pontes procedencia inmemorial las funciones litúrgicas del Misa Solemne, exposición del Santísimo y Procesión. La fiesta profana o popular comenzó en 1934.

Los libros de la extinta Cofradía del Santísimo Sacramento de Puentes (que se conservan en el Archivo Diocesano de Mondoñedo) dan cuenta de esta celebración.

Es la Cofradía más antigua de nuestra Parroquia; el primer libro consigna los datos de su administración y afiliados desde el año 1645 al 1738.

Ya entonces se celebraba ese día la Misa solemne en la Iglesia Parroquial y una larga procesión “por el Pueblo y extramuros”, en la que “todas las imágenes del a Iglesia marchaban delante de nuestro Señor Sacramentado en homenaje y manifestación de fe contra la herejía de Berengario de Tours y sus seguidores… siguiendo las disposiciones de los Padres Santos Urbano IV y Juan XXII…”

Esta fiesta fundamentalmente religiosa, pues los libros de la Cofradía en muy reducido número de años refieren costeo del “músico” que actuaría en la procesión y poco más.

En el año 1933 fueron pavimentadas con cemento la calle Real y las dos Plazas (Real y de la Iglesia), quedando idóneo el suelo para bailar en las mismas.

Con este fin en 1934 se formó una comisión y organizó la primera fiesta patronal “do fondo da Vila”. La comisión fue integrada por D. Jesús Basanta Vázquez (“Suso Basanta”), D. Manuel González Vales (“Manolo de Grou”), D. Francisco Bouza (“Paco do Alto”) y D. José López (“O Lipín”).

Desde entonces este sector de “O fondo da Vila” vino celebrando en fiesta propia hasta hace unos años en que empezó a interrumpirse, debido principalmente a la despoblación de dicha zona del Pueblo.

No solo el Corpus sufre decadencia en nuestros días, sino también la patronal del Carmen y todas las fiestas en general, al seguir la nueva sociedad otros estilos de diversiones: las discotecas, viajes, éxodo a apartamentos en la costa o montaña, etc… .

Falta la ilusión de antaño en el esperar la fiesta con ansia y vivirla intensamente en sus días; y así resultaba tan concurrida en la década de los cincuenta en que los asistentes ocupaban todo el Campo de la Feria.

Necesario es reconocer que aquel estilo tradicional de diversión poseía grandes valores positivos: la fiesta constituía una reunión social para divertirse a la par que cumplir una devoción, ya que el factor principal era el religioso, hacia el Patrono, Santo o Santa.

Motivaba la reunión familiar estrechando su vínculos. Se vivía un clima de alegría, regocijo y recreo en que eran permitidas chanzas, bromas y algo más de libertad; y con comida extraordinaria.

En suma, las fiestas, aunque asociadas a motivos religiosos vinieron respondiendo a una necesidad profunda del individuo, que puede expresarse u recrearse en ellas de un modo no habitual.

Las fiestas son colectivas: hacen intervenir al conjunto de los miembros de varias familias y proporcionan ocasión al grupo familiar para afirmar su cohesión. E incluso también al grupo social de la Parroquia.

Son por tanto necesarias en los pueblos, porque, aparte de hermanar las personas, en definitiva vienen a ser algo así como el sedante que mitiga las amarguras y sinsabores cotidianos de las cosas serias que nos torturan todo el año.

En el presente dos jóvenes entusiastas nos han preparado unos espléndidos festejos, nutridos de actos que satisfarán a jóvenes y mayores.

Que no falten en el futuro nuevos entusiastas que sepan continuarlos con brillantez, revitalizando estas fiestas con atractivos culturales y deportivos.

Enrique Rivera Rouco, 1987

Texto e imaxe aportados por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes

EL CAMBIO SOCIOLÓGICO EXPERIMENTADO EN AS PONTES EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS

Primeiramente facer unha aclaración sobre o último artigo de D. Enrique publicado, do ano 1977 sobre o MOSTEIRO DE SAN MARTIÑO. Segundo me comenta D. Xabier Martínez Prieto, párroco de Ortigueira e que exerceu tamén aquí nas Pontes, o mosteiro que D. Enrique cita, correspóndese con Pontedeume e débese a que nos documentos fálase de Ponte do Eume (que sería Pontedeume) e non Pontes do Eume (que sería As Pontes).

A D. Xabier Martínez, As Pontes débelle moito, pois mentres estivo exercendo neste concello, pescudou infinidade de datos sobre a Igrexa Parroquial, sobre as outras igrexas e capelas espalladas polo municipio; ademais de crear a Asociación de Estudos Históricos “Hume” (feito que algúns teñen esquecido) e de ser unha persoa defensora do nos Patrimonio. Moitas grazas Xabier!

O artigo de hoxe vai sobre “EL CAMBIO SOCIOLÓGICO EXPERIMENTADO EN AS PONTES EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS”, publicado tamén na Revista das Festas, no ano 1980.

Nel D. Enrique fálanos dos trocos experimentados por mor da industrialización coa chegada de ENDESA ANO 1980 CAMBIO SOCIOLÓGICO EXPERIMENTADO EN AS PONTES EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS.

Por D. Enrique Rivera Rouco.

Como en pasados años, a instancias de la Comisión Organizadora de los festejos patronales, vengo obligado a dedicar unas líneas acerca de nuestro Pueblo para insertar en la revista informativa de la fiesta. En esta ocasión intento describir -a mi manera, sin otras directrices- el cambio sociológico experimentado en esta Villa y Comarca en los últimos tiempos, con base en la observación y reflexión sobre las características que le configuran en la fecha actual y comparativamente sobre las que presentaba en la época de mi infancia.

Era entonces un Municipio de unos cinco mil habitantes, en que la Villa tomaba creciente auge con motivo de la factoría “Calvo Sotelo” pero donde sin embargo predominaban las formas de vida tradicionales:

– La Parroquia de As Pontes poseía el sentido de comunidad y de unión para los intereses comunes, todos nos conocíamos. Hoy en cambio, el sistema de vida es individual y, en porcentaje considerable, no nos conocemos unos a otros.

– Casi toda la población era entonces nativa, mientras que la inmigración de los últimos lustros la convirtió en una sociedad nueva o, mejor, en un conglomerado nuevo que se integra en comunidad.

– El ambiente general ofrecía un tono agrícola y, aunque había un pequeño número de “señoritos” y otros profesionales que no trabajaban en el campo, de hecho todo el Pueblo estaba mentalmente vinculado a la agricultura, en contraposición al aire ciudadano que hoy se respira.

– La manera de vivir era todo el año uniforme, sin vacaciones, sin fines de semana, con acusado sentido del ahorro, pues no se disponía de Seguridad Social y era preciso prever cualquier eventualidad. Los niños trabajábamos en medio de los mayores, lejos de divertirnos, compartiendo con ellos aquella vida esclava.Hoy la mayoría disfruta de vacaciones y fines de semana; no sienten necesidad de ahorrar, y los pequeños poseen todos los mimos.

– Las actuales diversiones (si es que así pueden llamarse) han emprendido el extraño derrotero de las discotecas y de la huida sistemática a lugares lejanos, mientras que los esparcimientos de antaño -más vividos, más satisfactorios y saludables- consistían en las fiestas y bailes del Pueblo y del alrededor, los animados paseos del domingo, los carnavales, celebraciones familiares, etc.-

Entre la juventud de antes no había, por falta de medios, tantos estudiantes como en la actualidad en que casi todos acometen los estudios de enseñanza media y muchos los superiores.

En la gran mayoría, al terminar la edad escolar, no había otra aspiración que la de seguir el sistema de los padres o la de emigrar al extranjero: primero a Venezuela, después a Europa. En cambio hoy frecuentemente piensan en emplearse en las industrias locales y en las vecina, aún a costa de truncar los estudios.

En los hogares va desapareciendo aquel tipo de organización en que el padre respondía de la educación y hasta de la profesión del hijo; es decir, ahora el padre ya no decide por y sobre el hijo, sino que éste se reivindica el derecho de decidir.

Aunque este hecho tenga su factor positivo, es de lamentar el elemento negativo que conlleva el nuevo tipo de relaciones entre padres e hijos: al no hacer caso a los mayores queda automáticamente truncada aquella trasmisión cultural de una generación a otra, con toda la riqueza de experiencia y de valores humanos y espirituales que llevaba consigo.

El extremo opuesto que hoy tiende a imponerse, de la falta de contacto y de convivencia de los muchachos con su familia, supone, sin lugar a dudas, un contravalor y puede ser incluso una de las causas de la delincuencia juvenil.

En suma, hemos de admitir que el Pueblo de As Pontes se encuentra hoy subiendo los últimos peldaños en el tránsito de sociedad tradicional agraria a sociedad moderna industrial.

Comprende actualmente el Municipio unas tres mil familias, de las que solo el 10% residen en los barrios de aldea. Ya no hay, afortunadamente, aquella clase marginal de antaño de gentes muy pobres, sino que, partiendo del nivel económico y de las formas de vida de los vecinos (más que de los principios de la Sociología), podemos catalogar en tres las actuales clases sociales de As Pontes: Un número no elevado de clase alta (ingenieros, técnicos de la industria y algunos industriales autónomos).

Un número mayoritario de clase media -entendida ésta en su sentido amplio de cuantos viven holgadamente-: comerciantes, pequeños industriales, administrativos, profesores, funcionarios, etc. y también los productores de la gran industria, ya que versan en situación ventajosa entre los restantes vecinos de la Comarca.

Y queda un buen número comprendido en la clase baja, por cuanto sus condiciones de vida son más precarias : los agricultores, los obreros eventuales, empleadas del hogar y cuantos no consiguieron colocación. Los ingresos consisten respectivamente a base de honorarios, salarios y (en la clase baja) en unos pequeños productos acompañados de alguna pensión de vejez o de desempleo, por lo que la renta de estos últimos ha de ser conceptuada como de “simple subsistencia”.

La conciencia de clase es “difusa” en la inmensa mayoría; quizás sólo sea “clara” -en línea conservadora- en la clase alta y parte de la clase media, y -en línea reformadora- en los grupos jóvenes.

El ánimo y sentimiento popular aparece como de satisfacción en las clases alta y media, y de frustración en la mayoría de los agricultores y de los que no consiguen empleo en la industria. Cuanto a la formación intelectual hemos de reconocer que sólo una minoría posee estudios universitarios, un número notable (cada vez mayor) el bachillerato y el resto la educación primaria.

Tras esta exposición de las facetas ambientales de nuestro Pueblo, podemos preguntarnos: ¿A dónde vamos los ciudadanos ponteses? Yo diría hacia mayores conocimientos científicos, hacia mejores condiciones de vida, pero quizá en disminución de valores éticos, morales y de convivencia; es decir, el progreso es parcial, no perfecto.

PY, a propósito, quedaría manco este trabajo (siendo quien lo realiza un sacerdote) de no tocar el problema religioso que el antedicho cambio social lleva consigo. ¿Qué pensar del panorama religioso actual de nuestro Pueblo? No se puede ocultar un hecho patente: en gran descenso de las prácticas religiosas.

Quizás las formas de vida religiosa propias del ambiente rural no sean válidas para la sociedad moderna industrial. La vida religiosa urbana, igual que todas las actividades urbanas, presupone un nivel cultural que no se da en las masas trabajadoras inmigradas del campo: es decir, la religión no es una herencia sino que requiere un fondo de convicciones sentidas y vividas.

Los hechos quieren insinuarnos que la religión deja de ser el elemento determinante en la organización de la vida social. No obstante, no quiero concluir con aire pesimista; no preveo la desaparición total de lso sentimientos religiosos de mi Pueblo, sino una crisis característica de nuestra época y que define el siguiente párrafo del Concilio Vaticano II: “El género humano se halla hoy en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Se puede hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también sobre la vida religiosa”.

Texto e imaxe aportada por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes.

O MOSTEIRO DE SAN MARTIÑO DAS PONTES

Presento hoxe o seguinte artigo de D. Enrique, moi interesante, pois fala da posible existencia dun mosteiro nas Pontes, concretamente do MOSTEIRO DE SAN MARTIÑO DAS PONTES, e que estaría situado no Chamoselo de Abaixo, onde se sitúan os restos romanos.

O artigo leva por título COLABORACIÓN e foi publicado na Revista das Festas do ano 1977. Nel tamén nos aporta información sobre a intención de publicar a segunda edición do seu libro “HISTORIA DE PUENTES DE GARCÍA RODRÍGUEZ”, corrixida e aumentada e editada en galego. E engade que a elaboración xa está en marcha. Mágoa que este traballo estea perdido, pois cando fixen o libro “D. ENRIQUE RIVERA ROUCO, A SUA VIDA E A SÚA OBRA” tratei de atopar todos os traballos posibles, máis desta información non atopei nada, agás esta cita no artigo. De seguro que hai moito aínda sobre a nosa historia pontesa que descoñecemos.

ANO 1977

COLABORACIÓN

ENRIQUE RIVERA ROUCO.

La entusiasta Comisión para las Fiestas Patronales del presente año me rogó con insistencia participara en esta revista informativa; petición que intento complacer adelantando algunos de los datos importantes y últimamente descubiertos sobre el pasado de nuestro Pueblo, que han de engrosar la próxima edición de la Historia de Puentes, corregida y en el idioma gallego, cuya elaboración está ya en marcha. Me refiero principalmente al considerable número de documentos antiguos correspondientes a nuestra Comarca que posee el Archivo Histórico del Reino de Galicia.

Zona do Chamoselo onde D. Enrique sitúa o MOSTEIRO DE SAN MARTIÑO

Aunque todavía no he podido practicar una investigación detallada sobre los mismos, conseguí consultar los inventarios analíticos de las diversas series documentales que integran el mencionado gran Archivo.

La mayor parte de dichas series poseen documentos concernientes al pasado de Puentes.

El hallazgo más sensacional aparecen en la Sección XII, Departamento 3, -Epígrafe: “Documentos Eclesiásticos”- , que contienen libros y documentos procedentes de los antiguos monasterios y que pasaron a ser “prioratos” con motivo de la reforma monástica del sigo XVI; entre los cuales figura el MONASTERIO DE SAN MARTÍN DE PUENTES.

Era tradición inmemorial en Puentes la existencia de un convento, anterior a la actual iglesia, pero se ignoraba el lugar de su ubicación y demás pormenores.

Tal teoría quedó confirmada cuando, al abrir las cimentaciones de los edificios de la zona del “Chamoselo de Abajo”, aparecieron restos del referido monasterio: en el solar de la Granja Rivera fueron descubiertos una estatua de granito que representaba un guerrero y tejas de la montera del primitivo convento; en la finca núm. 40 de la Avda. de Lugo, un pavimento de mosaicos; piezas talladas de granito en las fincas contiguas; etc.

Con los datos del Archivo Histórico aquella vieja leyenda recobra plenamente su sentido real.

Efectivamente hubo en Puentes un Monasterio correspondiente a la “red de monasterios” propagados por San Martín de Braga y cuya antigüedad se remonta al sigo VII, habiendo adoptado la regla de San Fructuoso.

Tuvo vida próspera hasta el siglo XVI en que, con motivo de la reforma eclesiástica entonces ejecutada, pasó a ser “priorato”.

En consecuencia le fue reducido el número de monjes que, a las órdenes de un “prior” se limitaron a explotar sus posesiones al estilo de “granja”.

Dicho “Priorato” no fue “curado”, es decir, no regentó la zona pastoralmente. Tuvo que coexistir con él la Parroquia; de lo contrario el titular de la misma hubiera seguido siento San Martín.

Y resulta que la actual Iglesia Parroquial se remonta a esa antigüedad, ubicada en distinto lugar y con el titular de Santa María.

Aquel viejo convento hubo de quedar deshabitado en la decadencia monacal del siglo XVI y, posteriormente, su edificio pereció ruinoso.

Cotejando estos datos con otros recogidos de la historia general de Galicia se deducen, con fundamento, hechos curiosos del pasado de Puentes, como por ejemplo el haber sido residencia del Obispo. Veámoslo: El Historiador Enrique Corrales y Sánchez (según consigna el Diccionario Enciclopédico Hispano Americano, en el volumen 13) narra lo siguiente: “… La sede episcopal britoniense (después mindoniense) se erigió en el año 561 por decreto del concilio I de Braga… su primer Obispo fue Mailoc… destruida Bretoña por los árabes en el año 717, desapareció la sede.

Volvió a aparecer con el título de “Dumiense” por los años 866-870, arrancada del Monasterio de Dumio, junto a Braga, cuando la huida del Obispo Sabarico a San Martín de Mondoñedo.

Posteriormente se trasladó la silla a Villamahyor (del “Valle Brea” junto a Mondoñedo) en los comienzos del Siglo XII, traslación confirmada en el Concilio de Palencia de 1.113, dejando el título de Eumiense que antes había adoptado y tomando el de Vallibriense y luego el de Mindoniense, tras haber residido diecinueve años en Ribadeo (Sede Ribadense, regentada por Pelayo II de Cebeyra)”.

De este relato histórico y fidedigno se despende que la Sede Episcopal del N.O. de Galicia, durante aquellos siglos de persecución promovida por los musulmanes, anduvo errante y personificada en la persona del Obispo fugitivo.

Los lugares de estancia le dieron nombre y uno de esos nombres es el de “EUMIENSE” (en tierras del Eume).

No cabe lugar a dudas de que tal residencia de la Sede ha sido el Valle de “La Altiplanicie del Eume”, como se llamaba la llanura de Puentes antes del siglo XIV (según los mapas medievales) y donde además había el Monasterio de San Martín, refugio idóneo para nuestro Obispo. Un manantial de rica agua, junto a la “presa de Alende”, llevó desde siempre el nombre de “fuente del Obispo” (al igual que en Ribadeo se llamó desde entonces a la fecha “casa del Obispo” el edificio donde residió, en el barrio de Cabanela); su situación corresponde a un extremo de la huerta del Monasterio de Chamoselo.

A su lado, en el muro de contención del Río Eume, existen piedras talladas de granito, redondas, del estilo de los asientos de los jardines de los monasterios (como las que hay actualmente en La Rábida).

El Historiador lucense AMOR MEILÁN (“Historia de Lugo”, Tomo III) consigna globalmente las tierras asignadas a la Sede de Bretoña: “…las Iglesias de las colonias bretonas, una de ellas con el -Monasterio Máximo-, y posesiones en Asturias…”.

El P. Ferrando (también historiador insigne) describe más al detalle las tierras de dicha Sede que, según él, se estendían desde el Rio Eo al Portus Brigantinus (Betanzos) y desde el Cantábrico hasta cerca de Lugo.

Esa dimensión viene a ser la posterior diócesis de Mondoñedo; algo más extensa en la parte Oeste. De todos modos una cosa es cierta: que la futura Sede Mindoniense fue antes denominada “EUMIENSE” ; en consecuencia estuvo establecida en nuestra región del Eume.

Y no pudo ser en Caaveiro, ya que no existía la Colegiata en esas fechas (según la obra “Galicia Histórica” de López Ferreiro); era el Monasterio de Puentes el único en las riberas del Eume.

La Sede Eumiense se unificó después con la “Dumiense” importada en la persona de Sabarico, pues muchos historidadores afirman que el Obispado Mindoniense es continuación del Britoniense, en oposición de cuantos creen que la Sede de Bretoña pasó a Asturias (recoge estas opiniones el escritor ortigueirés Alfonso Toimil González; “Voz de Ortigueira” nº 3158).

Nuestro Monasterio de San Martín ¿sería acaso el “Monasterio Máximo” de la jurisdicción britoniense? La peña de aficionados esperamos poder dilucidar estas incógnitas en la investigación de los materiales del Archivo Histórico del Reino de Galicia y en la Obra “España Sagrada” del P. Flórez que consigna el elenco de los obispos britonienses, y mejorar lo investigado sobre la Historia de Puentes dentro de los angostos límites de tiempo y medios de que disponemos.

Texto e imaxes aportadas por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes

PUENTES EN EL S. XIX

Escribe este artigo D. Enrique no ano 1974 na Revista das Festas Patronais e leva por título PUENTES EN EL SIGLO XIX. Nel descríbenos como era a vida pontesa neste século e os acontecementos, máis importantes, acaecidos na nosa Vila.

ANO 1974

PUENTES EN EL SIGLO XIX

Por D. Enrique Rivera Rouco.

Época de pobreza y de malestar fue el siglo XIX en la Villa y Parroquia de Puentes de García Rodríguez, al igual que en toda la Región Gallega, pese al afán de mejoramiento económico y de defensa de Galicia que apasionadamente promovían algunos movimientos patrióticos de entonces, como la “Sociedad Económica de Amigos del País”, en que figuraban el Obispo lucense Páramo y Somoza, Cornice. Caamaño y otros; la ”Restauración” de Montero Ríos; el Regionalismo de Alfredo Brañas; etc. La suerte de nuestro Pueblo ha sido precaria principalmente en la primera mitad del siglo en que, a la opresión feudal se sumaron los desmanes de la dominación francesa, y mejoró progresivamente al ser “aforadas” las propiedades.

Comenzó el siglo coincidiendo con el desmoronamiento de la Casa de Lemos, dueña de Puentes desde mediados del XVI, pasando a depender nuestro Pueblo de los sucesores de la última Condesa (Dª Rosa de Castro) que, en este Feudo, fueron dos: D. Joaquín de Castro y Lamas, residente en el Pazo Señorial de Castro de Rey, y D. Manuel Aguiar de Cora Bahamonde y Montenegro, vecino de Vivero. Los bienes del primero se denominaban “el Vínculo de Castro” y comprendían la parte S.E. (desde el Caneiro al Chamoselo). Los del segundo formaron “el Vínculo de Cora”, integrado por la superficie de la actual Villa y sus alrededores.

Aquellos pacíficos agricultores, además de contribuir a la Iglesia con los diezmos de las cosechas, cotizaban a los referidos dueños un tributo abrumador. Constata Florencio Vaamonde Lores, en su obra “Ecos del Eume”, que ascendía a los 100.000 reales anuales el total de los pagos. derechos de vasallaje y talla, penas de cámara, derecho de “mostrencos”, de “luctuosa”, etc.

Según datos del Registro de la Propiedad de Ortigueira y del Archivo Judicial de dicho Partido, el Ayuntamiento de Puentes era presidido por su Alcalde Mayor que provistaba la Cámara de Castilla y no la Intendencia de la Provincia (con sede en Betanzos) ni el Conde de Lemos. Este cargo lo ocupaba en el final del s. XVIII D. Blas Antonio Pita da Veiga, vecino de Gondré . Las restantes personas que regían el Concejo eran nombradas por el Sr. Feudal.

Una descripción de la Villa de Puentes, elaborada en 1850, figura en la obra “Los Obispos de Mondoñedo”, vol. II, (que se conserva en la biblioteca del Seminario de Mondoñedo) entre la relación de todas las parroquias de la Diócesis que, a la sazón, se había hecho pro encargo del entonces Obispo D. Tomás Iglesias Barcones. Según tal descripción, “la Villa de Puentes constaba de 58 casas,, distribuidas en tres calles, con la Iglesia en el centro; Ayuntamiento (en el actual edificio nº 1 de la Plaza de la Iglesia, hoy remozado) y Escuela (en el nº 19 de la Calle Real), dotada con 20 reales al mes por parte del Gobierno. Celebraba una feria “extramuros” el 1º de cada mes. Su población era de 328 habitantes…”

Vista, a grandes rasgos, la situación de nuestro Pueblo en los comienzos del s. XIX, indicamos seguidamente los principales hechos que vivió en su decurso:

En la primera década tuvo lugar la invasión de las huestes napoleónicas, que dominaron nuestra comarca cometiendo sinnúmero de tropelías y vejámenes. Según la tradición oral del Pueblo, “los franceses alojaban sus caballos en el interior de las Ermitas de la Parroquia y los pastaban en los trigales, demoliendo cierres y cosechas y, por si esto fuera poco, exigieron al vecindario un fuerte impuesto para los gastos de guerra”. Nuestros antepasados lucharon intrépidos contra aquellas hordas funestas, repitiendo el sistema primitivo de guerrillas. Se trataba de verdaderas correrías o “monterías de lobos franceses” (en frase de entonces), llevadas a cabo por pequeños grupos de paisanos.

Cuenta Benito Vicetto en su Historia de Galicia, vol. VII, que “a finales de Enero de 1809 el ejército francés del general Soult avanzaba hacia Ferrol, con el fin de asaltar dicha plaza. Los guerrilleros de la región Eumesa quisieron derribar en Puentes el puente del Eume, mas no se lo permitió la Justicia de la Villa, que cometió un error beneficioso para los franceses. El paso del Gran Corso hubiera sufrido una demora ventajosa para los ferrolanos…

Un gran acontecimiento vino a levantar la moral derrumbada pro el antedicho desastre: “el aforamiento de los Vínculos”. Fernando VII urgió el cumplimiento de la ya existente ley del aforamiento de todas las posesiones señoriales, en virtud de la cual el colono se convertía en dueño del “dominio útil” a cambio de un “canon foral” en cuantía razonable. El señor Cora, adelantándose a la mencionada real orden, concedió a los súbditos este beneficio en los primeros años del siglo, aunque con duración limitada: “…Foro-Enfiteusis, por las vidas de tres Reis de la corona de España y cincuenta años más a lo adelante…”, condición que no llegó a cumplirse, ya que tales bienes fueron comprados en 1902 por D. Sergio Rivera Chao, natural y vecino de Puentes. El “canon foral” exigido consistió en la entrega anual de una cantidad de “reales de vellón”, distinta según cada propiedad. Estos contratos se realizaron ante el Notario de Puentes Josef Freire de Andrade.

D. Joaquín de Castro aforó su “Vínculo” en 1828, ante el escribano lucense Antonio Estévez, gravando cada lugar con el “canon” de 400 reales, un carnero y seis libras de manteca anuales.

En condiciones análogas aforó también sus bienes de Gondré y Freijo el Conde Pita. Todas estas propiedades pasaron al perfecto dominio de los inquilinos en 1927 por orden del Jefe del Gobierno D. Miguel Primo de Rivera, quien decretó la “redención de los foros”.

Nuestros bisabuelos, con gran satisfacción por sentirse ya dueños de algo, a mediados del siglo, inscribieron “su dominio útil” en el Registro de la Propiedad de Ortigueira, cuyas actas todavía son conservadas en los libros correspondientes al Ayuntamiento de Puentes.

A partir de entonces mejoró la situación económica de los agricultores, principalmente en las aldeas por poseer extensión de tierra más abundante que los vecinos de la Villa.

Espasa Calpe, en su gran Diccionario, da cuenta del hurto de una lámpara de plata “de gran valor y mérito artístico”, en el Templo Parroquial de Puentes y que ocurrió el año 1829. Fuera adquirida en 1804 por el entonces Párroco D. Felipe de Neira. Quedó constancia de la misma: “fabricada por el ensayador del Reino, D. José de Luz y Orbazay, en 6.954 reales y 17 maravedís. Pesaba 200 onzas de plata y era copia de las existentes en la Capilla de Ntra. Sra. de los Ojos Grandes en Lugo”

En 1830 recibió Puentes una visita transcendental, preludio de nuestra actual industrialización, la del insigne Ingeniero de Minas, alemán, D. Guillermo Schulz, Inspector General del Cuerpo de Minas en los Reinos de Galicia y Asturias, que estaba elaborando su portentosa obra “Descripción Geonóstica del Reino de Galicia”, a quien se debe el conocimiento de la naturaleza del suelo gallego y asturiano. Localizó y estudió todo lo referente a nuestra cuenca carbonífera. Entre otros datos dejó aclarada la importante composición de alquitrán de algunas especies del carbón de Puentes.

La guerra civil carlista afectó grandemente a nuestro Pueblo, el cual se pronunció a favor de Isabel y llamaban “fouciosos” (de Facciosos) a los partidarios de Carlos (1833-40). Había en la Villa un pequeño ejército anticarlista (“a Tertulia do fondo da Vila”) que tenía el paso a los soldados del pretendiente Carlos. Dos fueron decapitados y colgadas las cabezas en la orilla del camino real; desde entonces se llamó al paraje “Cruz das Cabezas”.

En el año 1835 el Primer Ministro Juan Álvarez Méndez, alias “Mendizábal”, en decreto del 11 de Octubre, ordenó la incautación de los bienes eclesiásticos, bajo el nombre de “Desamortización” de los mismos. Aquella medida drástica y anticlerical privó a la Parroquia de Puentes de la “Finca-Iglesario” (de unas 4 Ha) que poseía en la Magdalena, donde actualmente sólo es dueña del atrio de la Ermita del Carmen y del pequeño campo que ante sus fachada se prolonga en unos 30 metros. Asimismo, con ese motivo, fueron requisadas y trasladadas a Madrid cierto número de alhajas de la Iglesia Parroquial y también perecieron los bienes raíces de las Cofradías y la finca “Obra Pía” de Tras del Puente, dedicada a sostener el Hospital Benéfico existente en el solar hoy ocupado por la Plaza de Cervantes (antes llamada “Plaza del Hospital”). Y, finalmente, usurpó aquel Gobierno las posesiones que el Monasterio de Caaveiro tenía en la parte occidental de nuestro Valle, como eran el lugar de Los Mouros y otros varios, cuyos nombres delatan tal procedencia: “Fraga dos Cregos”, “Porto dos Frades”, etc.

En el siguiente año, 1836, Puentes acogió y publicó la Constitución de Cádiz. Cuenta Freijomil, en su obra “Acontecimientos políticos y Militares del Siglo XIX”, que “fue proclamada solemnemente en la Plaza de la Iglesia, habiendo ido un propio a Ferrol a enterarse de lo pertinente y traído un ejemplar del Real Decreto que la establecía…”

Durante el mandato de Isabel II hubo ordenaciones jurídicas y nacimiento de nuevos organismos: así, en 1833 Puentes dejó de pertenecer a Betanzos, cuya capitalidad pasó a La Coruña. En 1838 fue erigido el Juzgado de Paz, segregándole al Alcalde Mayor las atribuciones propias del Juez, cuyo primer cargo fue ejercido por D. Antonio Ribeira. Hacia el 1855 inició su labor en nuestro Pueblo el Cuerpo de la Guardia Civil, creado diez años antes por el Duque de Ahumada. Tuvo una de sus primeras estancias al lado del Camino de Ortigueira (hoy Calle de José Antonio, nº 8).

Durante este reinado también fue construida la carretera general C641, de Rábade a Ferrol por Puentes, lo que obligó a edificar (en 1860) el Puente Nuevo (de Isabel Ii), por donde pasaría la nueva calzada desviándose de la Villa, pero invitándola a extenderse a la misma para formar posteriormente la Avenida del Generalísimo (antes denominada “Carretera de Castilla”). En la construcción del Puente fue usado el estilo de aquellos tiempos corriente: el Romanticista, en su modalidad Neo-Románica, adaptando el arco de medio punto rebajado.

Surgió, a continuación del mismo y en fecha inmediata, el edificio núms. 2 y 4, que fue dedicado a ultramarinos y fonda, con el nombre de “Mesón del Puente”. Sólo había otra taberna en la Villa: el “Almacén de Ferra”, (en la Plaza de la Iglesia, nº 7).

Durante el resto del siglo fueron apareciendo tres establecimientos más: la “Casa de Antón Fraga” (Avda. José A., 4) y la “Casa de Fraga da Vila” (C/Real, 38).

La epidemia del “Cólera Morbo” motivó la prohibición tajante de enterrar en el interior de los templos. El Pueblo se vio obligado a habilitar su primer Cementerio, para los que donó el solar el Sr. Preito (antepasado de la familia Prieto-Mosteiro). El primer cadáver allí enterrado fue el de D. Ramón Cabarcos, el 30 de Enero de 1858.

El Cementerio (clausurado desde 1924) posee, en hornacina, una imagen de piedra, tosca, de la Virgen del Carmen. Sobre la puerta de entrada tenía una calavera y un epitafio que dice: “Cual te ves me vi, cual me ves te verás, trae esto en la memoria y no te condenarás”.

A lo largo del último tercio del s. XIX se inició lentamente el ensanche de la Villa al ser construidos algunos edificios en el margen derecho del camino de Ortigueira (hasta el número 14 de la Avda. de José A.).

Aumentaba consiguientemente el número de feligreses mientras que la edad del Párroco, D. Antonio Ángel del Riego, resultaba cada vez más avanzada. Por ello solicitó el nombramiento de otro Sacerdote ayudante. Le complació el Obispo D. José Manuel Palacios López creando tal plaza el 1º de Enero de 1884, con el título de “Capellanía Coadjutorial” y dotándola con 550 pts. anuales, del “pío acervo diocesano”. Fuel el primer Capellán Coadjutor D. José María Yanes Picos, cargo que actualmente ocupa el que suscribe, decimoséptimo Coadjutor de esta Parroquia.

Puentes llegó al final del siglo con mejor situación económico-social, aún cuando distaba de ser satisfactoria; prueba de ello fue el éxodo a Cuba de crecido número de vecinos, comenzando el interminable fenómeno de la emigración, sangría de nuestra tierra, síntoma evidente de que nuestro nivel fue y sigue siendo bajo.

Integraban la Parroquia, en dicha época, algunos muy pocos estudiantes y “señoritos”; algunos artesanos dotados de gran habilidad y gusto, como Ramón Pajón, José “das Cortes”, etc., siendo los restantes agricultores pacíficos, merecedores de mayor consideración de la que pudo ofrecerles la suerte de una Galicia menospreciada desde antaño.

Texto e imaxe aportada por José María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes

LA EXTINCIÓN DEL DOMINIO FEUDAL DE PUENTES

Novo artigo de D. Enrique na Revista das Festas Patronais, correspondente ao ano 1972 e que leva por título “LA EXTINCIÓN DEL DOMINIO FEUDAL EN PUENTES” e no que se atopa algo curioso que é un debuxo de como sería a nosa Vila no século XV.

Este debuxo está incluído no seu borrador do libro que temos no Museo Etnográfico e non aparece no libro editado de “HISTORIA DE PUENTES DE GARCÍA RODRÍGUEZ” do ano 1976 e no que si aparece un cadro de D. Raúl Otero Formigo, “de la entrega da altiplanicie del Eume a D. García Rodríguez” e que está baseado neste debuxo.

Con algún erro ao me humilde entender, pois penso que o castelo non sería tan grande e estaría situado máis atrás, pois a rúa San Xoán sería a rúa orixinaria da Vila e no debuxo non aparece; aparecen os ferros na ponte, e son posteriores… e algunha cousiña máis. Mais está logrado, representa o inicio da nosa Vila a carón do río Eume e, na súa orixe, puido moi ben ser algo semellante.


No artigo, D. Enrique, fálanos da extinción do dominio feudal nas Pontes, proporcionándonos detalles da mesma.

ANO 1972
LA EXTINCIÓN DEL DOMINIO FEUDAL EN PUENTES
Por D. Enrique Rivera Rouco – Presbítero
.

La planicie de Puentes de García Rodríguez ha sido uno de los parajes más preferidos por el hombre prehistórico y por los Celtas, como prueban las abundantes “medoñas” y “castros” en ella existentes.

Asimismo fue objeto de la ambición de los señores feudales y, desde antaño, sigue siendo lugar especialmente elegido por los forasteros para veranear y participar en sus fiestas patronales.

Nada de extraño tienen estos hechos si tenemos en cuenta, por una parte, las características temperamentales de los habitantes,, en que caben destacar: la sencillez y mansedumbre así como la acendrada hospitalidad para con los visitantes, y, por otra, el suave clima atlántico de que disfruta y el paisaje de ensueño que le engalana.

En efecto, la Villa de Puentes levanta la frente en un valle extenso, muy alegre y pintoresco, con frondosas arboledas, tupidos trigales y floridos campos, surcados por el Río Eume y varios arroyos que le saludan y se zambullen en su regazo, formando un bello conjunto, al que contribuyen la risueña perspectiva que ofrecen el antiguo y los modernos caseríos y las aldeas circundantes, resaltando sobre el verde follaje de que está cubierta tan pintoresca campiña; desparramadas en las tres dimensiones del espacio, son como brisa que siempre impulsó las cuerdas de la lira bucólica de nuestros poetas y que infundió los ánimos sensibles.

Llevan en su memoria los aconteceres de muchas centurias; los recuerdos de nuestra antigua nobleza y los episodios de la vida de muchas generaciones (“cada corredoira túa mil segredos ten de amores”) Mas, ante el riesgo de que este pobre trabajo sea excesivamente prolijo, ciñéndonos al enunciado del tema, diremos que nuestro Valle también fue esclavo del feudalismo, de aquel sistema de organización político-social de la Edad Media, de origen germano, al que definieron los historiadores: “la desventura de nueve siglos”, cuna de las sociedades modernas capitalistas, ya que organizó a Europa y determinó su estado durante mucho tiempo y que vino a ser algo así como la servidumbre del pueblo y el decaimiento de la autoridad de los reyes.

Así pues, durante el largo período desde el siglo XIV al XIX, fue Puentes una posesión feudal, perteneciente a la Provincia de Betanzos y que constituía una de las seiscientas cincuenta y seis jurisdicciones o cotos que integraban el antiguo reino gallego.

El señor feudal era la máxima autoridad, un poco contrarrestada por la magistratura municipal, apoyada por los reyes, quienes, al ver menguado su poder con el feudalismo, buscaron como contrapeso la importancia del elemento popular estableciendo la autoridad municipal de los concejos (prolongación de las curias de los romanos y de los “concilium” de los godos); el Concejo de Puentes era presidido por un Alcalde Mayor nombrado directamente por el Rey (de ahí el título de “Constitucional” que lleva nuestro Ayuntamiento), varios Oficiales Menores de gobierno y de Justicia y un Corregidor, normalmente nombrado por el señor feudal; si bien, los cargos de Alcalde y Corregidor estuvieron casi siempre unificados en la misma persona; así, en 1.798, Don Blas Antonio Pita da Veiga, vecino de Gondré, era “Juez y Justicia Ordinaria, Merino y Alcalde de Puentes”.

El local o sede de dichas funciones era el edificio número 1 de la Plaza de la Iglesia (hoy remozado). Centrándonos en el tema, mencionaremos brevemente el número de dueños feudales que hubo de soportar nuestro Pueblo: Fue el primero D. García Rodríguez de Valcárcel, nieto de Nuño de Andrade, quien recibió el citado feudo en 1375, merced del Rey Enrique I, construyó el puente viejo (el de los hierros) y la fortaleza, ante la cual fue apareciendo la primitiva Villa y la nave mayor de la actual Iglesia (construida en 14441).

Nos referimos a su principal castillo que, ubicado en la finca de Perfolla, dejó de ser habitado a partir del año 1600 y, entrando posteriormente en ruina, fueron utilizadas sus piedras en al construcción de las casas y del campanario de la Iglesia Parroquial.

Hasta el 1420 D. García Rodríguez perdió este feudo y sus fortalezas por orden de Enrique III, quien lo permutó al Sr. Andrade a cambio de unos barcos que necesitaba y que no tenía el García.

Era D. Fernán Pérez de Andrade familiar de nuestro Sr. Feudal, pero su temible enemigo y rival; inició una poderosa dinastía, con el título de Condes de Andrade y de Villalba, que dominaron nuestra tierra durante un siglo; mas, por el año 1540, como consecuencia de parentescos y falta de sucesión, la Casa de Andrade pasó a la de Lemos; desde entonces hasta finales del siglo XVIII nuestra Villa dependió del Señorío de Lemos, el principal condado de Galicia.

Nació dicho condado en 1366 al recibir tal título el Sr. Hernán Ruíz de Castro (siendo ya Conde de Trastamara), a quien sucedieron: Rodrigo de Castro Osorio, Fernando Ruíz de Castro; etc. hasta Ginés de Castro, que murió sin sucesión a fines del siglo XVIII, disolviéndose también este gran Condado.

Eran estos Condes, al mismo tiempo, Virreyes en el extranjero, por eso el escudo de Puentes ostenta una corona de virrey sobre el conjunto formado por los dos antiguos puentes y el castillo.

Durante el largo mandato, de dos siglos y medio, que sobre nuestro pueblo ejerció la Casa de Lemos, nuestros antepasados cotizaban una renta anual, bastante elevada en aquel entonces; más de cien reales, en total, y sufrieron la opresión y menosprecio típicos del feudalismo. Al desmoronarse la Casa de Lemos se inicia la terminación del dominio feudal en Puentes (objeto de este trabajo y que trataremos más detalladamente).

La falta de sucesión obligó a este Condado a fusionarse con el Ducado de Alba de Tormes, cuyos duques son procedentes de D. Fernando Álvarez de Toledo, quien recibiera tal título, en 1439, por gracia de D. Juan II.

Por esas fechas (finales del sigo XVIII) era duquesa de Alba Dª María del Pilar de Silva (la 13ª Duquesa); no dejó descendencia, por eso le sucedió, en 1802, su sobrino D. Carlos Miguel Stuart Fitz James Silva Álvarez de Toledo, Duque de Berwick y Liria, unificándose los tres ducados hasta la fecha, en que ostenta dicho título D. Luís Martínez de Irujo Artacoz, Presidente del Instituto de España.

El Valle de Puentes fue divido en dos posesiones: una correspondiente a los sobrinos de la última Condesa de Lemos (Ginés de Castro) y la otra cayó en poder de la Casa de Alba, representadas aquí por los Sres. de Cora, siendo dominado desde entonces (1775) nuestro pueblo mediante los dos célebres “Vínculos”: el Vínculo de Castro (de Lemos) y el Vínculo de Cora (de Alba), (vínculo = conjunto de bienes, sujetos al perpétuo dominio de una familia).

Las posesiones del Vínculo de Castro ocupaban toda la parte N. E. de Puentes: desde el Caneiro al Chamoselo; comprendían cinco lugares: los dos de La Cuíña (trabajados por José Barro y Benita Ferreiro), el de Narón (por Gaspar Blanco), el de Los Chaos (por Antonio Rivera) y el de La Costa (por Luis Rivera).

Casi todo el resto del Valle pertenecía al otro Vínculo; decían los antepasados que “las cuatro salidas de Puentes eran de Cora”; comprendía los lugares de: Tras do Rego, Chamoselo, Cortes, el de Casimiro da Balsa, el del Fidalgo de Tras del Puente y el del Campo (este último ocupaba toda la parte nueva de la actual Villa, el Barreiro, Perfolla, el Poblado, etc. y tenía por casa la actual número 19 de la Calle Menéndez Pelayo, única entonces en aquel contorno).

Se hallaban intercaladas unas pequeñas colonias del Terrateniente D. Joaquín Romero, dueño de Gondré y de la mitad del Freijo; tales posesiones eran los lugares de Pena do Golpe (Loureiros), Casanova y la finca hoy llamada de “Canta la rana”, en Tras del Puente, esta última, que entonces denominaban “Obra Pía”, estaba destinada a sostener el pequeño hospital en aquellos tiempos existente en la plaza de su nombre (hoy de Cervantes).

La parte occidental de la planicie era un espeso bosque, en el que nuestros terratenientes solo cultivaron una zona del Portorroibo, que dependía directamente de la Esposa del Conde y que por eso la denominaban “Varosa” o finca de la Varonesa.

Dicho sea de paso que la aldea de Vilavella no fue parte del feudo, por existir como propiedad particular cuando D. García Rodríguez tomo posesión. Dicha aldea es, por tanto, muy antigua; de ahí su nombre. La Iglesia que posee, de líneas románicas, denota mayor antigüedad que la de Puentes.

Asimismo también era del dominio particular la finca de la Iglesia, que procediendo de una antiquísima fundación, hallábase ubicada en la zona del Carmen, con la casa y Capilla propias y comprendía un amplio polígono (desde el Grupo Calvo Sotelo al riachuelo “Rego do Campo”, de más de cuatro hectáreas hasta la “desamortización” de Mendizábal en que fue usurpada.

Así estaba constituida en Puentes la denominación feudal en su última época, cuya decadencia se verificó en tres etapas o sucesivas efemérides que determinaron su extinción:

a) – El aforamiento de los vínculos, en 1828,

B) – Las transacciones de los mismos, a finales del siglo, y

c) – La redención de los “foros” en 1927.

Constituyó, por tanto, el primer golpe contra la opresión feudal la Real Orden de Fernando VII, en que obligaba a aforar todos los “vínculos” y “mayorazgos”. Consistía esta operación en ceder perpetuamente al inquilino el “dominio útil” de la propiedad, gravado por un canon foral, quedándose el terrateniente con el “dominio directo” y también con el derecho de percibir el canon y el derecho de “laudemio”, en virtud del cual, si el inquilino deseare vender su dominio útil, tendría preferencia el Señor, al que debían avisar con dos meses de antelación, y, no queriendo comprar, percibiría la décima parte; todo ello so pena de volver a constituirse en dueño absoluto.

Desde entonces los lugares de Puentes se llamaron “foros” en vez de “colonias”, como les denominaban anteriormente. Las propiedades del Vínculo de Castro fueron aforadas por el dueño, D. Joaquín de Castro, el 6 de Marzo de 1828, ante el escribano lucense, D. Antonio Estévez.

El canon foral que hubieron de pagar anualmente desde entonces cada uno de los inquilinos constaba de cuatrocientos reales, un carnero (valorado en cuarenta y ocho reales) y seis libras de manteca (valoradas en otros cuarenta y ocho reales).

En la misma fecha fue aforado el otro Vínculo y en análogas condiciones, por el dueño, D. Esteban Cora. Estos dominios o usufructos fueron inscritos, unos años después, en el Registro de la Propiedad de Ortigueira, en el tomo 60, libro IV correspondiente al Ayuntamiento de Puentes.

Con profunda satisfacción nuestros antepasados se sintieron dueños de algo y con alguna personalidad, ya que hasta entonces solo fueran esclavos servidores.

Hacia finales del siglo XIX, hallándose nuestros terratenientes aquejados por problemas económicos, decidieron enajenar sus posesiones de Puentes. El Vínculo de Castro fue comprado por D. Antonio Castro Pérez, vecino de Castro de Rey (Lugo) y el Vínculo de Cora lo compró D. Sergio Rivera Chao, vecino de Puentes, en el Lugar del Campo. El primero siguió el sistema de arrendamiento foral, pero con mayor benignidad y humanismo que los anteriores. D. Sergio Rivera, “el hombre rico de la comarca”, explotó y benefició sus amplias propiedades del lugar del Campo, para lo que contrató los vecinos de Puentes, a quienes pagaba buenos jornales, con él experimentó el Pueblo de Puentes un amo vecino, justo y amable.

En la primera década de nuestro siglo, D. Sergio compró las minas de hierro de Villaodrid, uno de los principales criaderos de España que llegó a producir trescientas mil toneladas anuales, para cuya explotación fue vendiendo su gran propiedad de Puentes pasando ésta a los vecinos compradores, finalizando así el dominio feudal del Vínculo de Alba.

Se comenzaron a construir entonces las casas de la Avda. del Generalísimo y de la Calle Magdalena (antes solo existían las tres antiguas calles del Pueblo viejo y unas muy pocas casas en al Calle de José Antonio).

Quedaba como resabio del feudalismo, el otro Vínculo (el de Castro), con sus cinco lugares, que feneció en 1927 con el decreto del Jefe del Gobierno, D. Miguel Primo de Rivera, en que obligó a redimir los “foros” a favor de los inquilinos, por precio de tasa (el cuatro y medio por cien del valor estimado pro la Comisión Provincial). Con ello, los colonos pasaron a ser propietarios de una vez para siempre.

Así pues, el 13 de Julio de 1927, la entonces propietaria del mencionado Vínculo, Dª Consuelo Castro Penabad, vecina de Castro de Rey, efectuó la redención ante el Notario Lic. D. José Diez del Corral y Bravo, de Lugo, percibiendo la indemnización legal que importó por cada lugar 2.755,55 pts., con lo cual se extinguió definitivamente la dominación feudal en nuestro Pueblo.

Tal ha sido, en síntesis, la trayectoria del feudalismo en nuestra amada tierra y su decaimiento en fecha no lejana.

Puentes posee, por tanto, detrás del gran auge e industrialización actuales, una brillante historia de paz y valores humanos con su Nobleza y servicio a los Reyes.

Es hoy un pueblo próspero y floreciente, si bien heterogéneo debido a la creciente inmigración de los últimos años; mas no por eso pierde sus virtudes hospitalarias; sigue siendo el Pueblo humilde y pacífico donde la Naturaleza vistió sus mejores galas.

¡¡¡Viva Puentes!!!

Texto e imaxe aportada por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes

ACTUALIDAD DEL AGRO DE LA COMARCA DE PUENTES

Imaxe dun hórreo vello

Na Revista das Festas Patronais do ano 1975, atopámonos cun artigo de D. Enrique relacionado, en certo xeito, co publicado a pasada semana que se lembran levaba por título A CRISIS DO ENTORNO RURAL DAS PONTES. Este de hoxe é ACTUALIDAD DEL AGRO DE LA COMARCA DE PUENTES e nel, D. Enrique, primeiro fai un análise das características climáticas e do chan pontés, para logo analizar a situación do noso agro e aportar algunhas posibles solucións.

D. Enrique nacera no seo dunha familia labrega e sabía o que era o traballo no campo, coñecía o esforzo que había que facer para obter unha colleita, sabía en que condicións se traballaba, coñecía a terra, sabía que produtos podía dar e sabía, tamén, que os sacrificios eran moitos para obter ben pouco. Era unha vida de subsistencia, sen beneficios, a do labrego pois os métodos de produción seguían a ser os de toda a vida, sen modernizar.

Ano 1975

ACTUALIDAD DEL AGRO DE LA COMARCA DE PUENTES

Por D. Enrique Rivera Rouco

Paralelamente al auge industrial de nuestra Villa contrasta el desnivel económico y humano del restante Municipio, que vive pobremente a pesar de ser una zona rural rica en las condiciones naturales de que está dotada; alcanza la extensión de 153 km. cuadrados de territorio que, aunque accidentado en su mayor parte, posee óptimas aptitudes ganaderas y agrícolas, pues se trata de un suelo idóneo para rendimientos satisfactorios si se usaran métodos apropiados de producción.

Su clima es templado; alcanza en Enero 21º de temperatura máxima y 1º de mínima; y, en Julio, 37º de máxima y 1/5º de mínima. La presión atmosférica suele ser del orden de 739,7 mm. Hg. máxima y 708,2 mm. Hg. mínima.

Lo fertilizan superabundancia de manantiales, a la par de las frecuentes lluvias (acostumbra a llover un promedio de 13 días en Enero, 16 en Marzo, 6 en Julio y 16 en Diciembre).

El suelo en sí, aunque poco humificante es ácido y depara un rendimiento de primer orden tratándolo con compuestos de Potasio y Fósforo. Son altamente fértiles los valles, como los de Merlán y Sucadío en El Freijo; Calvela en San Mamed; Gondré, Veiga y los alrededores de la Villa en Puentes; etc.

Formados por sedimentación, contienen el 8% de materia orgánica, el 3,6% de carbono, notable cantidad de arena y pequeñas porciones de grava, y son útiles para toda clase de cultivos. La parte montañosa es de origen volcánico; en su constitución abundan la grava, el limo y la arcilla.

Al estar entretejidas de manantiales, las montañas de Puentes forman un sector eminentemente ganadero y, de hecho, alimentaban, en años atrás, muchos miles de cabezas de ganado caballar, vacuno y lanar, cuya riqueza fue cortada de raíz por el Patrimonio Forestal que, al prohibir el pastoreo, hirió de muerte la débil economía de nuestros paisanos, principalmente en El Freijo, Deveso y San Mamed.

Más, paradójicamente, y volviendo al comienzo del tema, sobre esta tierra adornada de buenos recursos naturales continúa languideciendo el pobre labrador, en viviendas carentes de los medios más elementales (incluso sin luz eléctrica), cultivando unas parcelas cada vez más exiguas y con métodos trasnochados.

En las eras ya no destacan airosas las “medas” de trigo, ni la finca del lugar exhibe su riqueza de patatas, ni enseñorean la casa los huertos de tubérculos y hortalizas, ni retozan las reses en la cercana vertiente…

Los jóvenes han emigrado y los mayores malviven hundidos en la soledad y aislamiento no solo físico sino mental. ¿A qué se debe esta sombría situación de nuestro agro? El campesino de Puentes comparte la suerte de los restantes agricultores gallegos; el área rural gallega sufre creciente decadencia y las causas son las mismas para toda la Región.

Esta agonía ha aumentado intensamente en las últimas décadas, en que el joven gallego se le presenta con facilidad un único (aunque lamentable) medio de mejorar su suerte: la emigración.

Pero la pregunta sigue en pie: ¿Por qué éstos males en Galicia? Para comprenderlo debidamente sería preciso repasar la historia de nuestro pasado desde los comienzos del régimen feudal el pueblo gallego fue constantemente vejado por la nobleza y por la Corte Castellana.

Una sucesiva y copiosa acumulación de traumas fue gravitando sobre nuestros antepasados hasta acarrear la decadencia de la Región.

Desde tiempos tan remotos Galicia cayó en la postración, sin que hubiera desde entonces a la fecha ayuda para levantarla. Es natural que, con tanta incomprensión y desamparo, el viejo Reino de Galicia se fuese replegando sobre sí mismo, reconociéndose en los achaques psicosociales de la desconfianza y el “trasacordo” No ha de extrañar pues la deserción continua de braceros agrícolas, dejando carta blanca al tojo para que invada su fértil solar.

Es la emigración la sangría de nuestra tierra, mal pretérito y presente; antes, a la siega de Castilla, a Cuba y Méjico; actualmente -y en muy mayor escala- a Inglaterra, Suiza, Francia y a centros industriales dela Península. Nadie podrá pensar que el gallego emigra por gusto.

El alma gallega, apegada al “terruño”, no es ansiosa de caminos en la tierra ni de estelas en la mar si la miseria y opresión no le obligaran.

El Cancionero Popular es elocuente; en él pueden verse glosadas “as estreituras da vida” y los malos tratos recibidos por el “labrego”, viéndose obligado a ser introvertido y desconfiado.

¿Qué reformas debe haber y debiera haber habido ya? Los Sociólogos y Economistas son los autorizados para hablar. Podemos, no obstante, alegar algunos datos que saltan a la vista, incluso de quienes no estamos versados en estas materias.

En vez de la extraversión del ahorro gallego, de la alineación del capital y de la incumplida misión de los Bancos de Fomento, debieran ocurrir la modernización del agro, con la consiguiente concesión de créditos y subvenciones, organización de cooperativas, exterminación del aparcelamiento y minifundio, garantía de demandas de productos. Implantación de industrias, mejoras de vivienda, etc. Todo lo que vinieron disfrutando en mayor escala las demás Regiones Españolas.

Texto e fotografía aportado por Xose María Ferro, Director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes.

A CRISIS DO ENTORNO RURAL DAS PONTES

A construción de ENDESA, ano 1973

As Pontes nos anos 70 comezou a sufrir un cambio nas súas actividade económica e social moi fortes e que repercutiron moito na vida de moitos ponteses. Ata os anos 70 a vida dos ponteses era, por un lado, labrega e, por outra, industrial (Empresa Nacional Calvo Sotelo), pero conxugándose, pois había moita xente que ademais de traballar na Empresa cultivaba a terra e coidaba o gando.

Malla na Vilavella anos 40-50, na casa dos Armeiros da Vilavella.

A partir dos anos 70, coa chegada de ENDESA, o troco na vida dos ponteses vai a ser moi forte, pois os bos soldos, as expropiacións, os cambios de lugar de residencia (pasando moita xente de vivir no rural a vivir no pobo)… van dar lugar a unha volta completa na vida da maioría dos ponteses.


D. Enrique, coma todos os ponteses que vivimos aquela época, decátase destes trocos e así o expresa neste artigo da Revista das Festas Patronais do ano 1979.

A CRISIS DO ENTORNO RURAL DAS PONTES

A entusiasta Comisión das Festas do Carme pregoume a aportación dunhas verbas para Revista Informativa.

E, igual que noutras ocasións, vou intentar cumprir o encargo dentro da angostura das miñas limitacións de todo tipo. Desta vez, facendo unha reflexión encol da vida decadente das nosas aldeas, e partindo da simple observación, a través dos últimos lustros, queda suficiente base para calcular a devandita ruína do agro.

A agonía do campo é un feito palpitante. Quen cotexe as estadísticas de fai vinte anos e da data actual descubrirá un panorama aterrador: na Freguesía das Pontes quedaron valeiras nestas dúas décadas, un total de trinta e catro casas, nos Barrios de Mariñaleda, A Da, Carballal, Forxa, Meda, Bacariza, Caneiro, Vilarbó, Marraxón, Pereiras, Fragachá, Gondré e Veiga. E as restantes cinco Parroquias diste Axuntamento sufriron unha ausencia aínda maior dos seus veciños.

As casas que seguen habitadas padecen a diminución da metade dos seus moradores, principalmente dos mozos, que buscan traballo noutras partes. En consecuencia a diminución de cultivo e da produción é alarmante, e as condicións económicas das familias que quedan non poden ser máis precarias. Para velo con claridade débense comparar os datos de produción dos últimos decenios.

Emporiso permítame, estimado lector, que che aporte un fardo de cifras significativas, que se cadra non coñecías, polo menos tan ben coma os que de cote andamos polas aldeas e falamos cos seus moradores. Fai vinte anos a media de cultivo dos labregos da comarca das Pontes era a seguinte: A trigo 82 áreas (15 ferrados); outras tantas a centeo; 20 a aveas; para maínzo (de comer e forraxeiro) 50 áreas; 70 a patacas e 40 a hortalizas. A produción era da orde de 1000 kg. de trigo; outros tantos de centeo; 250 kg. de aveas; 800 de maínzo en gran; 10.000 kg. de patacas; hortalizas suficientes para o ano; ademais certa cantidade de fabas, chícharos, melóns, etc.

Cada casa era posuidora de 10 ou 15 vacas; unas 25 ovellas, 3 ou 4 porcos; unas galiñas; un bo número de conexos…

Esta propiedade permitíalles vender na Feira cada ano sobre 6 becerros; 20 años; carne de porco; manteiga; queixos; la; ovos e conexos; salvando así folgadamente os gastos da casa.

Na data actual os colleiteiros máis fortes veñen cultivando 40 áreas de trigo; 20 a centeo; 8 a aveas (só algúns); 20 a maínzo; 50 a patacas e 20 a hortalizas; do que recollen: 500 kg. de trigo, 250 de centeo, 100 de aveas, 500 de maínzo, 7.000 de patacas e hortalizas insuficientes para o ano. Teñen de 3 a 5 vacas; sobre 10 ovellas (só algunhas casas); 1 ou 2 porcos; sobre 8 galiñas; algún conexo… a venta de 2 becerros (a 20.000pts. cada un) e de algúns litros de leite. Apenas si se venden xa queixo nin ovos, nin ningún outro produto.

Mais, ante a esta corta produción están os seguintes gastos inevitables; uns 16 sacos de abono (5.600pts.); patacas novas para plantar (12.000pts.); col en tallo e semente de nabos (1.500pts.); uns 60 sacos de penso (50.000pts.); por mantenza dos veciños que axudan (40.000pts.); a contribución, por termo medio, de unhas 15.000pts., etc.

Por outra banda, cada familia ten o gasto de adquirir os elementos que non produce a aldea como: aceite, azucre, café, arroz, bacallau, etc.; a roupa e o calzado que, sen abusar de luxos, arrima ás 60.000pts. anuais; e completar (mercando nos supermercados) os alimentos normais dende que se lle termina o colleitado.

En vista de todo o exposto diría calquera economista: “que se pechen eses negocios, pois a partida dos gastos supera en moito á partida dos ingresos”. Como, entón, sobreviven esas familias? Algunhas co apoio do subsidio da vellez; outras co soldo dun familiar que acadou algún emprego, e en xeral todas elas, malvivindo (anque aínda haxa quen non o crea).

Moi poucas vivendas gozaron dalgún renovado ou mellora; a maioría conserva a estrutura primitiva inhóspita e antihixiénica, cos gandos no seu interior e sen os servicios máis elementais.

O éxodo dos nonos mozos braceiros, e aínda de familias enteiras, está encamiñado as industrias dos pobos de cerca; hai tamén un bo número noutras rexións e tamén no estranxeiro.

As motivacións parten, na maioría dos casos, das condicións infrahumanas que as aldeas seguen tendo; e tamén hai casos (por que non dicilo) nos que é debido a febre de empregarse na industria, “porque alí gáñanse os cartos traballando pouco”, deixando abandonadas propiedades xeitosas para explotacións rendibles.

As consecuencias deste fenómeno de deserción agrícola son obviamente fatais: xa prescindindo da perda dunha riqueza básica para o sostemento do país, fixémonos no desastre humano; pobres vellos sumidos no illamento e soidade da aldea: familias desarraigadas, metidas de súpeto en ambientes onde non se integran; traumas psicolóxicos que para sempre lles marcan o subconsciente; as crisis entre mozos e maiores dende o momento en que o mozo descubre o ambiente da vila ou de cidade cunha mentalidade moderna que esixe o exercicio da propia responsabilidade e liberdade, pero onde a miúdo acontece que, pola falta de formación e madurez máis que adaptarse o que fan é lanzarse demasiado, co conseguinte desgusto dos pais que prevén os fillos envoltos nunha ola de aberración e extravío…

Que reformas debe haber (que xa deberan estar feitas)? Por suposto é preciso contar con que os Gobernos comecen a preocuparse por nós, polo menos impedindo a extraversión do aforro e alimentación do capital galego, así como procurando axudas, fomentando a asociación dos labregos paro o cultivo en común, deixándolle ao traballador o dominio da comercialización dos seus produtos con garantía dos prezos, etc.

Empezarían entón a ser beneficiados os agricultores, e indirectamente toda a poboación galega.

Maio de 1.979

Enrique Rivera Rouco

Texto e fotografías aportados por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes

EL PATRIMONIO ARTÍSTICO DE LA COMARCA DE AS PONTES

Hórreo de Saa, desaparecido, especial pola súa substentación sobre chantas

Na revista das festas patronais do ano 1981, D. Enrique publica un artigo moi interesante dende o punto de vista etnográfico e patrimonial, pois fala dos nosos hórreos e dos nosos cruceiros. Pódese dicir que el foi o primeiro en estudar estas dúas mostras da arte popular galega no noso concello.

Persoalmente fixen un estudo tamén deles, un publicado na revista de HUME Nº 2 “OS HÓRREOS NO CONCELLO DE AS PONTES DE GARCÍA RODRÍGUEZ” e outro, sen publicar, “AS CRUCES DE PEDRA NO CONCELLO DE AS PONTES DE GARCÍA RODRÍGUEZ”, no que recollo os cruceiros entre outras cruces.

Parte deste traballo foise publicando nas revistas das festas patronais ao longo dos anos.E o que si afirmo é que temos unhas mostras, tanto de hórreos coma de cruceiros, que debéramos coidar, dar a coñecer e poñelas en valor. Tamén engadir que algúns exemplares que eu estudei no seu día, de hórreos e cruceiros, hoxe xa non están e non poden pasar para o desfrute das vindeiras xeracións, pois perdéronse para sempre.

EL PATRIMONIO ARTÍSTICO DE LA COMARCA DE AS PONTES:

Accediendo a la petición que me plantearon en orden a colaborar en la Revista de la Fiesta Patronal, vayan unas líneas dedicadas al patrimonio artístico de nuestra Comarca, más copioso de lo que sus habitantes creen o conocen.

Sería demasiada materia para un simple artículo intentar el estudio monográfico completo de dicho patrimonio, por lo que, de entre nuestros elementos histórico-artísticos, lo circunscribo a dos: los “hórreos” y los “cruceiros”, dejando consiguientemente sin mencionar los restos de nuestros antepasados prehistóricos y celtas, el puente romano y el medieval de Don García Rodríguez, la bóveda gótica de nuestra Iglesia Parroquial y su importante retablo barroco del siglo XVI, las demás Iglesias y Ermitas de la zona con sus retablos neoclásicos (y algunos de imitación barroca); algunas viviendas muy antiguas con galerías o balcones típicos; objetos de gran antigüedad todavía existentes en las casas, como telares, jarrones, botijos, lámparas, quinqués, monedas, etc., que lamentablemente van desapareciendo por ignorar los dueños el mérito que poseen y por la astucia de los comerciantes anticuarios, auténticos expoliadores de nuestra tierra…

Sin detenerme en más preámbulos paso a describir las antedichas obas meritorias de la zona de As Pontes, con su tipismo peculiar A) “Hórreos”; B) “Cruceiros”.

A) Los “Hórreos” de nuestra Comarca: Perduran alrededor de un centenar de ejemplares antiguos en las Parroquias de nuestro Municipio y en las colindantes de Ribadeume y Bermuy, y, por su formato y dimensiones, representan un modelo peculiar en los diferentes tipos de “hórreo” gallego. Poseen más d un siglo de antigüedad y situados en las eras o “airas de mallar”, sirvieron a nuestros antepasados como almacenes para guardar maíz en espiga, habas, etc. y perpetúan la imitación de los graneros romanos, que solían ser construidos con madera sobre pilares de ladrillo.

Nuestros “hórreos” son de reducidas dimensiones y llevaban antiguamente el nombre de “CABAZOS” (vocablo del Romance Gallego; derivado del latín “cápere”, que significa recoger o reunir provisiones).

Comprenden una superficie aproximada de 1 X 4 metros de base y van sostenidos en las cabezas sobre dos pilares de mampostería protegidos con lajas de pizarra horizontales para impedir la subida de ratones. La estructura de la obra está formada por viguetas y barrotes de roble, pintados con un preparado mediante aceite de linaza y colorante de tono marrón. Esta pequeña nave parte de una base circunscrita por viguetas robustas sobre las que van asentadas las hileras de barrotes verticales que le proporcionan la figura externa y que suelen ser prismas de 5 X 5 centímetros de base por 2 metros de altura. El conjunto está en su interior separado por un tabique que lo divide en dos mitades iguales y dotado con sendas puertas en ambas cabezas, todo ello con el mismo sistema de de barrotes verticales. Termina con una techumbre de pizarra con perpino en cuatro vertientes, que descansa sobre las viguetas de arquitrabe las cuales forman la cornisa sencilla del contorno, variada con los trozos salientes de las “tijeras” del perpino que terminan al exterior en una figura de modillón simple, sin ornamentar.

Este es, a grandes rasgos, el estilo de los antiguos “hórreos” de la Comarca de As Pontes, que paulatinamente van entrando en ruinas, a la par que sus propietarios, ignorantes del mérito histórico-artístico que poseen, no intentan restaurarlos sino más bien substituirlos por otros similares, pero construidos a base de ladrillos, que, si bien cumplen su función práctica, no pueden en manera alguna reemplazar el mérito de los anteriores.

Por curiosidad y anécdota, no puedo menos de consignar en el final de este punto unas frases del historiador cordobés del siglo XVI, Ambrosio de los Morales, que relata en su obra “Crónica General de España”, cuando al ser Cronista delos Reinos de Castilla en el reinado de Felipe II, realizó una jira por Galicia y, quedando sorprendido al ver nuestras pobres viviendas de aldea, escribió: “… y aún a mi no me espantaba en aquella tierra tanto esto, como ver los graneros, que ellos llaman hórreos, fabricados de esta misma obra…”

Cruceiro do Poboado, no seu enclave orixinario da Praza do Hospital, e a carón do palco da música

B) Los “Cruceiros” de nuestra Comarca:

Al igual que los “hórreos” también los “cruceiros” de nuestra Comarca están encuadrados en un estilo propio de esta zona: son aquí abundantes y de gran antigüedad como en toda la Región Gallega.

Nuestros antepasados los erigían en los cruces de caminos con el fin de que transmitieran protección divina a los transeúntes y además porque marcaban una estación para el rezo de un responso cuando ante ellos pasaba la conducción de un cadáver.

Asimismo era situado un “cruceiro” ante las Iglesias y Ermitas como símbolo externo de paternal acogida hacia los devotos que acudieran a ellas, a la vez que determinaban el trayecto de la procesión que en su derredor, se verificaba el día de la fiesta.

Posee nuestra zona dos modelos de “cruceiros”, construidos con piedra de granito: uno sencillo, sin esculturas (o a lo sumo una y sin reverso), con capitel de imitación “Dórica” sobre pilastra octogonal y basamento simple: tales son el de La Coba en Aparral, el de la Iglesia del Deveso, el de “Prada” en El Freijo, otro al lado de la Escuela de la Iglesia del Freijo, el de Veiga de Nata en San Mamed, etc…

Es el segundo modelo un “cruceiro” bien logrado y de indiscutible mérito, abundante aquí; lleva figura escultórica en el anverso y reverso (respectivamente, las imágenes del Crucificado y de la Dolorosa; salvo las dos excepciones que detallamos después), capitel de imitación “Corintia”, con cabezas de ángel en vez de hojas de acanto, mástil en pilastra octogonal ornamentada con bajorrelieves de los instrumentos de la crucifixión (escalera, clavos, tenaza, martillo, espada…) y basamento destacado, mediante piezas cuadrangulares en forma de escalinata, soliendo ostentar la más elevada alguna inscripción con el nombre del fundador y la fecha de su erección y también la concesión, por parte del Obispo de Mondoñedo, de indulgencias a quienes recen ante ellos. Se conservan “cruceiros” de este tipo ante las Iglesias Parroquiales de Vilavella, Ribadeume, Freijo y San Mamed; ante la Iglesia del Poblado y ante las Ermitas del Carmen y Marrajón, en el Parque de “La Fraga” y en El Meidelo.

(Otro que había en el Barrio de “Casilla del Bañal” y conocido por “O Cristo do Grilo” ha sido robado hace tres años y al parecer, se encuentra haoy en un lugar de Ponferrada). Entre todos ellos merecen especial mención los dos siguientes:

1) El “cruceiro” de la “Capilla del Carmen”, el cual representa uno de los pocos modelos existentes en Galicia que exhiben la escultura de la Virgen con el niño en los brazos, en vez de una Dolorosa; detalle que, según Álvaro Cunqueiro, plasma una alegoría hacia la fecundidad de la mujer gallega.

Posee asimismo en la pieza superior de la base bajorrelieves de la Dolorosa uy de la Magdalena, el relato de su fundación que dice “Devoción de D. Fco. Bouza, natural de Grañas del Sor, Año de 1828”, y la concesión decretada por el Obispo de Mondoñedo Dn. Francisco López Borricón, a quien rece ante él tres avemarías y una salve, de cien días de indulgencia (es decir, el mismo mérito que practicando ayuno y penitencia los cien días).

2) El “cruceiro” del Pueblo, hoy situado ante la Iglesia del Poblado, tras haber sido deportado en 1932 al paraje de Las Campeiras sufriendo deterioros en esos trasiegos; es una obra perfecta y más destacada que las restantes de la Comarca; su origen es muy antiguo (acaso del siglo XIV, a juzgar por la influencia gótica que delata su estilo y por los signos heráldicos que presenta).

Tiene capitel de imitación “Corintia” y esculturas del Crucificado y Dolorosa perfectamente logradas y de mayor tamaño que los restantes “cruceiros” de la zona,, basamento elevado con peana disminuida típica de la evolución gótica. Probablemente le falta una segunda pieza superior a éste y ornamentada con toro y ábaco, conforme al orden escultural de entonces.

La columna o mástil que lo eleva ostenta un relieve de la Asunción que es la Patrona titular de esta Parroquia, y una corona real, símbolo de la concesión regia del feudo de As Pontes por Enrique II a Don García Rodríguez.

Carece de otros elementos decorativos que antaño tenía, así como de dos miniaturas de ángeles en los extremos de los brazos, con sendos cálices para recoger la sangre, y que perecieron cuando fue tiroteado con arma de fuego en Las Campeiras, en el año 1936,, por algún fanático ignorante.

Conserva en el extremo de la columna, bajo el capitel, unos importantes signos heráldicos: bifolios de lises (símbolo de la nobleza) y gravillas de trigo (símbolo del Pueblo agricultor).

Desde tiempo inmemorial presidía la entrada de la antigua Villa de As Pontes en el cruce de los principales caminos: el “camino dos arrieros” (antes “dos ártabros”) de Bares a Betanzos y el camino real desde el Convento Jurídico Romano de Lugo a la ría de El Ferrol, hallándose situado en la Plaza del Hospital, al lado del entonces allí existente establecimiento benéfico con dicho fin, frente a la actual finca nº 23 de la Rúa de Galicia, a donde debiera ser reintegrado, ya que injustificadamente fue desplazado de su entorno histórico.

Y después de esta somera exposición de nuestro patrimonio artístico sólo me resta exhortar sobre la necesidad urgente de conservar, lejos de enajenar, las cosas antiguas que aún quedan; por su mérito de antigüedad y por ser legado de nuestros antepasados de feliz memoria.

Enrique Rivera Rouco

Abril de 1981

Texto e fotografías aportadas por Xose María Ferro, director do Museo Etnográfico Monte Caxado de As Pontes